—No... No la estoy escribiendo con Ana.- dije enfadada.
Efren se rió y vino hacia mí.
—Era una broma imbécil.- me abrazó por la espalda.
—Buah Efren... -apoyé mi cabeza en su pecho - estoy hecha un lío...
Cerré los ojos mientras mi hermano me besaba la mejilla y un ruído me alertó de que me estaban llamando.
—¿Me lo traes? - Sonreí a mi hermano cual niña pequeña y fue a la otra habitación a por él.
Miré mi colacao y pensé en darle un trago, pero cuando me lo acerqué a la boca escuché a mi hermano hablar en la otra habitación.
—¡Hombre, Ana!
—¡Efren! - salí corriendo para quitarle el teléfono- eres idiota, ¿por qué lo coges? - susurré tapando el micrófono.
—Anda, vete de mi casa.- me besó la frente y se metió en su habitación.
Miré el móvil y no sabía qué hacer... No quería hablar con ella, pero tampoco quería que supiese que estoy mal, así que respiré hondo y me lo puse en la oreja.
—S... ¿Sí? - tartamudeé.
—Hola... ¿puedes hablar?- su voz temblorosa hizo que me estremeciera y me entraran ganas de llorar. Agaché la cabeza y se me escaparon unos sollozos- Miriam, te estoy escuchando... ¿estás bien? - se le notaba preocupada.
—Sí, sólo... No sé. Necesito dormir un poco, nada más.
Respiré hondo y dejé de llorar quedándome un nudo enorme en la garganta. Oí un portazo y distinguí que era de un coche en el que estaba montada.
—¿Bajas?
—¿A dónde?- no pensaba quedar con ella ni aunque me suplicara.
—Al portal, te he venido a recoger.
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