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En casa, la señora Simona miraba por la ventana mientras Malú daba vueltas por el salón.

Sim: Hija va a hacer un surco en el piso, tranquilícese.

M: No puedo Simona, no puedo.

Ambas se miraban al escuchar el sonido de un motor acercarse.

Sim: Son ellos...

M: Dios...

Las luces se acercaban siendo Simona quien se aproximaba primera a la puerta saliendo por ella.

Malú se quedaba quieta mirando por donde salía, suspiraba y se erguía diciendo:

M: Bien Malú... a volver a tu vida (tragaba saliva y nuevamente tomaba aire saliendo también de la casa pero a paso lento)

Ya afuera veían como la camioneta ya estaba a unos metros y Malú se sorprendía al ver que no venían solos. se puso aún más seria cuando  la camioneta paró.

Al parar el motor, de atrás salieron dos hombres. Orozco empezó a acercarse lentamente asintiendo.

Or: Presidenta...

M: Buenas... (miraba hacia atrás y su seriedad se derrumbaba al ver a Vanesa salir y trás de ella a Ana, quien con  cara compungida la miraba) Ana... (susurraba inmóvil)

A: ¡Hijaaaaaaaa!

Y se abalanzaba sobre ella abrazándola. Malú respondía el abrazo cerrando sus ojos.

M: Gracias a dios Ana.

A: Ayynnsss cariño sniff cariño sniff cariño...

M: Yaaa shh... ya estoy aquí, estamos bien.

A: (se separaba y la miraba con grandes ojos) Los niños... ¿y los niños? (decía aceleradamente)

M: Están bien Anita, están bien. Están durmiendo ambos, tranquila.

A: ¿Pero qué ha pasado...? ¿Cómo?

V: Ana eso lo discutiremos adentro que hace frío ¿sí? eehh Malú, ella es mi madre.

Malú miraba a Toñi y sonreía acercándose.

M: Buenas noches (le tendía la mano muy compuesta, Vanesa fruncía el ceño y miraba el suelo)

To: Presidenta, es un placer...

M: Placer el mío al conocer a la madre de una de las mejores escoltas que hemos tenido.

Vanesa la miraba tristemente cuando Malú también lo hacía y decía:

M: ¿Entramos?

En ese mismo momento sentían como Cesariano, el pastor alemán de don Paco, comenzaba a ladrar como loco y tan sólo a unos metros de ellos les decían:

-: ¡Que nadie se mueva o matamos a la presidenta! ¡Quietos!

Todos se quedaron de piedra. Nadie se movía mientras Cesariano se perdía en la oscuridad con incesantes ladridos, hasta que un disparo sordo lo acalló. Don Paco abrió grandes ojos.

Paco: Cesariano, ¡noooo!

-: No se mueva viejo de mierda.

Don Paco se quedaba en su posición con los ojos acuosos y dientes apretados, mientras Vanesa cerraba los de ella no pudiendo hacer nada. Orozco miraba a todos impotente. Toñi y Ana estaban casi desmayadas abrazándose ambas. Malú abrazaba de los hombros a la señora Simona quien también lloraba de manera silenciosa, y además rezaba en silencio para que sus hijos no aparecieran en ese momento. Y Hugo... Hugo aun arriba de la camioneta se escondía como podía.

La mirada de Vanesa iba de un lado a otro tratando que sus ojos enfocaran como un gato, pero entre la oscuridad no se veía a nadie. Hasta que detrás de la camioneta apareció primero una figura, un hombre bastante corpulento con bigotes que traía una arma en sus manos apuntándoles a todos. luego atrás de él aparecía el segundo, más delgado y más alto con un gorro negro en su cabeza, bastante más nervioso que el primero y con una herida en su pierna más el destrozo de su pantalón que evidenciaba el ataque del perro.

Se dirigieron hacia el grupo ambos pistola en mano.

Cano: No os mováis ¡nadie! si alguno se mueve deja de respirar. Suban sus manos, ¡ahora!

Todos lo hacían menos Vanesa que sólo levantaba una.

Cano: ¡Tú también!... ¿o eres sorda?

V: No puedo...

Cano: Mis cojones ¡que levantes ambas manos!

V: Estoy herida en una pierna, me caería.

Simona: Ella dice la verdad señor, es... es mi hija.

Cano: Mire veterana ¡usted se calla! tengo la foto de esta mujer y es una escolta. ¡Levanta tu puta mano! ¡Joder!

Vanesa apretaba sus labios mientras miraba al otro hombre a quien ya le surcaban la frente múltiples gotas de sudor en un estado claro de nerviosismo. al mismo tiempo pudo ver como Hugo comenzaba a salir lentamente de atrás de la camioneta con su arma apuntando tras de ellos.

En un rápido movimiento, al levantar la mano, hizo como que trastabillaba cayendo estrepitosamente hacia el lado.

El que le gritaba se le acercó rápidamente y le propinó un golpe certero con la misma pistola en la cara. Vanesa cayó más fuerte al suelo y las mujeres gritaron mientras el hombre la miraba desde arriba.

Cano: Esto te pasa por idiota. ¿Qué te dije?

M: Ahora sí que no podrá levantarse ¿no se da cuenta? (y se inclinaba para levantarla)

Cano: ¡No la toques! Yo lo hago (decía enfadado acercándose a Vanesa quien se quejaba en el suelo)

En breves segundos el hombre se fue inclinando para tomar a Vanesa de un brazo y el otro con el arma en mano, la cual no soltaba y dirigía sin dejar de mirar a la presidenta, decía:

Cano: Cualquier movimiento en falso y la mato.

V: Aayynnss no se preocupe, yo siempre sigo los protocolos (decía Vanesa quejumbrosa)

Cuando en un milisegundo el hombre dejó de mirar a la presidenta y la miró a ella para agarrarla bien y levantarla, Vanesa con un movimiento exacto de una mano le tomó el brazo en que tenía el arma y con la otra sacó el arma que ella ya tenía a punto para disparar desde debajo de su manta que la cubría, y dio un disparo certero.

En ese mismo momento dos disparos más se escucharon.

Uno de ellos fue directo dándole en la espalda a la altura del corazón al otro hombre armado quien caía al suelo rebotando fuertemente.

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¡GRACIAS!
Menudo boom de votos y comentarios en el capítulo anterior, gracias por hacerme saber que sois muchos lo que aun seguís por aquí fieles y enganchados :)
Continuará...

La escoltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora