Capítulo 7: Nuevo miembro de la Orden

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Las noticias de El Profeta tachaban de mentirosos a Albus Dumbledore y a Harry Potter y, aunque Alice reía cada vez que leía las noticias, a los miembros de la Orden no les parecía tan divertido aquel tema. Se preocupaban por la seguridad de la comunidad mágica y por la incompetencia del ministro, quien parecía estar demasiado ciego y se negaba a creer que Voldemort pudiese estar de vuelta.

—Está recuperando fuerzas para continuar con sus planes —decían los miembros de la Orden del Fénix, mientras insultaban al ministro por no prestarles atención.

Aquella no era la única preocupación existente. Al parecer, el famoso Harry Potter había sido atacado por dementores mientras andaba por la calle, por lo que se había visto obligado a realizar un patronus para ahuyentarlos. Dado que era menor de edad, el Ministerio de Magia había organizado una vista en la que se decidiría si el chico continuaba o no en Hogwarts.

—¡Alice! —la llamó Fred mientras ella se encontraba leyendo un libro de magia negra que había sacado de la biblioteca sin que nadie se diese cuenta.

La joven escondió el libro y se apresuró a ir a la habitación de los gemelos, donde se las habían arreglado para montar un pequeño laboratorio donde poder desarrollar sus productos. Alice les había enseñado hechizos para ocultarlo todo cuando saliesen, por si algún adulto entraba en el cuarto. No podían ser descubiertos o los señores Weasley les castigarían.

—Queremos hacer una pastilla saltaclases —le explicó George cuando llegó y se sentó en el suelo junto a ellos—. Hemos encontrado una poción que hace que sangres de la nariz y te desmayes, pero debemos prepararla y encontrar otra para recuperarse después.

—Eso resultaría muy útil en las clases de Historia de la Magia —comentó ella, recordando al aburrido profesor Binns, el único profesor que era un fantasma.

Sustituyó a George junto al caldero y continuó preparando la poción ella misma, asegurándose de que los gemelos no hubiesen cometido ningún error. Una vez lista, hizo un movimiento de varita y logró que el líquido se convirtiese en pequeñas pastillas.

—Te dije que necesitábamos su ayuda —le dijo Fred a su hermano, entusiasmado—. Genial, ahora solamente tenemos que encontrar la poción para recuperarse.

Mientras Fred se quedaba en su cuarto guardando y ordenando las pastillas, George y Alice fueron a la biblioteca, en busca de libros de pociones. Molly Weasley quedó perpleja al verles caminar juntos por el pasillo, hablando como amigos, y aún más la sorprendió el hecho de que fuesen a la biblioteca. Sirius se limitó a sonreír, pensando que su sobrina estaba comenzando a comprender qué lugar debía tomar en la guerra que se avecinaba.

George no sabía ni por dónde comenzar a buscar, pero Alice, quien había leído ya gran parte de los libros, recordaba haber leído algo sobre pociones de sanación. Tardó poco menos de media hora en encontrar la poción que buscaba, y cuarenta minutos más en elaborarla, debido al tiempo necesario para su preparación.

—Increíble —halagó Fred—. Obviamente, te daremos un porcentaje del dinero que ganemos y...

—No es necesario; creo que necesitáis más que yo el dinero —respondió la chica—. Mi madre me dejó una buena cantidad y...

—No importa, el mérito es tuyo y tendrás el dinero, quieras o no.

Alice no insistió más, consciente de que los gemelos eran testarudos cuando se proponían algo y que era difícil disuadirles.

—¿Sabes que Harry Potter llegará hoy? —le preguntó George—. He oído que le traerá Moody. Sirius está contento.

En efecto, Sirius Black había repetido una y otra vez lo mucho que deseaba ver a su ahijado y de lo mucho que le recordaba a su amigo James, el padre de Harry. Había ocasiones en las que incluso parecía olvidar que Harry no era James y le trataba como si lo fuera, o al menos era la impresión que tenían quienes le oían hablar.

Los herederos de Voldemort  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora