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Narra Julieta

Hacia un rato que había visto como Violeta venía y se llevaba a Justina al baño y aun no volvían. Así que decidí ir a buscarlas, quizás les pasaba algo. Cuando estaba llegando las vi salir.

- Eyyy, ¿a dónde van? – les pregunté.

- Vamos a bailar – me dijo Justina, agarrándonos de la mano a Violeta y a mí y llevándonos hacia la pista improvisada.

Estuvimos bailando por un largo rato todos juntos, la verdad es que lo estaba pasando increíblemente bien y ni siquiera por un momento pensé en donde estaba Octavio o que hacía. La fiesta ya estaba empezando a decaer, la mayoría de la gente ya se estaba yendo el lugar y yo realmente estaba cansada. Vi como Violeta se acercaba a mí y me dejaba algo en la mano.

- Me voy ya Juli, estoy muerta. No conozco a mucha gente aquí, así que si quieres hacer algo el fin de semana, llámame – me susurró en el oído y después me dio un dulce beso en la mejilla.

No me dio tiempo a reaccionar, miré mi mano y vi que era una servilleta con su número de teléfono. Antes de perderlo, decidí anotarlo en mi celular. Busqué a Octavio con la mirada y vi que estaba en la barra, bastante borracho. Me acerqué a él.

- Octavio, vámonos – le dije.

- ¿Sabes Julieta? Este gimnasio me recuerda a nuestro instituto y a cómo empezamos a salir, ¿recuerdas la pareja que éramos? ¿dónde quedo todo?– me preguntó.

- Si Octavio, estás borracho, vamos a casa – le dije yo.

- Sí, estoy borracho pero sabes que es verdad – me respondió.

Y nos dirigimos al parking a buscar el coche, me tocaría conducir a mí, había bebido algo pero sin duda estaba en mejor situación que él. No tardamos mucho en llegar, Octavio cayó rendido en la cama en el segundo en que la tocó. Yo me puse el pijama y me metí en la cama, estuve repasando en mi mente todos los acontecimientos de hoy y no tardé en caer en un sueño profundo.

Al día siguiente, desperté bastante temprano y con un ligero dolor de cabeza. Maldito vino, siempre me daba bastante resaca. Miré a mi lado y vi como Octavio seguía durmiendo con la ropa de ayer. Yo decidí levantarme y darme una ducha, me vestí y bajé a desayunar. Era sábado, aún no tenía nada que hacer para las clases así que decidí ir a leer a la playa. Por mi mente pasó mandar un mensaje a Violeta pero en cierto modo eso me asustaba. Ayer había tonteado con ella y no sé hasta qué punto era una broma. Tampoco sé que significaría quedar con ella o como lo interpretaría. Realmente, quería verla y poder conocerla un poco más, no creo que haya nada de malo en eso. Agarre mi celular, no lo pensé y le mandé un mensaje.

- Hola Viole, soy Julieta, ni siquiera sé si estás despierta todavía pero voy a ir a leer a la playa y me preguntaba si querias acompañarme.-

Estaba esperando su respuesta y puedo decir que estaba nerviosa. Pasaron dos minutos y no obtuve ninguna respuesta así que agarre la bici y me dirigí a la playa. En un cuarto de hora ya estaba allí, coloqué la toalla y me senté mirando al mar. Miré mi celular y vi que tenía un mensaje, lo abrí.

- Sí, de hecho mi piso tiene vistas a la playa y tenía idea de salir a disfrutar del sol un poco. ¿Cómo quedamos? – me preguntó.

- Mándame la dirección y voy, que estoy con mi bici – le respondí rápidamente.

En menos de un segundo ya tenía la dirección y realmente estaba a 5 minutos de donde yo estaba, volví a recoger la toalla y me monté en la bici. Cuando llegué al lugar acordado, vi como Violeta estaba sentada en un banco esperando.

- Buenos días Viole – le dije

- Buenos días preciosa, ¿tú ya te levantas así de perfecta no? Yo con esta resaca y esta cara y tú mírate, sin maquillar y perfecta – me dijo ella.

- Las diosas somos así – bromee con ella y soltó una carcajada.

- Creí que no me escribirías – me dijo.

- ¿Por qué no lo iba a hacer? – le pregunté.

- No sé, entiendo que quizá no te gusté del todo que coqueteé contigo todo el tiempo o tienes otras cosas que hacer que quedar con alguien que acabas de conocer – me contestó ella, realmente no sabía muy bien que responder a eso.

- Es verdad que te acabo de conocer, pero realmente me encanta como eres y siempre me haces sonreír que es algo que últimamente no hago mucho – le dije yo sinceramente, mirando al suelo.

- No quiero meterme donde no me llaman, Julieta, pero si necesitas hablar o lo que sea, estoy aquí. Se que siempre estoy de broma pero también se hablar en serio – me afirmó ella.

- Lo sé, gracias – le dije yo

– ¿Así que vives aquí? -

- Sí, en ese edificio de allí – dijo señalando con el dedo

- Ven, vamos a sentarnos – le dije mientras dejaba la bici.

Nos acercamos más a la orilla y pusimos las toallas en la arena. Yo saqué mi libro para empezar a leer pero vi como Violeta empezaba a quitarse la ropa y no podía quitar mis ojos de ella. Se quedó en un precioso bikini negro y se tumbó en la toalla.

- ¿Qué me miras? Te dije que quería disfrutar del sol – me dijo ella.

- No, nada... – le dije un poco sonrojada, su cuerpo era perfecto y realmente no podía apartar mi vista de ella.

- Tu deberías quitarte algo de ropa y tomar el sol, no es que quiera verte en bikini, es que la vitamina D es realmente necesaria para el cuerpo y con la ropa estás impidiendo su paso - me dijo ella riéndose.

Quería jugar un poco con ella así que me levanté y empecé a subir mi camiseta lentamente mientras la miraba a los ojos y ella no podía despegar su mirada de mi cuerpo. Bajé mis shorts y me quedé en bikini, que por cierto, también era negro. Me volví a sentar en la toalla y Violeta aún no había apartado su mirada de mí.

- ¿Mejor así? – le pregunté.

- Muchísimo mejor. No es por mí, es por tu salud – me dijo ella y ambas reímos.

ProfesorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora