13.

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Les entregaron dos dossiers con las dependencias del palacio. Les entregaron el itinerario de los niños, sus nombres y fotografías. Eran dos niños preciosos.

Luego los llevarían a su primera jornada, por lo que se quedaron leyendo lo entregado y esperaron con un café. Pero antes Ramón Melendi, el coordinador de escoltas del palacio les dijo:

R: Por último, a quién escoltan no lo deben divulgar ni a vuestras familias.

H: Pero...

R: A nadie, es una orden.

V: Comprendido.

R: Bien, acompañadme. De ahora en adelante vosotros serán unos observadores pero sin inmiscuirse ¿entendido?

V y H: Sí señor.

Caminaron despacio hasta ubicarlos fuera de una habitación del palacio.

R: Colocaos en los lados de la puerta. Cuando salgan saludáis sólo asintiendo sin esperar respuesta y los escoltáis pendientes de cualquier movimiento externo que no sea el normal. Recordad, su misión es salvaguardar y proteger la integridad física y moral de vuestros escoltados teniendo en cuenta el espíritu de servicio y sacrificio necesarios, de antemano debéis anteponer vuestra propia vida si la situación lo amerita. Y por último, vosotros debéis actuar en vez de reaccionar.

Le asintieron ambos colocándose en las posiciones dadas y Ramón Melendi los dejó alejándose de allí.

Allí parados ambos, Hugo miraba a Vanesa.

V: Hugo no me mires a mí, creo que en vez de pasar el curso de oficial no sé donde fuiste. Mira a tu alrededor.

H: Sí, sí...

V: Joder no entiendo como a ti te enviaron aquí conmigo (decía mirando hacia los costados)

H: Será que tengo el karma de...

En ese momento la puerta se abrió saliendo de ella la presidenta. Nuevamente estaba frente a ellos, o a su lado esta vez. La saludaron como dijo Melendi, ella les semi sonrío haciendo lo mismo y se giró para decir hacia adentro de aquella habitación:

M: Que os vaya bien mis príncipes (y luego cerró la puerta)

Los volvió a mirar a ellos, volvió a asentir quizás diciéndoles "dejo a mis hijos en vuestras manos" con la mirada, pensó Vanesa, y caminó dos pasos saliendo un escolta de la esquina quien se fue con ella. Ellos siguieron allí erguidos, Vanesa tratando de que saliera de sus fosas nasales ese olor, esa estela tan agradable de perfume que había dejado.

A los pocos minutos apareció una mujer de unos cincuenta años quien los saludó.

-: Buenos días.

V y H: Buenos días.

Entró a la habitación y en menos de un minuto salió con dos pequeños quienes reían y hablaban con ella.

Tanto Hugo como Vanesa se irguieron de nuevo y los miraron. Los niños al seguir caminando con la señora se giraron a mirarlos. Ellos comenzaron a caminar siguiéndolos a unos tres metros. Uno de los niños se giraba por momentos de la mano de aquella mujer y sonreía mirando a Vanesa, ella ni se inmutó, tan sólo siguió caminando.

Casi ya al salir del edificio, el otro niño se soltó de la mujer de improviso girándose, miró a Hugo, le sacó la lengua y le pateó una espinilla con todas sus fuerzas para luego rápidamente volver a darle la mano a la señora.

Hugo: Jo... aaynnss...

Hugo con un evidente dolor y dando saltitos seguía caminando. Vanesa no aguantó sonreírse y al mirar en frente el otro niño le sonrío aún más. Ella trató de apaciguar su sonrisa recordando aquel "Ustedes son observadores, no deben inmiscuirse" así que volvió a la seriedad mirando a Hugo y riñéndole en un susurro para que se recompusiera.

Finalmente llegaron afuera. Vanesa se instaló en la furgoneta que los esperaba al lado del chofer y luego Hugo en la parte de atrás de la van, partiendo hacia el colegio de los niños.

La mujer que iba con ellos mantenía una conversación que Vanesa escuchaba y por momentos trataba de no sonreír por la misma.

Ana: Éric no debes andar pegándole a la gente por Dios, faltaba más.

Éric: Es feo, tiene los pelos tiesos Ana.

A: Deberías aprender de tu hermano, tan tranquilo que es.

Ér: Lucas es soso.

Lu: No soy soso, soy educado.

A: ¿Ves?

Ér: Luego no me pidas que te defienda.

Lu: No quiero que me defiendas.

A: ¿Por qué tendrías que defenderlo?

Ér: Porque es un soso.

A: Éric basta ¿no?

Ér: Aaahhh... además, no me gusta que tengamos escoltas.

A: Es necesario y punto.

Ér: No me gusta.

Lu: A mí sí, la escolta mujer es guapa.

Vanesa allí ya no aguantó la sonrisa que se dibujo en su cara mientras Hugo aún se sobaba la espinilla en la parte de atrás.

Luego se quedaron a unos metros de la sala de clases. A la hora del recreo los vigilaban desde lejos, atentos a todo. Era Lucas quien de vez en cuando miraba a Vanesa desde los columpios. En tanto Éric realmente era inquieto. A pesar de ser gemelos eran muy distintos.

De regreso el mismo viaje en la furgoneta para finalmente quedar parados nuevamente al lado de la puerta, esta vez, de la habitación de juegos.

H: Aún me duele la espinilla...

V: Te dio fuerte (decía mirando hacia todos lados)

H: Esto... es un poco lento.

V: Sí, aburrido. Bueno, sacando el espinillazo que te dieron jajajaja

H: Muy gracioso. Cuando te dé a ti, ya verás.

V: Yo no soy tan torpe como para dejar que un niño de 6 años me dé un espinillazo.

A las 7h fue el cambio de turno. Saludaron a sus colegas y se dirigieron a cambiar. Luego cada uno se retiró a su casa.

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Holaaa! veo que de momento sois pocos lectores, así por eso tardo un par de días en actualizar para que de tiempo a que gente nueva se enganche y se ponga al día ;)
Continuará...

La escoltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora