Capítulo 35

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"He ganado el duelo

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"He ganado el duelo.

Nos vemos en la cancha.

A".

—No entiendo, ¿cuál es el punto de encuentro? —inquirí preocupada—. ¿Nos está desafiando?

—Tratándose de Anteros no le daría tantas vueltas, debe ser una cancha tal cual él describe —expuso Adrian.

—¿Cuál?

—¿Cuál es la más obvia?

El recuerdo del partido de aquella mañana tocó mi mente de inmediato.

—¿Estas seguro que podemos apostar todo a la intuición? —cuestioné.

—La gente suele actuar más por corazonadas, que por lógica —repuso con serenidad.

Pese a mis dudas, le transmití mis sospechas.  Me pidió un minuto para ir por su espada a cada, a juzgar por la velocidad a la que conducía supe que no le iba a tomar demasiado tiempo, pero al menos me daba la oportunidad de armarme también.  Regresé a casa en busca de mi arco y flechas, entré tan rápido que apenas saludé a Jane y mamá.

—¿Liz? ¿Estas bien? —inquirió mi hermana.

—¿Yo? Sí, perfectamente —respondí, desde mi habitación.

—Te llamé un par de veces —comentó.

—Creo que tengo el móvil en silencio.  —Inventé una mentira.

—Hija, ¿por qué no te sientas un momento con nosotras? Tenemos mucho de qué hablar —dijo mi mamá.

Tomé el carcaj de flechas y salí a toda prisa de la habitación.

—Sí, más tarde, tengo que irme ahora —repuse.

—¿A dónde vas tan apurada? —interrogó mi madre.

Me detuve a pocos pasos de la puerta.  No había pensado en una excusa y mi enloquecido cerebro era incapaz de pensar en una.

—Yo... Peter me pidió que le cubriera el turno hoy —mentí, los encuentros con los dioses me estaban volviendo una actriz profesional—.  Debo llegar antes que pierda el empleo por mi culpa.

La expresión de ambas se suavizó, en un gesto tan idéntico que solo los genes podían explicar.  

—No vuelvas muy tarde —dijo mamá antes de dejarme partir.

Bajé la escaleras a toda velocidad y en la entrada me topé con un chico de cabello verde, que podía echar abajo la excusa que había puesto en casa.

—¡Peter! ¿Qué haces aquí? —inquirí, jadeando.

—Vuelvo a casa —contestó, confundido.

—No, no puedes —repliqué.

—¿Por qué?

—Porque... —No sabía qué decirle—, tengo que hacer algo, no puedo decirte qué, pero es urgente y le dije a mamá que iba a cubrirte en la boletería.

Cupido Otra Vez [#2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora