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Narra Julieta

Llegué a casa y hoy ya estaba Octavio sentado en el sofá, viendo fútbol en la tele.

- Octavio, mañana es el cóctel de inauguración del instituto como todos los años, ¿vas a venir? – le dije yo.

- Claro que sí, ¿a qué hora es? – me preguntó él.

- A las 6, te espero aquí para irnos juntos – le propuse yo.

- Perfecto – me contestó.

Hoy me apetecía hacer algo diferente, así que me cambié, me subí de nuevo a mi bici y fui camino de la playa. Cuando llegué, extendí una toalla en la arena y me senté dejando que mis pies la tocaran. Era agradable el tacto de la arena caliente en la piel. Me puse a observar a la gente a mi alrededor, había todo tipo de personas muy diferentes, desde parejas de todo tipo a gente sola que disfrutaba de un baño, a grupos de amigos que jugaban con la pelota y ancianos que paseaban por la orilla. Podía sentir la libertad y la paz que emanaban la mayoría de las personas, al igual que el mar y ¿por qué yo me sentía tan presa? Profesionalmente, había alcanzado mis metas y era feliz siendo profesora; pero personalmente, no podía tener las manos más atadas y estaba llegando a un punto que sentía que me asfixiaba. Se estaba haciendo tarde así que decidí volver a casa e irme a la cama cuanto antes. Mañana sería otro día.

Me levanté un poco más animada así que decidí darme una ducha y un buen desayuno para ir con energía. Llegué al instituto con mi bicicleta y saludé a algunos de los alumnos que me estaban mirando. Me encontré con Justina en la sala de profesores.

- Buen día Jus – le salude.

- Buen día, Juli ¿preparada para esta tarde? – me dijo ella.

- Claro, siempre estoy preparada para ver a estos tipos borrachos y haciendo el ridículo – dije yo y vi como Violeta, entraba y se acercaba a nosotras.

- ¿Vendrá el chulazo de tu marido? – me preguntó Justina.

- Sí – dije yo sin mucho entusiasmo.

- Así que hoy podré conocer al afortunado – intervino Violeta.

- Ya verás... - dijo Justina.

- Al menos ya sabré contra qué y quién compito – dijo Violeta bromeando, yo puse una sonrisa triste pero estaba llegando ya a un punto que me costaba fingir.

- Bueno chicas me voy al gimnasio que me tengo que cambiar y preparar todos los materiales, las veo más tarde o si no después en el cóctel – dijo Justina.

- Hasta luego – contestó Violeta mientras yo la despedía con la mano.

- Julieta, nunca antes he estado en un cóctel así, ¿hay que arreglarse mucho? ¿qué te vas a poner? - me preguntó ella dudosa.

- Normalmente, los chicos van en traje o camisa y las chicas con vestido pero no es nada extremadamente formal. Yo llevaré un vestido negro. – dije sin preocuparme mucho, estaba tan acostumbrada a las cenas de Octavio que era algo normal para mí.

- ¿Así que negro? Creo que me pondré algo a juego por si te puedo secuestrar un rato y que seamos la pareja más sexy de la fiesta– me dijo Violeta, sacándome una sonrisa de los labios. Desde que ella había aparecido en mi vida apenas hace tres días, no paraba de hacerme reír. Y por primera vez, me imaginé estando con ella.

- Estoy segura de que lo seríamos – le contesté yo.

- No sé qué haces que no dejas a tu marido y te vienes conmigo a ganar las coronas de reinas del baile – me dijo Violeta bromeando.

- Me lo estoy planteando Urtizberea, no me tientes que las coronas me vuelven loca – le seguí el juego – además no sé por qué pero tienes pinta de bailar muy bien.

Estaba tonteando con una mujer por primera vez en mi vida y no me sentía incomoda todo lo contrario.

- Esta noche si quieres bailamos y lo compruebas por ahora te quedarás con la duda – me contestó ella.

- Estoy segura de que llevas la música y el ritmo en la sangre, así que no me quedo con ninguna duda linda – le dije segura de mi misma.

- Uy Calvo que observadora eres pero me encantaría que lo compruebes por ti misma – me respondió Violeta.

- Yo también sé moverme así que quizás la que compruebe algo seas tú – le reté yo.

- No, Julieta no puedes también bailar bien, ¿por qué tienes que ser tan perfecta? – me preguntó Violeta con cara de pena.

- Así soy yo, te veo luego Viole – le respondí mientras me iba camino de mi clase.

El resto del día pasó rápido y cuando me di cuenta, iba en mi bici de vuelta a casa. Llegué y Octavio aún no había llegado del trabajo así que me acerqué al armario y lo abrí. Busqué los vestidos negros, ya que le había dicho a Violeta que llevaría uno negro. Quería el vestido perfecto y lo encontré. No sé por qué pero quería impresionar a Violeta. El vestido no era demasiado corto pero tenía la espalda al descubierto y se ajustaba perfectamente a mis curvas. Me fui al baño y me di una ducha relajante, el día había sido un poco cansador y lo necesitaba. En mi cabeza se repetía la frase que Violeta me había dicho: "deja a tu marido y vente conmigo, seriamos la pareja más sexy del cóctel". Sé que me lo dijo de broma pero en algunos momentos me gustaría que fuera realidad y poder escapar de la situación en la que yo misma me metí. ¿Pero en qué estoy pensando? ¿Realmente me gustaría irme con una chica? No puedo decir que no me haya fijado en una chica antes o no haya tenido curiosidad pero siempre ha sido algo platónico. Nunca ninguna chica había sido tan directa como Violeta y poco a poco estaba sembrando la duda en mi interior. Estaba empezando a sentir cosas que no había sentido nunca y lo peor de todo es que no me asustaba. Salí de la ducha intentando dejar de lado mis pensamientos, me maquillé y me terminé de arreglar y cuando bajé al salón, Octavio ya estaba listo para irnos.

- ¿Vamos Juli? – me preguntó.

- Sí, claro. Agarro mi bolso y nos vamos – le respondí mientras iba a en busca de este.

Nos subimos al auto y en menos de diez minutos ya estábamos en el parking del instituto. Había bastante gente que estaba llegando y los dos entramos en el gimnasio que era donde se celebraba. A lo lejos vi a Justina con Juan y nos acercamos a ellos para saludarles. Recorrí con la mirada toda la estancia buscando a una persona, hasta que la encontré hablando con el director. Allí estaba Violeta. Como me había dicho también se había puesto un vestido negro bastante corto y que acentuaba sus curvas perfectamente, noté la mirada de más de uno en ella y la verdad es que quién no lo haría. De repente, como si ella supiera que la estaba mirando, se dio la vuelta y me sonrió mientras decía algo al director y venía directa hacia donde estábamos nosotros

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