Capítulo 15

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-¿Qué le ha pasado en la nariz?

Miro a Rob y puedo ver como frunce su ceño con confusión, aunque yo no puedo evitar que se me escape una pequeña risa.

-Me declaro culpable... Aunque es una larga historia y ahora no es momento para contártelo, en el camino de vuelta quizá.

-¿Qué, culpable? Me gustaría saber porqué.

-Bueno... En un breve resumen te diré que creía que era un ladrón y le di, aunque no quería darle en la nariz, y bueno... Ya ves el resultado.

Doy un pequeño respingo al escuchar las carcajadas de mi amigo por lo que rápidamente miro hacia él fulminándolo con la mirada hablando entre dientes.

-Robert Stone, no te rías. Estás llamando la atención de la mitad de los asistentes...

 Le cuesta unos segundos tranquilizarse y cuando por fin lo logra suspira para calmarse del todo aclarándose la garganta con un suave carraspeo.

-La he llamado en uno en concreto, tu ladrón viene hacia nosotros.

-¡No le llames así, no es mi ladrón! ¿Cómo que viene hacia nosotros?

Me giro disimuladamente mirando a mi alrededor de manera desinteresada, pero en verdad quiero comprobar si realmente Massimo se está acercando hacia nosotros, y cuando compruebo que así es comienzo a caminar en la dirección contraria como si hubiera encontrado lo realmente interesante que buscaba.

Gracias al cielo la mujer del señor D'amico se acerca a mi y yo sonrío eternamente agradecida. No conversamos de nada en particular, aunque Anna es bastante simpática y la conversación se hace amena, y a pesar de que su marido es de aquí de Roma, ella sin embargo es de California. Me cuenta que tienen dos hijos Josh y Andrew y que deben estar por algún lugar de la fiesta.

Cojo una nueva copa de champagne de la bandeja de uno de los camareros que pasan por nuestro lado dejando la vacía en esta también cuando una voz me llama.

-¿Alessandra? ¿Alessandra Belloti, eres tú?

Giro mi rostro un poco pues lo he escuchado por mi derecha, sonriendo de manera amplia al reconocer a uno de los mejores amigos de Luca.

-¿Josh? ¡Cuanto tiempo!

Apenas tarda unos segundos en acercarse y darme un abrazo que me hace reír, pues incluso mis pies en algún momento no están en contacto con el suelo.

-¿Alessandra? No Josh, ella es Atenea Giacometti, la joven empresaria que te dijo tu padre que había invitado, ¿es que acaso se conocen?

-Oh Anna, no sabía que tu hijo se trataba de este Josh.

Digo riendo una vez me deposita de nuevo en el suelo aunque mantiene su mano en mi espalda.

-¿Así que Atenea eh, ahora usas tu segundo nombre? Aunque lo que no entiendo es el apellido, ¿es que te has casado y acaso no me has invitado?

Ruedo mis ojos resoplando, no es la primera persona que me ha preguntado si me he casado, ¿es que acaso es necesario casarme para cambiar mi apellido?

-Si, uso mi segundo nombre, y no, no me he casado, Giacometti es el apellido de la abuela Francesca.

Es entonces cuando Anna se queda mirándome abriendo sus ojos un poco más de lo normal poniendo su mano sobre mi antebrazo delicadamente.

-Espera... ¿Eres la hija de Fiorella? 

Mi ceño se frunce al escucharla removiéndome ligeramente inquieta.

-Uhm... Si. ¿Cómo... lo sabe? No me mal interprete, pero no recuerdo conocerla anteriormente...

-Es normal que no me recuerdes porque apenas hace 4 años que conocí a tu madre. Ella me dijo que su hija pequeña estaba estudiando fuera, pero nunca me mencionó que tenía una empresa... Bueno, dos. ¡Debe estar contenta de que estés de vuelta!

Me dieron ganas de reír pero me lo guardé para mi, y reí interiormente. ¿Fiorella hablándole de mi a la gente? Lo dudo fervientemente. Tuve que morder mi lengua para no decirle realmente lo que pensaba, por lo que esbocé una sonrisa un tanto forzada y asentí con suavidad.

-Si, estudié fuera y resido fuera, como ya le he contado antes.

-Claro, claro. Bueno, debo ir a ver por donde está mi marido, te dejo con Josh, un placer conocerte.

-Igualmente, señora D'amico.

Una  vez que se fue mire hacia Josh quien me estaba sonriendo de lado aunque se podía ver la incomodidad en su sonrisa.

-Lo siento, mi madre no sabe muchas cosas en verdad, referente a lo que pasó, digo.

-¿Y tu si, Josh?

-Yo sólo se lo que Luca me contó, que te habías ido y después de un mes no tuvieron más noticias de ti, que desapareciste del mapa. ¿Ellos saben que estás aquí?

-Luca, Marco y Alessandro si, Fiorella no.

-¿Porqué ellos si, y tu madre no?

-Bueno, el primero en enterarse de que estaba aquí fue Luca, estaba en casa de la abuela cuando el llegó y nos vimos allí, y luego casualmente la primera reunión de negocios que tuve fue con el equipo del despacho de abogados Belloti, te puedes imaginar... Marco, Alessandro, Massimo... Pero... No lo tenía planeado.

-Ya veo... ¿Y vuelves para quedarte?

-No, sólo he venido a resolver asuntos de negocios, pero he de volver a Nueva York, no puedo dejar la empresa desatendida, y aquí ya hay unos gerentes que la llevan. No creo que se demore mucho mi vuelta a Nueva York.

Sin darnos cuenta estábamos paseando a un paso más bien lento por el jardín de la casa, totalmente ajenos a los demás invitados.

-Comprendo... Aunque me imagino que ahora vendrás más seguido, ¿no?

-Si, la verdad es que vendré más seguido, he superado algunos... Miedos, por así decirlos.

-Has cambiado mucho en estos años, tienes mucho que contarme pequeño grillo.

Gruño en respuesta a su apodo hacia mi, moviendo la mano en la cual llevo mi cartera dándole suavemente con esta.

-¡Jooosh! No me llames así.

Una nueva risa se escapa de sus labios antes de pararse junto a las mesas.

-Tienes mucho que contarme, pero será otro día mientras tomemos un café, hoy disfrutemos de la fiesta. Después de cenar hay baile, no se te ocurra desaparecer, porque me debes el primero.

Río con suavidad viendo como coge mi mano y deposita un beso en el dorso de éste haciéndome sonreír, Josh siempre ha sido igual y nunca cambiará.

-Será todo un honor.

Giro para buscar a Rob y dirigirnos hacia nuestra mesa aún con la sonrisa en los labios, pero según lo hago mi cuerpo choca contra el pecho de un hombre por lo que rápidamente y de manera avergonzada doy un paso hacia atrás para disculparme encontrándome con unos ojos azules como el mar mirándome con intensidad y su ceño fruncido.

-Tú... ¿Es que siempre vas a estar cruzándote en mi camino, Mássimo?

-¿Que hay entre Josh D'amico y tú?

Enarco una de mis cejas al escucharle cruzando mis brazos bajo mi pecho. Lo que me faltaba...

Lazos de sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora