Capítulo 25: Descubiertos

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Alice no recibió ningún castigo por el enfrentamiento con Pansy Parkinson, para sorpresa de sus compañeros de casa. Draco protestaba continuamente porque, desde la discusión, Parkinson no hacía más que criticar a Alice.

—Es horrible, prima —se quejaba, desesperado—. Aunque le digo que no me gusta que hable mal de ti, no me hace caso. Incluso ha hablado con Dumbledore para que te castigue.

—No me importa que esa chica sin cerebro me critique —replicaba Alice, encogiéndose de hombros—. Sabe que, si se enfrenta a mí, saldrá perdiendo.

Los días pasaban, y de pronto, parecía haberse olvidado la pelea entre las dos chicas, la contratación de Firenze, el centauro, la publicación en El Quisquilloso e incluso la fuga en masa de Azkaban. El único tema que se oía en la sala común de Slytherin era el de la creación de la Brigada Inquisitorial, un selecto grupo de alumnos que apoyaban al Ministerio y que tendrían autoridad incluso sobre los prefectos. Draco estaba entusiasmado con la idea, y tanto él como los demás participarían.
Los miembros de Slytherin que quisiesen formar parte de la Brigada Inquisitorial debían presentarse aquel mismo día en el despacho de Umbridge, donde les aceptarían y les entregarían insignias.

Theodore, Zabini, Draco, Crabbe, Goyle y Parkinson estaban preparados para salir de la sala común e ir al despacho de la Suma Inquisidora. Sin embargo, antes de salir, Theodore se detuvo para mirar a su novia.

—Deberías venir también —comentó.

Sus compañeros asintieron, todos excepto Parkinson, quien se cruzó de brazos con impaciencia.

—No quiero andar persiguiendo a quienes rompen las reglas —respondió—. Si Umbridge os pregunta por mí, decid que estoy muy ocupada con los deberes y que no tengo mucho tiempo libre, por lo que no me siento capaz de comprometerme a cumplir con el deber de un miembro de la Brigada Inquisitorial.

—Bien —aceptó Theo, quien le dirigió una última mirada, consciente de que había algo que no le estaba contando.

Alice se acercó a él y le dio un suave beso de despedida sobre los labios, que utilizó como excusa para acercarse a su oído y susurrar algo sin que sus compañeros se enterasen también.

—Tengo reunión —fueron sus palabras.
Theo asintió de manera casi imperceptible y sonrió levemente antes de salir junto a los demás.

Cuando se hubo asegurado de estar sola, Alice salió de su sala común y se dirigió hacia la Sala de los Menesteres, donde ya estaban entrenando los miembros del Ejército de Dumbledore.

—Otra vez tarde, Black —comentó Fred mientras intentaba lanzarle una maldición que ella esquivó con facilidad.

—¿Problemas para venir? —preguntó George.

—He tenido que esperar a que mis compañeros saliesen de la sala común... ¿Qué practicaremos hoy?

—El encantamiento patronus —respondió Fred.

Alice miró a su alrededor, comprobando que todos los estudiantes trataban de hacer el encantamiento. Había algunos que lo conseguían de manera decente, aunque ella sabía que necesitarían un patronus más poderoso para enfrentarse a peligros reales. Vio la nuria plateada de Hermione corriendo por la sala, mientras varios la observaban con envidia.

—¿Sabes hacerlo, Alice? —preguntó Fred, intrigado.

La joven sonrió y se volvió hacia ellos. Lee Jordan se había unido para observar el patronus de la chica, consciente de que sería más impresionante que los del resto de los alumnos.

Los herederos de Voldemort  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora