—Y no olvides especificar que la organizadora de la fiesta es Ann —expliqué, a modo de conclusión.
Hedoné me devolvió una mirada colmada de entusiasmo.
—¿Una fiesta? ¿Puedo ir? —interrogó.
Una diosa de la pasión metida en un jolgorio de universitarios no parecía una buena idea, pero ya que ella me iba a ayudar con la difusión del evento, no podía regale la entrada.
—Esta bien, pero debes comportarte —dije.
—Ni me notarás —aseguró.
Hice una mueca, dudando de aquella afirmación.
—Invita a tanta gente como sea posible —señalé, evitando el tema.
Rápidamente, su hermoso rostro se transformó en el de una pelirroja desteñida, idéntica a mí, lo que me recordó que debía retocarme el color.
—Hecho.
Sin darle más vueltas, entró a la facultad.
—¡Y sin trucos! —grité, a sus espaldas.
Una vez que la hija de Eros se hubo marchado, me giré a ver a Fran.
—¿Estás segura que funcionará? —preguntó escéptica—. A estas alturas deberías saber que los dioses siempre tienen un truco para salirse con la suya.
—Lo dice alguien que hace negocios con una —respondí.
—En ese caso en particular, nuestros intereses convergen en una misma dirección. En este caso, no estoy segura.
Yo tampoco.
—Vamos a clases —propuse.
Y la clase a la que me refería era, justamente, la que su padre dictaba en una facultad vecina. Nunca más iba a experimentar con mi horario.
Ada entró en el aula justo después de nosotras, y nos saludó como si fuéramos las mejores amigas.
—¿En serio tienes el descaro de hablarnos después de lo que nos hiciste? —preguntó Fran, furiosa.
—¿De qué hablas? —cuestionó, fingiendo inocencia.
—Ya déjala, Fran. No vale tu tiempo.
Tomé asiento para esperar que el fastidioso maestro llegará y con un poco de suerte, acabara pronto la clase. Sin embargo, nuevamente, el Olimpo me tenía una sorpresa.
—Buenos días, chicos —saludó Eros, entrando en el aula—. Su profesor tuvo algunos problemas y no podrá dictar la clase de hoy, así que me pidió muy amablemente que lo reemplazara.
—Como es posible que la universidad permita esta burla —mascullé.
—Para quienes no me conocen, mi nombre es Eros. —Algunas risitas se escucharon en el salón—. Supongo que mi tío Apolo les explicó que el amor por Grecia era cosa de familia.
ESTÁS LEYENDO
Cupido Otra Vez [#2]
Teen Fiction«Si pudiéramos clasificar el amor en colores, yo definitivamente sería rojo. Rojo pasión». La vida de Lizzie parece ser complicada, con los deberes de la universidad, sus problemas de alcoholismo, y el juicio contra su padre sería suficiente, pero...