—¿Has podido ir al callejón Diagon y solamente has comprado libros y una túnica? —preguntó Harry con sospecha.
Alice le fulminó con la mirada. Estaba cansada de que sospechase de ella y la acusase una y otra vez sin pruebas. Y además, Ron y Ginny la acusaban también, argumentando solamente que su familia apoyaba a Voldemort. Aquellos chicos se creían demasiado importantes, pero en realidad estaban vivos por suerte y casualidad, no por sus habilidades.
—¿Libros? Potter, el libro de pociones que he comprado contiene recetas más potentes de las que tú serás capaz de llegar a preparar en la vida. Y otro de los libros es de magia antigua, que nunca llegaremos a estudiar en Hogwarts y que no todos los magos pueden controlar.
Hermione se mostraba realmente interesada, pero Alice no le dejaría tocar aquellos libros. Eran ediciones limitadas que no eran fáciles de encontrar, y su padre se los había dado, probablemente consciente de lo mucho que le gustaban aquellos temas. No dejaría que alguien de sangre impura se acercase siquiera a uno de ellos.
Sirius Black y Molly Weasley parecían realmente admirados por el gran interés de Alice en los libros. Sonreían como si estuviesen orgullosos. Sin duda pensaban que Alice había ido al callejón Diagon solamente para comprar aquellos libros, dada la gran actuación que estaba haciendo.
—No me lo creo —soltó Potter, mirándola desafiante.
Sirius Black se levantó y dio un golpe sobre la mesa, ganándose la atención de todos y provocando que varios cubiertos estuviesen a punto de caer al suelo. Su expresión furiosa dirigida a su ahijado era algo que nadie esperaba ver, no hacía Harry, a quien tanto quería el hombre.
—¡Ya está bien! Alice está de nuestro lado, y no vas a volver a cuestionarla. Si el problema es su familia, debo recordarte que es la misma que la mía, y todos somos conscientes de que apoya a Quien-tú-Sabes. Pero no puedes juzgar a las personas por sus familiares, Potter.
Una vez dicho aquello, se hizo un tenso silencio, solamente roto por el ruido de los cubiertos al comer. Nadie se atrevía a decir nada después del pequeño discurso de Sirius, quien comía con evidente molestia.
Harry y Ron se miraban mutuamente de cuando en cuando, ambos opinando que tal vez se habían pasado, pero sin confiar por completo en Alice. Hermione fruncía el ceño cuando les miraba, con evidente deseo de poder regañarles como si se tratase de su madre.
—¿Cuándo será tu vista, Harry? —preguntó Molly para sacar un tema de conversación.
—En dos días —respondió él cabizbajo, y de nuevo volvió el silencio.
Si no absolvían a Potter, le quitarían la varita y expulsarían de Hogwarts, por lo que no podría volver a hacer magia. El chico no podía evitar temer y estar nervioso ante aquella posibilidad.
—¿Cuándo iremos al callejón Diagon, mamá? —preguntó Ginny Weasley.
—Después de la vista de Harry, probablemente. Alice, ¿vendrás con nosotros?
—No lo sé —respondió la chica—. Creo que Ethan tiene mi llave de Gringotts, o tal vez la haya dejado en casa de los Malfoy... tendré que enviarles una lechuza para pedírsela.
Todos se miraron entre ellos, un tanto sorprendidos a la vez que preocupados. Ninguno deseaba que Alice se pusiese en contacto con su familia, pero era cierto que necesitaba el dinero.
—¿Cómo puede Riddle tener tu llave? —quiso saber Hermione.
—Nunca la llevo a Hogwarts, por lo que se la dejo a él mientras estoy en el colegio y, si necesito dinero, se lo pido y lo saca de mi cámara. Tiene permiso para hacerlo.
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Los herederos de Voldemort ✔️
FanfictionTras la desaparición de Voldemort, todo el mundo mágico teme que su hijo, su heredero, siga sus pasos y se convierta en un mago oscuro con el mismo poder que su padre. Sin embargo nadie conoce a la pequeña Alice, protegida y ocultada por su hermano...