11.

1.8K 85 0
                                    

Mientras caminaban tras aquel tipo, Vanesa estaba molesta pero resignada y Hugo... Hugo seguía nervioso y alucinado.

Hugo: Vanesa... (le susurró)

V: ¿Qué?

H: ¡Que vamos a usar trajes! Como los Hombres de negro.

V: Dios Hugo, hazme el favor y cállate.

H: Vale, vale.

Se vistieron en dos camerinos separados. Vanesa se miraba al espejo con su pelo corto arreglado hacia atrás con un poco de gel. Por suerte la chaqueta era ajustada a su cuerpo, seguramente ya tenían sus tallas. Por lo menos se veía bien, bastante bien.

V: Bien Vane, vamos a ver a qué politiquillo de estos de poca monta vas a tener que escoltar.

Luego con Hugo fueron nuevamente a encontrarse con su nuevo jefe, Pablo López. Salieron con él del edificio donde se encontraban las oficinas del Departamento de Defensa.

Vanesa iba a tomar camino hacia la salida de las instalaciones de aquel recinto pero López comenzó a encaminar sus pasos hacia el edificio de al lado, hacia el edificio principal.

Hugo se quedó quieto con grandes ojos igual que Vanesa, que se quedó parada. López se giró.

Pablo: ¿Qué pasa?

V: Vamos... vamos... a...

Pablo: Claro, allí están vuestros escoltados (se paró un instantes mirándolos con el ceño fruncido dándose cuenta que no tenían idea de a quien escoltarían. Suspiró y se dijo "Este Orozco") ¿Seguimos? (se giró y continuó caminando).

Vanesa tragó saliva, Hugo tragó saliva. Ahora no sólo a Hugo le temblaban las piernas, pero caminaban sin hablar siguiendo los pasos de aquel hombre. A Vanesa le sudaban las manos y se las pasaba continuamente por su chaqueta. Entraron al edificio pasando distintos controles.

López no tenía problemas tan sólo saludaba a la serie de escoltas que se veían por allí con sus micrófonos en los oídos. Vanesa y Hugo miraban aquellas paredes con historia. Por primera vez Vanesa estaba casi sin aire, sin palabras y sin pensamientos.

Hasta que llegaron a un salón enorme con dos puertas a los costados. López los hizo sentarse, lo hicieron y se miraron.

Hugo tenía la cara de cagadera y Vanesa... ya ni siquiera le podía decir nada, seguramente ella tenía la misma cara.

López los dejó solos. no hablaban hasta que Vanesa escuchó como el que trataba de ser un susurro de Hugo se ampliaba en aquella estancia.

Hugo: Va... Vane... saaaa...

V: Cállate (tan sólo le dijo rápidamente)

Hasta que las puertas se abrieron entrando López primero.

A los pocos segundos tras él entraba aquella mujer tantas veces vista en televisión, tantas veces en conversaciones con amigas, tantas veces criticada su política por Vanesa y tantas elogiada por sus amigas por su belleza.

---------------

Continuará... ;)

La escoltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora