Capítulo 6: La Orden del Fenix

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—¿Dónde está la chica? —preguntó el hombre una vez que se hubo quedado a solas con los Malfoy y Ethan.

Ninguno respondió. De hecho, no habían tenido noticias de la joven desde que había abandonado el colegio, pero temían decirle aquello a Lord Voldemort, pues sabían que les castigaría por haberla perdido de aquella manera. No habían cumplido con su obligación de cuidarla, sino que habían impedido que la chica se quedase con ellos aquel verano, la habían rechazado. No les cabía la menor duda de que aquello tendría consecuencias.

—¿Acaso preferís que lo vea por mí mismo? —insistió furioso el hombre. Podía entrar en las mentes de las personas pensaban gracias a la legeremancia, un arte que él dominaba a la perfección y al que ninguno de los presentes, ni siquiera su hijo, podría resistirse.

—Señor... pensamos que sería mejor alejarla de aquí, ya que es demasiado joven... Le dijimos que no podía quedarse en nuestra casa este verano —confesó finalmente Narcisa.

Lord Voldemort, lleno de frustración, hizo salir de allí a los Malfoy, quedándose a solas con su hijo, la única persona que conocía su secreto, exceptuando a Alice. Una vez a solas con su primogénito, se permitió lanzar un grito de rabia.

—¡Quiero ver a tu hermana aquí ahora mismo! —le gritó a Ethan, que se mostraba impasible.

—Padre, creí que lo mejor sería mantenerla alejada, respetando la voluntad de mamá... Solamente quise protegerla.

El hombre suspiró. Comprendía que su hijo había actuado para proteger a su hermana menor, pero odiaba la idea de que Alice estuviese lejos de su casa y de su familia. Era consciente de que la chica estaría mejor si la mantenían al margen, de modo que, por mucho que le costase tenerla alejada, lo haría por su seguridad y para que pudiese vivir una vida tranquila.

—Quiero que descubras dónde se encuentra y te asegures de que está segura —ordenó—. Si lo está, quiero que se mantenga donde está.

Ethan asintió antes de abandonar el despacho de su padre en la Mansión Malfoy. Mientras caminaba por el pasillo, se cruzó con Theodore Nott, cuyo padre era mortífago y a quien esperaba el mismo destino. Sabía también que era muy cercano a su hermana, o al menos lo había sido en los años que él mismo había estudiado en Hogwarts.

—Nott —llamó, haciendo que el joven se detuviese y le mirase con un respeto que nunca antes había demostrado tenerle—. ¿Sabes algo de Alice Black?

El chico bajó la vista y negó con la cabeza, con expresión abatida.

—No, señor —admitió—. Alice me dijo que sus tíos no la habían admitido en su casa, por lo que le ofrecí quedarse en la mía y aceptó. Pero después de lo que sucedió en la última prueba del Torneo de los Tres Magos, Dumbledore la llamó y fue a su despacho. No he sabido de ella desde entonces.

Ethan asintió y siguió con su camino mientras se preguntaba qué relación tendría exactamente su hermana con Nott. Debía de ser una muy cercana si había estado a punto de quedarse en su casa durante todas las vacaciones.

***

Alice se había negado a salir de su habitación más que para comer. Sirius había intentado de hablar con ella en varias ocasiones, pero ella se había negado a escucharle. No quería que comenzase a hablar mal en contra de su padre y hermano, ni que intentase convencerla para que apoyase a los "buenos".

Unos días después de su llegada, comenzaron a aparecer magos y brujas a los que no había visto nunca antes, y la casa se convirtió en cuartel de lo que llamaron la Órden del Fénix, un grupo de magos que habían luchado contra Voldemort antes de su caída y que creían en su regreso. Estaban, al parecer, a las órdenes de Dumbledore. El resto de la comunidad mágica no confiaba en la palabra de Harry Potter y el regreso de Voldemort.

Los herederos de Voldemort  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora