Capítulo 28: TIMOS

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A medida que pasaban los días, la marcha de los gemelos dejó de ser relevante, puesto que todos los alumnos de quinto estaban preocupados por los TIMOS, los exámenes finales, en los que debían sacar buenas notas. Los nervios eran palpables en el ambiente, e incluso los menos estudiosos prestaban atención en las clases.

Al contrario que los demás, Alice apenas dedicaba tiempo a estudiar. Prefería ayudar a Theodore y Draco con los hechizos y encantamientos más complicados. Aunque la mayor parte de su tiempo se lo dedicaba a Neville, quien no podía estar más nervioso. Debido a los nervios, no lograba que ningún hechizo le saliese según lo esperado, provocando explosiones de vez en cuando.

―Puedes hacerlo ―solía animarle Alice, con paciencia―. Sé que puedes, Neville. Solamente debes confiar más en ti mismo.

El chico tenía un gran problema de inseguridad en sí mismo que Alice trataba de solucionar. Incluso le había escrito a la abuela del chico pidiéndole que escribiese a su nieto para darle ánimos y confiase en él por una vez. La mujer lo había hecho, dando a su nieto los ánimos que necesitaba, y había dicho alegrarse porque Neville se relacionase con alguien tan influyente y capaz como Alice Black.

―Lo intento ―aseguraba constantemente el chico―. Lo haré bien por mi abuela, porque ella confía en mí.

En efecto, aquello le hizo esforzarse al máximo y, según pasaban los días, gracias a su propio esfuerzo y a la inagotable ayuda de Alice, los hechizos fueron saliendo cada vez mejor, hasta que los fallos fueron casi inexistentes. La joven, orgullosa como una madre, hizo entonces salir fuegos artificiales en miniatura de su varita.

―Sabía que lo lograrías ―declaró.

Aquello fue el impulso que el Gryffindor necesitaba para sacar adelante todos los hechizos de los TIMOS, y el inicio de la amistad que uniría a Alice y a Neville durante los años posteriores.

Por su parte, la bruja apenas tenía problemas con las asignaturas, y dedicaba unas pocas horas a estudiar, lo cual no entendía Hermione Granger, quien opinaba que debía dedicar más horas al estudio, pues su futuro podía depender de aquellos resultados.

Cuando finalmente llegaron las fechas de los exámenes y los examinadores comenzaron a llegar al colegio, los nervios aumentaron entre los alumnos.

—Lo que importa no es lo que hayas estudiado —comentaba Draco con orgullo—, sino si estás bien relacionado. Mira, mi padre es íntimo amigo de la jefa del Tribunal de Exámenes Mágicos, Griselda Marchbanks, ha ido varias veces a cenar a mi casa y todo.

―Sabes que eso no te hará aprobar, primo ―replicó Alice, sonriendo con burla―. Griselda es estricta, y tú no serás la excepción.

Sin embargo, muchos habrían pagado por tener en aquellos momentos un contacto en el Tribunal de Exámenes Mágicos, por lo que Malfoy era admirado por muchos.

El primer examen fue Teoría de Encantamientos. Alice sonrió al leer las preguntas, dado que le parecían sencillas, pero se preocupó al ver que, a su derecha, Theodore parecía estar en blanco. Se sujetaba la cabeza entre las manos y no escribía en el papel. La bruja supo que no podía quedarse sin hacer nada de modo que, con disimulo, sacó su varita y copió sus respuestas en el examen de su novio. Éste se sorprendió, aunque comprendió todo en cuanto la miró, y le dedicó una sonrisa de agradecimiento.

Al salir del examen, la joven se acercó rápidamente a su novio y lo llevó a un lado, donde nadie pudiese oír lo que decían, pues no quería arriesgarse a que algún profesor supiese lo sucedido y les suspendiesen el examen.

―Theo, me dijiste que habías estudiado ―le reprendió, un tanto preocupada por él―. ¿Qué ha sucedido?

―No lo sé ―admitió él―. Había estudiado, te lo aseguro, y sabía las respuestas... pero cuando ha llegado el examen me he quedado en blanco. He comenzado a pensar que mi futuro puede depender de uno de estos exámenes y...

Los herederos de Voldemort  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora