Capítulo 29✓

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Después del término de mis clases me percato que he olvidado mis llaves, probablemente las haya dejado en el salón de economía, fue en esa clase en donde estaba alterada.

—Tengo que regresar por mis llaves —digo— Supongo que nos veremos más tarde, ¿Vas con Jasón?

Al parecer su cita fue demasiado bien, me dijo que han quedado otra vez para almorzar y resolver asuntos de la nueva fundación.

—Te puedo prestar las mías —hace ademán de buscar en su bolso y la detengo— necesito que hablemos luego sobre algo importante.

—No hace falta, tengo que ir por las mías. ¿Es importante.

Hace una mueca de lado— depende de cómo lo veas.

—¿Puedes decirlo ahora?

—No es el lugar más adecuado —murmura con incomodidad— Te lo digo cuando haya llegado a casa.

—De acuerdo —trato de sonar convencida— Nos vemos.

Le doy un pequeño abrazo antes de volver a los pasillos de la universidad. Hay pocos estudiantes ya, entro al salón de economía sin tocar la puerta ya que debe estar vacía.

Subo con cuidado los escalones hasta llegar el área que utilicé, deslizo el pequeño cajón y al abrirlo no hay nada.

—¿Buscas tus llaves? —me asustó al escuchar una voz.

Me acomodo los mechones de cabello para ver de quién se trata.

—Si —respondo, Adam aún sostiene las llaves en el aire. —¿Por qué las tienes?

Bajo las escaleras para llegar a él. Una sonrisa burlona adorna su rostro, el traje le queda muy bien. Me detengo a un metro de el.

—Se cayeron cuando salias del aula —responde.

—¿Me las puedes entregar? —estiro mi brazo.

—Solo si vienes por ellas —demanda.

—No estoy para juegos.

—¿Quien dijo que estoy jugando? —agita las llaves.

No lo hagas, esto puede terminar mal.

Camino unos cuantos pasos para llegar a él, puedo sentir su colina chocar en mi. Intento tomar las llaves pero él es ma rápido y alza su brazo haciéndome chocar contra su pecho.

Mi respiración se vuelve pesada y se entre corta cuando su mano se coloca en mi cintura para no caer al suelo.

—¿Qué intentas lograr? —cuestiono con voz sutil.

—Todo, solo si tú estás dispuesta —dice, no se en que momento coloco su mano libre en mi cintura. Mis manos están sobre su pecho— ¿Estás cómoda?

—Esto no está bien —mi pecho sube y baja— alguien puede entrar.

—Descuida —propone— ¿Podemos vernos luego?

—Tengo más cosas que debo terminar —formulo luego de un silencio.

—¿Quieres que te suelte? —su respiración cae en mi rostro y evado su mirada.

No.

—Si.

—Ahora dilo mirándome a la cara —pide— ¿Puedes?

—Lo digo enserio —titubeo un poco.

El sonríe. —Lo que tu digas.

Sus manos sueltan mi cintura a la vez que yo alejo mis manos de su pecho. El habla pero no le prestó atención ya que en un movimiento rápido tomo las llaves del escritorio y salgo a toda prisa.

A través de Sus Ojos |Completa|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora