Capítulo 71 (FINAL)

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—¡Aléjate! —ordené

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—¡Aléjate! —ordené.

—Lindas rosas, me agrada el detalle de la flecha.

—¿Qué quieres? —pregunté.

—Sembrar la discordia, como diría Eris.

Avanzó lentamente en dirección a la cama. Estar acostada me hacía sentir vulnerable, así que me levanté, quedando frente a él.

La luz de la luna se colaba a través de la ventana, y junto a la lámpara, daban en su rostro. Era increíble el parecido que tenía con Eros, salvo porque él siempre enseñaba una sonrisa juguetona, mientras que la de Anteros era maliciosa.

Entonces me di cuenta de un detalle. Tenía una flecha atravesada en el hombro izquierdo, justo arriba de donde debía estar su brazo. Ya no lo tenía.

—¿Cómo te hiciste eso? —pregunté, alarmada.

Anteros miró la zona faltante.

—¿Esto? Creí que ibas a deducirlo tú misma —contestó con naturalidad, como si estuviéramos hablando del resfrío que se pegó la semana pasada—. Verás, mi querido hermano estaba un poco enojado el día de ayer.

Me quedé sin palabras y una corriente fría recorrió mi espalda. Eros le había arrancado el brazo a su hermano, a eso se refería esa mañana con: "conservar todas sus partes".

—Ya fue, Anteros, en serio entiendo que es difícil por lo que estás pasando, pero es mejor que resuelvas tus problemas hablando directamente con tu hermano, jugando sucio no vas a conseguir nada. Te lo digo por experiencia.

—¿Jugar sucio? ¿Yo? —cuestionó ofendido—. ¿Y qué me dices de tu novio?

—Sé que quitarte tu corazón no fue lo más indicado, mucho menos hacerte perder el brazo, pero...

—Pequeña, no estoy hablando de mí ahora, sino de ti. —Anteros se acercó aún más, y me vi obligada a retroceder—. ¿O es que no te ha contado?

—¿Contarme qué?

—Las letras pequeñas de su trato, obviamente.

Fruncí el ceño.

—¿De qué hablas? —interrogué.

—Eros te engañó, Liz. No tiene ni la más remota idea de si eres su esposa perdida o no, ahora está encaprichado contigo, pero pronto se le pasará, encontrará a otra chica que se parezca a Psique y se rendirá a sus pies —dijo.

Mis párpados se abrieron, Anteros estaba picando una vieja y peligrosa herida, pero no iba a caer.

—Tú solo quieres hacerme dudar —respondí.

—Es que deberías dudar, ¿cómo aceptas tan fácil a alguien que solo te quiere porque cree que eres la reencarnación de su novia? ¿Tan poca estima te tienes?

Cupido Otra Vez [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora