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Narra Violeta

Me di la vuelta y vi a Julieta con su marido, la verdad es que era un chico impresionante pero Julieta me había dejado petrificada. El vestido marcaba a la perfección todo su cuerpo y el maquillaje hacia resaltar sus ojos de una manera impresionante. Me disculpé con el director y me dirigí hacia ellos. Por cierto, mi proyecto del coro ya estaba aprobado.

- Hola Juli – le dije dándole un abrazo.

- Hola Viole, este es mi marido, Octavio. Octavio, esta es Violeta – hizo las presentaciones Julieta.

- Encantada Violeta – me dijo dándome un abrazo y podía notar su mirada en mí de una manera que no me gustaba.

- Encantada - contesté yo también.

- Cariño, voy por una bebida. ¿Les traigo algo? – preguntó Octavio.

- Vino para mí – contestó Julieta.

- Para mí, lo mismo – dije yo y vi como él se iba hacia la barra.

- Dios Julieta, estás absolutamente impresionante – le dije yo sinceramente y vi cómo se sonrojaba.

- Tú tampoco estás nada mal Urtizberea, puedo notar la baba de los tipos caer cuando te miran – me respondió Julieta.

- Pero eso me da igual, la única baba que yo querría sería la tuya y supongo que si babeas no será por mí, sino por el Ken de esposo que tienes – dije con cara triste.

- Estás asumiendo demasiado –dijo ella mientras me miraba de arriba abajo.

- ¿Qué? – respondí yo sin salir de mi asombro.

- Nada – me dijo ella, estaba notando que últimamente Julieta empezaba a seguirme el juego y contestarme más. Llegó su marido con las copas en la mano y nos entregó una a cada una.

- Aquí tienen preciosas – nos dijo – me voy a hablar con alguno de los chicos, te veo luego Juli- 

Estuvimos junto con Justina y Juan picando algo del catering y bebiendo alguna que otra copa más de vino. El ambiente empezaba a caldearse y ellos llevaban razón, se podía ver a algunos de los profesores más mayores, empezando a desatarse más de la cuenta. Aunque a mí eso me daba igual, mi atención estaba centrada totalmente en cierta morocha de ojos verdes. Estaba empezando a notar como el alcohol estaba haciendo efecto en mi organismo.

- Chicos vamos a bailar – propuso Justina tirándonos de la mano y llevándonos a un rincón del gimnasio.

Empezamos a bailar todos juntos, la música estaba animada y la verdad es que estaba pasándolo muy bien. De repente, noté como Julieta me agarraba y me pegaba más a ella para bailar. Se meneaba de una manera exquisita y yo intentaba seguirle el ritmo. Pude sentir como rozaba su cuerpo ligeramente contra el mío.

- Juli, estás jugando con fuego y a lo mejor te quemas – le susurré yo al oído.

- Quizás, necesito quemarme – me respondió ella con seguridad.

Julieta me estaba volviendo loca. Estaba aquí con su marido pero me seguía el juego y ya no sabía hasta qué punto esto era una broma o no. Necesitaba despejar mi mente un rato porque no sé si era culpa del alcohol pero si seguía así podía hacer alguna estupidez.

- Voy a por otra copa, ahora vengo – le dije a Julieta mientras me dirigía a la barra.

Llegué y pedí otra copa de vino y mientras estaba esperando, vi como Octavio se acercaba a mí.

- ¿Así que eres nueva por aquí no? Nunca me olvidaría de ti si te hubiera visto antes – me dijo Octavio.

- Sí, soy de Nueva York – le dije yo.

- ¿y qué hace una chica como tú tan solita por aquí? – me preguntó él y yo ya no podía aguantarlo más.

- De verdad, ¿estás tonteando conmigo teniendo a la mujer más hermosa de toda la fiesta como esposa? – le pregunté, notando como fruncía el ceño y ponía una cara triste.

- Es mi esposa pero hace mucho que ya no es mía – me dijo él, afectado un poco por el alcohol. 

- ¿Qué? – le pregunté yo.

- Nada, déjalo – me dijo mientras desaparecía entre la gente y con esa respuesta me dejó pensativa, ¿qué estaba queriendo decir con eso?Necesitaba contar esto a alguien y solo se me ocurría una persona perfecta para ello, me acerqué al grupo donde estaban bailando algunos profesores y agarré a Justina por detrás.

- Necesito que me acompañes un momento al baño – le susurré al oído.

- ¿Por qué? – me preguntó curiosa.

- Solo ven – le dije mientras le agarraba de la mano.

Llegamos al baño y para nuestra suerte no había nadie.

- ¿Qué pasa Violeta? – me preguntó Justina.

- Octavio, ha tonteado conmigo Justina – le solté sin pensarlo mucho más.

- ¡¿Qué?! – me dijo ella.

- Lo que oyes pero eso no es lo peor, me ha dicho algo que me ha dejado muy desconcertada – le expliqué yo.

- ¿El qué? Suéltalo todo ya – me pidió Justina.

- Le he preguntado que qué hacía tonteando conmigo teniendo a la chica más preciosa de toda la sala y me ha contestado que Julieta es su esposa pero hace mucho que ya no es suya y puedo asegurar que he visto una cara triste en él, ¿qué significa eso Justina? – le pregunté.

- No tengo ni idea, Julieta nunca me ha dicho nada de eso. Aunque si lo pienso bien nunca suele hablar mucho de Octavio o de su matrimonio – me contestó Justina.

 – tienes que decirle que él ha estado coqueteandote, ella debe saberlo... -

- No creo que sea una buena idea – dije yo sin mucho convencimiento.

- Yo creo que si fuera ella me gustaría saberlo... – me respondió Justina.

- Quizá sí pero no quiero que piense que lo hago porque ella me gusta y quiero boicotear su relación, me da miedo que pueda pensar eso – le dije yo – al final si él es así se dará cuenta.

- Como tú veas, sigo pensando que deberías decírselo – me contestó ella.

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