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Narra Violeta

Estaba esperando a Juli después de su llamada y no paraba de dar vueltas por toda la casa, no podía negar que estaba nerviosa. Yo no había hecho nada malo pero no sé que le habría dicho la loca de Jorgelina y tenía miedo de que Julieta pudiera creérselo. Solo deseaba que llegara pronto y poder aclararle las cosas. La puerta sonó y me apresuré a abrir. Me encontré con una imagen que me conmocionó entera, Juli se veía tan frágil, tan triste con sus ojos rojos de haber llorado y yo me sentía fatal porque en cierto modo era mi culpa. Ella entró y se tiró directamente a mis brazos. Sentí como su agarre en mi cuerpo se hacía más fuerte.

- Viole, no quiero perderte... - me dijo ella entre sollozos.

- Bebe, no me vas a perder – le contesté mientras le subía el mentón para que me mirara a los ojos.

- Lo siento por irme, debería haberme quedado y escucharte, pero me invadió una rabia que necesitaba alejarme de la situación – me dijo Julieta.

- ¿Qué te dijo Jorgelina? – le pregunté con curiosidad y temor.

- Que era tu novia, la que habías dejado en Nueva York – me contestó Julieta.

- Puta loca – exclamé yo.

- ¿No es tu novia verdad? – me preguntó con un poco de inseguridad en su voz.

- Claro que no. Es mi ex, te acuerdas que la última vez no quise hablar del tema. Es por esto, nuestra relación fue caótica, intentamos que funcionara varias veces pero yo ya no podía más. Un día corté por lo sano, hará unos seis meses, pero ella no lo entendía y me hizo pasar unos meses horribles. Me perseguía, me buscaba, espantaba a todas las chicas con las que hablaba, se colaba en mi casa... Por eso, entre otras cosas, decidí alejarme de Nueva York y venir aquí. Ella tiene una obsesión conmigo, ni siquiera es amor... - le respondí yo.

- A mí no me va a espantar y si quiere guerra la va a tener – dijo Juli, dejándome totalmente en shock.

- Wow – exclamé yo.

- Violeta, sé que quizás es pronto pero yo estoy segura de lo que quiero y me gustaría poner nombre a esto que tenemos, sé que no es la forma más romántica y cómo me hubiera gustado pedírtelo pero ¿quieres ser mi novia? – me preguntó Julieta.

- ¡¡Claro que quiero!! – contesté yo emocionada, mientras me tiraba a sus brazos a besarla.

- Ahora eres mía y no voy a dejar que nadie moleste a mi princesa – me dijo ella.

- Sabes Calvo, te pones muy sexy cuando eres tan sobreprotectora... - le dije mientras me acercaba a dejar un beso húmedo en su cuello.

- ¿Ah sí? – me preguntó ella.

- No te imaginas cuanto – le contesté mientras seguía besando esa parte de su cuerpo y ella suspiraba.

Acabamos haciendo el amor gran parte de la mañana, yo ya no tenía ninguna duda de que estaba completamente enamorada de ella pero tenía miedo de decírselo y asustarla. Lo que Julieta me hace sentir no lo había sentido nunca y la necesidad que tengo de ella, a veces me aterra. Sin embargo, ahora ya es mi novia y eso es un gran paso, ¿quién podría haberlo dicho hace unas semanas cuando la vi por primera vez en esa sala de profesores? ¿Y más cuando me enteré de que estaba casada? Pero aquí estamos hoy, y a veces lo poco probable, sucede.

- Julieta eres increíble – le dije mientras le acariciaba su espalda desnuda.

- ¿Sabes lo que es increíble? – me preguntó ella coqueta.

- ¿El qué? – le contesté yo.

- Tú y yo juntas, que seas mi novia. No todo el mundo puede decir que tiene a la profesora más sexy como novia – me dijo ella.

- No, todo el mundo no, porque eso solo lo puedo decir yo, mi diosa griega – le contesté mientras le dejaba un suave beso en sus labios y ella sonrió en el beso.

- Creo que deberíamos vestirnos y aprovechar el día – me dijo Julieta.

- Que mejor manera de aprovecharlo que aquí desnudas – bromee con ella yo.

- ¿Es que nunca te cansas? – me preguntó Julieta con una sonrisa pícara.

- De ti nunca, pero tienes razón deberíamos salir de aquí, hay un gran día afuera. Aunque nadie dice que no podamos desnudarnos también fuera de aquí... – dije yo y ella estalló en carcajadas.

- Estás loca, a veces me asustas... - dijo ella entre risas.

- No te hagas la inocente Calvo, que te encanta – le rebatí yo.

- Vos me encantas Violeta y no te puedes imaginar cuánto – me contestó Juli con una cara adorable.

- Si es tan solo una parte de lo que tú produces en mí me lo puedo imaginar, créeme – le respondí yo – y ahora a la ducha... -

- Juntas que hay que ahorrar agua – me dijo ella agarrándome y llevándome hasta el baño.

Nos duchamos y nos arreglamos en menos tiempo de lo que esperaba, aún no habíamos decidido que hacer.

- Juli, ¿qué quieres que hagamos? – le pregunté.

- No sé, lo que tú quieras... - me contestó ella

- Hace poco que estoy aquí y aún me falta mucho por conocer... enséñame tus sitios favoritos de Buenos Aires – le pedí yo.

- Está bien pero me tienes que dejar conducir – me dijo ella.

- Eso está hecho – le devolví, tirándole las llaves del coche.

Juli me llevó a una montaña en Tandil desde la cual se podía contemplar un bello paisaje, era un lugar increíble y había varias personas caminando por el lugar, era un sitio bastante conocido turísticamente. Después de eso, me llevó a comer algo a un pequeño sitio de hamburguesas, que parecía un sitio viejo y desordenado pero puedo jurar que han sido las mejores hamburguesas que he comido en toda mi vida.

- Ahora te voy a llevar a mi lugar favorito de todo Buenos Aires aunque no es muy popular para el público en general... - me dijo ella.

No tardamos nada en llegar y pude leer el cartel de la entrada, "biblioteca pública".

- Biblioteca. Porque no me sorprende, mi pequeña nerd – le dije yo con una sonrisa.

- Sí, pero ahora verás... - me dijo ella.

Entramos y la biblioteca era enorme, tenía cualquier libro que pudieras imaginar, ya con eso me encantaba. Julieta agarró mi mano y me llevó por unas escaleras que había al fondo y llegamos a la azotea, en ella había sillones, era increíble. Estaba decorada exquisitamente y justo vimos el anochecer, el aura era mágica.

- Juli, me encanta. Supongo que has pasado mucho tiempo aquí... - le dije.

- No te imaginas cuanto, siempre venía aquí para escapar de todo – me contestó ella.

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