Capítulo 36: Reencuentro

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No hubo ningún otro incidente tras el de Katie Bell, de modo que los alumnos pronto dejaron de entrar inquietos y la tranquilidad regresó a Hogwarts sin que Alice hubiese sabido nada más acerca de lo que su primo hacía. Nott no le había contado nada, y Draco trataba de aparentar normalidad.

Por su parte, Theodore parecía feliz, y la idea de que estuviera viéndose con alguna chica pronto comenzó a reforzarse en la mente de Alice. Sabía que varias alumnas querían salir con él, pero no sabía cuál de ellas era la afortunada. Y los celos, aunque trataba de disimularlos, eran inevitables.

Por otra parte, apenas había comunicación con su padre, lo cual no le gustaba demasiado. Al menos hasta un mes antes de Navidad, cuando Snape la buscó para hablar con ella sobre algo relacionado con el Señor Tenebroso, y la bruja le siguió a su despacho sin dudarlo.

—Quiere verte con urgencia —explicó el profesor—. Sin embargo, como alumna de Hogwarts, mi obligación es protegerte, de modo que si no quieres ir, haré todo lo posible para que no tengas que hacerlo.

—Gracias, profesor, pero creo que debo ir —respondió—. Le aseguro que no sucederá nada.

El hombre la miró con duda, como si no quisiese aceptar, pero finalmente no puso ninguna objeción.

—De acuerdo, entonces saldrás del colegio esta misma noche. Conseguiré un traslador.

La bruja asintió y salió.

No le dijo a nadie que se marcharía. Theodore era el único que conocía su secreto y, dado que ya no estaban juntos, no sentía que debiera decirle que saldría del colegio. Tampoco se lo comunicó a su primo, dado que consideraba que Draco tenía ya suficientes problemas.

Por tanto, aquella misma noche, viajó sola y sin que nadie lo supiese a la mansión Riddle, donde su hermano la esperaba en la puerta. En cuanto la vio llegar corrió a su encuentro y la abrazó.

—Et, ¿ocurre algo? —preguntó Alice, sin comprender por qué se encontraba allí.

No era en absoluto habitual que su padre pidiese verla a mitad de curso. Algo debía de haber sucedido, algo importante.

—Te lo contaremos dentro —respondió el chico haciéndola pasar al interior de la casa.

La bruja entró intrigada, seguida por Ethan, y se dirigió al salón para preguntar de nuevo el motivo de su regreso. Sin embargo, no había dado ni dos pasos cuando se detuvo en seco.

Todo a su alrededor pareció detenerse por un momento. No se fijó en su padre, quien se había levantado para darle la bienvenida, ni tampoco en su hermano, quien estaba de pie a su lado. Solamente tenía ojos para la mujer que estaba de pie ante ella y a quien tanto se parecía. La misma mujer que le había dado la vida y a quien durante años no había albergado esperanza de volver a ver. La mujer a la que tanto había echado de menos y necesitado.

—¿Mamá? —preguntó en voz baja sin poder creerse lo que sus ojos veían.

—Alice...

Entonces se lanzó hacia la mujer, abrazándola con fuerza, como si temiese que se volviese a ir si la soltaba. Un par de lágrimas resbalaron inevitablemente por sus mejillas. Ella le correspondió el abrazo.

—Alice, mi pequeña —susurró Elizabeth, feliz por tener de nuevo a su familia al completo reunida—. Te he echado de menos.

Cuando se separaron, la menor pudo ver la enorme sonrisa en el rostro de su padre, quien no podía dejar de mirar a la mujer. Parecía más feliz de lo que ella le había visto en la vida, una nueva persona.

—No me dijisteis nada —protestó Alice.

—Queríamos darte una sorpresa —respondió Ethan—. Queríamos que la vieses tú misma.

La joven apenas podía pensar en algo coherente debido a la sorpresa inicial y a la enorme alegría que estaba experimentando. Su padre fue quien comenzó a dar explicaciones.

—Solamente lo saben Narcisa y Bella, y nadie más lo sabrá por el momento. Tu madre necesita tiempo para recuperarse. Además, no quiero que nadie le haga daño para hacerme daño a mí...

—No digas que soy tu punto débil —advirtió la mujer—. Gracias a ti, he regresado con más poder que tú mismo.

—Pero tardarás meses en recuperarte y poder emplear ese poder —insistió el hombre—. Y mientras tanto, corres peligro.

Alice observó sorprendida la manera en la que su padre actuaba con su madre. Trataba de protegerla a toda costa, pero no le daba órdenes, sino que trataba de convencerla suavemente, mediante argumentos. Quedaba claro que su prioridad era Elizabeth.

—¿No participarás en la guerra, mamá? —preguntó Alice.

—Tom prefiere que no lo haga, pero no me quedaré de brazos cruzados si alguno de vosotros va a luchar —respondió la mujer. El mago la miró mal por lo que había dicho—. No me mires de esa manera, Tom, no puedes pedirme que me mantenga al margen mientras nuestros hijos y tú corréis peligro.

El mago refunfuñó algo por lo bajo, sin querer aceptar la decisión de Elizabeth quien, por su parte, parecía muy decidida.

—Confío en que Alice y Ethan tendrán horrocruxes...

—Uno cada uno —se apresuró a responder Tom, permitiéndose esbozar una pequeña sonrisa de orgullo—. Y gracias a Alice, he logrado traspasar los míos a otros objetos completamente desconocidos que solamente tú y nuestros hijos conoceréis.

La mujer miró a su hija menor con orgullo. Realmente los dos hermanos eran excepcionales, y debía reconocer que Tom parecía preocuparse mucho por ellos. Era la familia que nunca había esperado poder tener.

—Has hecho un buen trabajo —felicitó.

Pasaron la noche en la mansión Riddle, compartiendo anécdotas de cuando los hermanos eran niños e incluso de los momentos que habían pasado juntos. A Alice le dolió tener que despedirse de su madre a la mañana siguiente, pues necesitaba pasar más tiempo con ella antes de separarse de nuevo.

—Puedo decir que estoy enferma —dijo—. No quiero volver a Hogwarts; quiero quedarme en casa unos días más.

—Nos veremos antes de lo que piensas —la tranquilizó Elizabeth, quien trataba de disimular que aquella despedida también le estaba afectando a ella.

—Papá... —insistió la adolescente.

—Lo siento, Alice, pero debes estar en Hogwarts; tenemos mucho que hacer aquí. Te veremos pronto.

Ambos se quedaron en la mansión, y fue Ethan quien acompañó a su hermana al lugar en el que habían quedado con Snape. El profesor apareció antes de la hora acordada, y lo primero que hizo al ver a Alice fue examinarla para comprobar que se encontraba bien.

—No le hemos hecho daño —gruñó Ethan, molesto por la desconfianza.

—Es mi deber como profesor comprobarlo...

—Y tu deber como mortífago, obedecer —le interrumpió Riddle—. Nos veremos pronto, Alice —añadió después dirigiéndose hacia su hermana.

El chico desapareció al decir aquello, y Alice regresó por medio de un traslador al colegio.

Los herederos de Voldemort  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora