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Revisaba la última auditoría encargada por ella misma de un asesor de confianza y sus ojos no daban crédito a lo que estaba leyendo. Definitivamente el cohecho que temía que hubiera existido se veía más que claro. y por lo visto las cantidades de las cuales se hablaba eran extremadamente superiores a los que ella misma había pensado. Miró casi incrédula al auditor, el cual se arregló la corbata nervioso.

M: ¿Está absolutamente seguro de esto, no?

-: Lamentablemente sí, señora presidenta. Existen una serie de procesos administrativos los cuales no se llevaron a cabo, sumado a la extraña adjudicación de muchas de las empresas que están actualmente ejecutando las obras. Y me temo que estas prácticas han sido sistemáticas y muchas personas están coludidas para ello.

Malú instintivamente se llevaba una mano al mentón y lo acariciaba nerviosamente, sus peores sospechas se hacían realidad y debía tomar una de las decisiones más grandes de todo su mandato.

Con los antecedentes ya en mano y sola en su escritorio, miraba hacia la nada. Se encontraba en una encrucijada la cual por momentos la hacía pensar en todo el recorrido que había realizado hasta ser la presidenta del país.

Posó con suma delicadeza su espalda en el respaldo del sillón mientras cerraba sus ojos. Luego, a los segundos, los volvió a abrir alargando su mano y abriendo el primer cajón a la derecha. Allí estaba, un paquete de cigarrillos ya abierto. Sonrió al verlos y volvió a suspirar como ya lo había hecho demasiadas veces desde que el auditor la hubiera dejado sola. Se levantó y se preparó un vaso de coñac para luego volverse a sentar, dar un primer sorbo y mirar fijamente los cigarrillos en la mesa. Volvió a alzar su mano para sacar uno de ellos y encenderlo. Se acomodó de nuevo hacia atrás fumando con una mano y con la otra tomando la copa y observando su contenido. Mientras hacía aquello miraba de reojo aquel informe y al mismo tiempo volvía a cerrar los ojos, ante su mente se presentaba tan sólo una sonrisa que hacía que la de ella se esbozara aunque un tanto forzada y triste.

Continuó unos minutos así hasta que apagó el cigarrillo y dejó el vaso en la mesa tapándose la cara con ambas manos y tan sólo pronunciando un fuerte y claro1.

M: Mierda...


Esa misma tarde un hombre cortaba una llamada telefónica tras una acalorada conversación.

Val: Bueno ¿y?

Hid: Él dice que quiere la cabeza de Sánchez.

Val: Joder, pero si ya la teníamos acojonada.

Hid: Se lo dije pero no le convence. Quiere su cabeza o hablará, dice que tiene pruebas y todos los nombres de los involucrados.

Val: Bien entonces debemos adelantarnos e ir a negociar directamente con ella.

Hid: ¿Hoy?

Val: Hoy mismo.


Vanesa se encontraba viendo sus horarios del próximo lunes en su habitación. La semana siguiente le tocaría con los niños y a la siguiente con presidencia. Sonrió y cogió su móvil llamando a quien lo hacía regularmente en ese horario.

Lamentablemente tras varios tonos no obtuvo respuesta. Pasados unos minutos frunció el ceño preocupada ya que era la primera vez que no tenía respuesta a su llamada y tampoco un mensaje de texto a los segundos.

Se levantó de su cama y fue al salón donde su madre como siempre veía el telediario mientras tejía. Ella se fue a hacer un café cuando oyó que tocaban al timbre de casa.

La escoltaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora