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Malú no se movía.

V: Malú por favor ve con Hugo...

M: Yo... yo no te voy a dejar sola.

V: Tus hijos Malú, ve con tus hijos por favor, no me hagas esto más complicado.

M: Pero... ¿y tú?

V: Yo me quedo deteniéndolos aquí.

M: Pero si no puedes mover tu maldita pierna (decía agachándose y colocándose a su altura) No te voy a dejar sola, tu no nos dejaste solos...

V: Malú por favor... (decía con la voz temblorosa, tomó aire y le tomó la cara) Por favor cariño ve... ve con los niños... por favor... (decía ya perdiendo la compostura en su voz) no me perdonaría nunca que te pasara algo, por favor... por favor... sniff

Malú la miraba con sus ojos empañados y negándole. Hugo aparecía con los niños quienes no entendiendo nada y miraban asustados a todos.

V: Vayan (decía soltando la cara de Malú) no podemos esperar más (decía tomando aire y volviendo a su semblante serio) ¡Váyanse ya, joder!

H: Presidenta (la miraba serio con un nudo en la garganta y Malú ya lloraba)

Lu: Mami... ¿qué pasa?

Malú miraba a sus hijos y se levantaba apretando sus puños mirando a Vanesa, diciéndole con sus ojos aquello que no había podido decir por no tener más tiempo... por todo.

Vanesa le sonrío y asintió, luego miró a Hugo tomó aire nuevamente y le dijo:

V: Quiero que me dejes pero no aquí, ayúdame a retirarme en el granero.

H: Te... te dejo mi arma.

V: No, llévala y no pares hasta encontrar un lugar seguro. Hugo promete que...

H: Se lo prometo jefa, por mi vida.

V: Así me gusta ffuuu vale, ayúdame.

Hugo la llevaba hacia el granero. Malú no pronunciaba palabra mirando el suelo y los niños miraban todo pero con el susto no decían nada.

Ya dentro Vanesa lo tomaba de las solapas.

V: ¡Cuídalos con tu vida! ¡hazlo por mí, no tan sólo porque es la presidenta! ella...

A Hugo se le empañaban los ojos de lágrimas.

H: Sí Jefa, lo sé, no me diga más... Me... me ha encantado trabajar con usted.

V: Anda no te pongas moñas y vete ya con ellos... Corran Hugo, corran todo lo que puedan y no piensen en mi ¿vale?

Le asentía mirándola por última vez y saliendo de allí. Vanesa miraba su arma y le sacaba el seguro respirando rápidamente, luego movía su cuello tratando de que aquellas lágrimas que querían salir no lo hicieran. Sintió a alguien correr y miró hacia un lado, era Malú que la miraba y ella tan sólo le dijo:

V: ¡Por favor vete...!

M: Gra...gracias (decía acercándose bruscamente)

Sin darse cuenta sintió como sus labios eran tomados por otros ajenos, unos que a pesar del lugar, el polvo, el frío, el hambre y el miedo, le supieron a gloria. Por unos segundos ya no estuvo en aquel lugar sino que se vio con ella en aquel jardín, en la noche, luego de un cigarrillo y un café y una buena conversación. Volvió a sentir aquel perfume que la embrujaba y un sabor de boca y un temblor en su cuerpo como nunca antes había sentido, ni siquiera le dio tiempo para acariciar su rostro, ni siquiera le dio tiempo para acariciar sus cabellos, fue breve pero aún así... precioso.

Cuando abrió los ojos Malú ya no estaba y tan sólo atinó a tocarse sus propios labios y sonreír para luego tomar aire y mirar por la rendija de aquel granero para ver como cuatro siluetas se perdían por en medio del bosque y se prometió hacer lo que fuera necesario para que estuvieran bien.


Las manos le sudaban pero era lo de menos, el latido de su corazón ya había amainado por lo que sus sentidos estaban completamente alerta. Con los ojos cerrados, sentada en aquel madero de medio lado, sólo había intentado calmarse y que su cabeza no comenzara a pensar en aquellos últimos minutos en que la tuvo cerca. Con la pistola en la mano esperando cualquier señal que le dijera que debía actuar. Por su cabeza trataba de argumentar el cómo habían llegado a esa situación y en quién era "el o la artífice" de todo ello.

Los sonidos de los pájaros los odió en ese momento, hubiera querido el más pulcro silencio para poder actuar mejor y que sus sentidos estuvieran enfocados a cualquier movimiento o sonido extraño. Miró su reloj y ya habían pasado unos veinte minutos desde que desaparecieran sus acompañantes.

Suspiró y negó tratando de sacarse de la cabeza aquella sensación vivida por aquel beso regalado al cual no le quería poner nombre alguno.

Y en eso estaba cuando comenzó a sentir de lejos el ruido de un motor. Se sentó más recta mirando por la rendija, pero no veía nada aún. Tragó saliva al darse cuenta que aquel ruido se acercaba cada vez más. Tomó aire y cerró los ojos para tan sólo concentrarse en él y como segundo a segundo se iba a cercando cada vez más.

Hasta que ya lo tenía encima. De forma lenta tomó el arma y desactivó el seguro, dejándola lista para dar los disparos necesarios. Volvió a cerrar los ojos y sintió claramente como aquel motor se detenía a unos escasos metros de donde estaba.

Luego silencio... absoluto silencio... y después el ruido de una puerta y unos pasos que claramente venían hacia el granero, donde precisamente ella estaba. El sudor le corría por la frente pero su respiración era calmada. Se pasó la lengua por sus labios secos, apretó los dientes y al mirar hacia el lado y ver aquella sombra que se acercaba a paso lento se irguió parándose a duras penas no sin antes pronunciar un "Da la vida" levantando sus brazos y apuntando hacia la entrada del granero.

Al ver el primer ápice de aquella silueta entrar, tomó aire en segundos y apuntó.

Sus ojos se abrieron de par en par al ver a un hombre mayor de cejas blancas y barba igual, que con un sombrero en la cabeza entraba allí sin mirar alrededor. Luego tras de él entraba un perro, un pastor alemán quien sí la miraba y comenzaba a hacer muecas con su hocico para luego comenzar a ladrar, lo que hizo que finalmente Vanesa le apuntara al perro gritando:

V: ¡Quieto allí!

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Continuará... :)

La escoltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora