-¿Qué clase de broma es ésta señor Stone?
Alessandro se giró hacia el mencionado con una de sus perfectas cejas elevadas.
-¿Disculpe?
-Me parece que me ha oído perfectamente.
Me acerco a la mesa retirando una de las sillas para sentarme en ésta, y esta vez quien le contesta, soy yo.
-Por favor, tomen asiento para poder comenzar la reunión.
-¿Dónde está la cámara oculta?
-Papá, ya basta. Siéntate y comencemos la reunión.
Esta vez fue Marco quien habló y no pude evitar dirigir mi mirada hacia él viendo que el también miraba hacia mí. Cierro mis ojos por un momento y finalmente tomo asiento, a mi derecha se sienta Rob, y a mi izquierda Luca. Gesto que me hace sonreír sin poder evitarlo.
Frente a nosotros estaban sentados Massimo frente a Luca, Marco frente a Robert, y Alessandro frente a mi manteniendo su mirada fija en la mía. Mentalmente me repito una y otra vez que no me deje intimidar. No lo permitas Atenea.
-¿No va a presentarse entonces la señora Giacometti?
Alessandro vuelve a insistir y ésta vez no dejo que Robert conteste, sino que de mi folder saco una de mis tarjetas extendiéndola hacia el sobre la mesa con dos de mis dedos.
-La tiene frente a usted, ¿podemos comenzar la reunión? Tenemos más a lo largo del día.
Veo como se dilatan los ojos de mi padre y una sonrisa se ladea en mis labios sin poder evitarlo, aunque si procuro evitar desviar la mirada hacia los otros tres hombres, pues estoy segura que no lograría mantenerme firme si lo hago.
Alessandro aprieta sus labios en una fina línea desviando finalmente su mirada hacia otro lado abriendo su carpeta.
-Si, comenzamos, señorita... Giacometti.
Sus ojos revisaron mis manos en busca de alguna alianza y su voz se tiñe pronunciando y recalcando el apellido.
Inspiro profundamente antes de encender el proyector con el mando a distancia conectando mi tablet por bluetooth con éste, comenzando con la reunión.
***
Una hora después la reunión casi ha acabado, la tensión de los primeros minutos se disolvió dando paso a una reunión estrictamente profesional, gracias al cielo.
-Y bien, ¿qué les parece la idea que les ofrecemos para su proyecto?
Robert los mira con atención, se que para él es importante que los negocios aquí en Roma vayan bien dado que apenas llevamos unos meses, y puedo decir con tranquilidad que me he esforzado, al igual que en todas nuestras reuniones, por ofrecer todo lo mejor que nuestras oficinas pueden ofrecer.
Desconecto mi tablet del proyector antes de apagar este y guardar los puntos importantes de la reunión antes de dejar ésta sobre la mesa.
Marco acaricia su barbilla con dos de sus dedos de manera pensativa, sonriendo seguidamente.
-¿Qué quieres que te diga? A mi me gusta y mucho, es la mejor oferta que hemos obtenido de todas las que he oído.
Río mentalmente, pues sabía que no seríamos los únicos en exponer una idea. Por el rabillo del ojo veo como Luca asiente de acuerdo con Marco e inevitablemente sonrío mirando ahora hacia los dos hombres que aún no se han pronunciado.
-Y bien, ¿qué les parece a ustedes?
Los ojos azul intenso de Massimo caen sobre mi y yo sin quedarme atrás fijo los míos en los de él.
-Brillante.
Su voz y la manera en la que esa única palabra salga de su boca hace que un cosquilleo recorra toda mi columna.
-Me alegra que les haya gustado señores, aunque el señor Belloti no se ha pronunciado, ¿es que no le ha gustado la idea propuesta? Si tienen algún cambio, puede sugerirlo.
-No ha sido precisamente la idea propuesta lo que no me ha gustado.
El tono mordaz en su voz no me intimida, si no que me hace volver a teñir de seriedad mi rostro mirando hacia él.
-Por favor, recuerde que ésta reunión es estrictamente profesional.
Recalco "estrictamente" aún con la seriedad tiñendo mi rostro.
-En ese caso, respecto a la idea propuesta... No tengo nada que objetar, estoy de acuerdo con mis socios.
-Bien, ¿entonces debemos entender que trabajaran con nosotros?
Robert sonríe con profesionalidad procurando aliviar al menos un poco de la tensión que se ha creado en el último minuto.
-Por supuesto... Sólo tengo una condición.
-¿De qué se trata? Tendríamos que ver si es factible.
Alessandro se inclina ligeramente hacia delante en la mesa de reuniones entrelazando sus dedos y apoyando sus antebrazos sobre esta.
-El proyecto debe ser dirigido y realizado por la señora Giacometti. Personalmente. Y con personalmente me refiero a que debe estar en el país, nunca se sabe en qué momento necesitemos reunirnos de manera urgente y extra ordinaria... Y si está en otro país, será difícil.
Él mueve su mano como si quisiera quitarle hierro al asunto. Pero en mi interior siento como crece el fuego y tengo que utilizar todo mi autocontrol para no estallar en furia. Aprieto mis dientes y juraría que en la sala se puede escuchar como rechinan.
-¿Qué?
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Lazos de sangre.
RomanceAtenea Alessandra Belloti Giacometti se fue de su casa con 17 años con el único apoyo de su abuela materna, abandonó Roma para irse a Nueva York. Ocho años después vuelve a la tierra que la vio nacer convertida en una mujer totalmente diferente a a...