Capítulo 49: Vuelta al Expreso de Hogwarts

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En el andén 9 ¾ estaba algo más vacío de lo habitual, especialmente por la ausencia de hijos de muggles. Alice caminaba con tranquilidad junto a Blaise, Theodore y las hermanas Greengrass. Ethan había ido hasta el tren para despedirse y al mismo tiempo observar la situación.

Los aurores no podían detenerlo, no en aquellas circunstancias, con tantos niños de por medio, de modo que Ethan solamente recibía miradas de terror que parecían gustarle.

—Deja de mirarlo así —le dijo Astoria a su hermana al darse cuenta de cómo miraba al chico—. Se dará cuenta.

Alice escuchó el comentario y miró a sus amigas riendo. Era consciente de que su hermano lo había oído también, puesto que estaba cerca y dirigió una rápida mirada a las chicas. Se detuvo unas milésimas de segundo más en Daphne, aunque pronto apartó la mirada, desinteresado.

—No se lo tengas en cuenta —susurró Alice, dado que su hermano sabía lo que sucedía.

—No las mataré por mirarme, si es lo que piensas —la tranquilizó él—. Debo irme ya... Cuídate.

Alice asintió. Apenas tuvo tiempo de despedirse, pues su hermano se alejó de donde ella se encontraba y pronto lo perdió de vista entre la multitud. Justo entonces, una pelirroja se acercó a ella, apuntándola con la varita, increíblemente furiosa. Se trataba de Ginny Weasley, la hermana menor de Fred, a quien Alice había esperado encontrar de aquella manera.

—¡Tú atrapaste a mi hermano! —acusó—. ¡Déjalo libre!

Alice sacó su varita y apuntó a la pelirroja. No estaba dispuesta a que una bruja como ella creyese poder amenazarla. Era una Black, y era hija de Voldemort; no permitiría que nadie se metiese con ella. Sus compañeros observaban la escena divertidos, aunque dispuestos a intervenir si la situación se complicaba.

—No fui yo quien capturó a tu querido hermano —le hizo saber Alice—. Si no está muerto ahora mismo, es solamente gracias a mí.

—¡Mientes! ¡Estás con ellos! ¡No eres más que una mortífaga!

—¡Ginny!

Alice le habría lanzado una maldición de no ser por el grito angustiado de Molly Weasley, quien corrió hacia su hija junto a su marido. Ambos sabían que no era momento de enfrentarse a Alice Black. Que la joven, aunque solía mostrarse tranquila, era alguien a quien no convenía tener como enemiga.

—Ten cuidado —advirtió a la pelirroja—. Ahora soy supervisora en Hogwarts; no te recomiendo comportarte así.

Los señores Weasley la observaron con sorpresa, pero ella se limitó a dar media vuelta y entrar en el tren con sus amigos. Escogieron un compartimento vacío y entraron los cinco. A Alice le resultaba extraño no tener a Draco con ellos, pues su primo se había quedado para cumplir las órdenes del Señor Tenebroso y cumplir así con su deber como mortífago.

—Estoy impaciente por ver qué es lo que hacen los hermanos Carrow —comentó Zabini, pensativo—. Además, ahora que Snape es director, seguramente favorecerá a Slytherin.

—No es muy difícil adivinar lo que sucederá —comentó Alice—. Los Carrow enseñarán Artes Oscura, y también enseñarán la superioridad de los magos frente a los muggles. Hogwarts dejará de ser como lo conocemos.

Las hermanas Greengrass no dijeron nada. Su familia era de sangre pura, y no les gustaban demasiado los hijos de muggles, pero a pesar de ello, no eran tan radicales como otras familias de magos. Tampoco procedían de una familia de mortífagos, como muchos de los alumnos de Slytherin.

—¿Qué harás tú? —le preguntó Zabini a Alice—. Tengo entendido que te convalidaron los ÉXTASIS...

—Supervisar lo que ocurre —contestó Alice—. ¿Acaso crees que dejarían a unos mortífagos al mando de Hogwarts sin supervisión alguna? Me encargaré personalmente de que no maten a ningún alumno ni lo lleven a la locura, como hizo mi tía con los Longbottom. Aunque no puedo impedir que los sometan a torturas; no tengo permiso para impedírselo.

—En ese caso, supongo que no te quedarás en la sala común de Slytherin —comentó Daphne.

—No —confirmó Alice—. Tendré una habitación individual, cerca de las mazmorras... —explicó mirando significativamente a Nott, quien comenzó a reir al descubrir sus intenciones.

De pronto, varias voces comenzaron a oírse desde el pasillo. Alice vio que alguien había lanzado un hechizo, de modo que lo que fuera que había sucedido era algo serio. Alice se asomó por la puerta del compartimento junto a Daphne para observar qué ocurría. En medio del pasillo se encontraban Neville, Ginny y Luna Lovegood y, frente a ellos, los hermanos Carrow los amenazaban con sus varias.

—¡He preguntado dónde está Potter! —gritó Alecto, fuera de sí.

Los chicos, miembros del Ejército de Dumbledore, no dijeron nada, y los mortífagos se disponían a lanzar una maldición cuando Alice intervino.

—No está en el tren —dijo, avanzando hacia ellos—. Sería una estupidez que estuviese aquí sabiendo que lo buscan.

Ambos hermanos la observaron, reconociéndola al instante. El Señor Tenebroso les había dicho que estaría allí, y que se encargaría de supervisar lo que ocurría en Hogwarts con el fin de que la situación no se descontrolase. Los mortífagos, conscientes de que era Lord Voldemort quien deseaba que Alice estuviese allí, aceptaron sin protestar la presencia de la bruja.

—Debíamos revisar el tren —dijo Amycus.

—Bien. Pero considero innecesario castigar a los estudiantes antes de haber llegado a Hogwarts. Habrá tiempo de hacerlo más adelante.

Ambos mortífagos asintieron y se marcharon, y Alice se dirigió entonces a los dos Gryffindor y la Ravenclaw, que la observaban sorprendidos.

—En cuanto a vosotros, deberíais tener cuidado de ahora en adelante —comentó—. Los Carrow no os castigarán limpiando ni copiando; os torturarán. Y yo no podré evitarlo.

Dicho aquello y sin esperar respuesta, regresó a su compartimento, con sus compañeros, que habían escuchado lo que había dicho. Si bien Alice odiaba a Ginny Weasley, el hecho de que los profesores pudiesen torturar a los alumnos a modo de castigo no era una idea que le agradase demasiado.

—Has hecho lo correcto —le dijo Theodore, dándose cuenta de lo que le ocurría—. Eres diferente al Señor Tenebroso, Alice, tú no infringes daño sin un buen motivo.

La joven era consciente de ello. Había heredado el carácter de su madre, según le decían. Mientras que su padre y hermano no se detenían a pensar en los demás, ellas no deseaban torturar o asesinar sin ningún motivo. Y, si algún día Voldemort lograba hacerse con el control del mundo mágico tal y como deseaba, deberían ser ellas quien le hiciesen ser razonable, quienes compensasen su odio.

—Puede que tengas razón —comentó—. Aunque espero que sepas que eso no implica que no pueda lanzar una maldición a quien me moleste demasiado —agregó bromeando.

—En ese caso, creo que será mejor que me quede en mi cuarto... —comentó Nott.

Alice le fulminó con la mirada al escuchar aquello, y el chico levantó las manos mientras soltaba una carcajada. La verdad era que la idea de pasar las noches con su novia le había gustado demasiado, y no se veía capaz de desaprovechar aquella oportunidad de oro que se le había presentado.

—Atrévete a hacerlo y haré que te expulsen de Hogwarts, Nott.

—Cariño, ambos sabemos que no soportarías estar en el castillo sin tenerme cerca.

Y, aunque no lo dijo en voz alta, Alice debía admitir que su novio estaba en lo cierto.

Los herederos de Voldemort  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora