-Por favor, Alessandra.
-Lo primero me llamo Atenea, lo segundo no es lugar, estás llamando la atención de los empleados, y lo tercero si quieres hablar conmigo consigue una cita con mi secretaria... Aunque ya te aviso que mi agenda es muy apretada.
Vuelvo a encaminarme de nuevo hacia el despacho de Robert cuando siento su mano rodear mi muñeca impidiéndome avanzar, por lo que giro mi rostro hacia él apretando mis dientes y hablando en un susurro prácticamente clavando mis ojos en los ajenos.
-Quita tu mano de mi muñeca, porque no me va a importar llamar a seguridad y que te echen de aquí Mássimo. Ya te lo he dicho, si quieres hablar consigue una cita con mi secretaria.
Sacudiendo mi brazo consigo soltarme del agarre de su mano caminando ahora con más decisión hasta llegar al despacho de Robert.
¡Pero que se ha creído este cretino! ¿Qué voy a estar para él en el momento que a él le plazca? ¡Ja! Esta es mi empresa, y él no manda.
Dejo salir un bufido cerrando mis ojos para liberar tensiones antes de acercarme a la puerta de Rob tocando un par de veces con mis nudillos en la puerta antes de asomar mi cabeza a la par que esbozo una sonrisa.
-Hola, venía a avisarte que voy a ir a comer con mi hermano, ¿te importa?
Le veo negar con una sonrisa ladeada mirando hacia mi.
-Para nada, de hecho, me alegra que vayas con él. Nos vemos en la reunión de las 5.
Me despido de Robert y vuelvo sobre mis pasos hacia mi despacho para buscar a un Marco que ya se encontraba listo de nuevo para irnos por lo que me acerco a mi mesa cogiendo el bolso y mi teléfono por si algo surgiera antes de enlazar mi brazo al de él para salir del edificio.
Las dos horas que pasé con mi hermano me sentaron francamente bien. Reímos, recordamos, casi lloramos, y, por supuesto... Quedamos en vernos al día siguiente y en compañía de Luca, hacía mucho tiempo que no estábamos los tres juntos y desde luego nos hacía falta.
El resto del día pasa rápido, aunque de mi mente no se van alguno de los asuntos sobre los que hablé con mi hermano. Uno de ellos es Fiorella, mi madre. No dejo de dar vueltas a las palabras que ha mencionado mi hermano, asegura que mi madre no volvió a ser la misma tras mi partida y no se parece a la mujer que fue. Y aun después de todo una madre no deja de ser una madre, y francamente me preocupa... Pero más adelante veré que hago, no es momento por ahora.
Al fin el día termina, acaban sus reuniones y finalmente ponemos de nuevo rumbo hacia el hotel dando un paseo, después del día que ha transcurrido mi cabeza parece estallar, por lo que llevo dos de mis dedos a mi sien masajeando esta despacio y suavemente haciéndome suspirar complacida.
Echo un vistazo al reloj y decido ir al centro comercial, en dos días uno de nuestros clientes da una fiesta benéfica y aprovechando que estamos en el país nos han invitado a asistir... Y al no saberlo con antelación no he traído ningún vestido de gala.
Quince minutos después de llegar al hotel, darme una ducha y ponerme ropa más cómoda me dirijo a las calles de comercio disfrutando del sol que aún luce y calienta mi piel.
Voy tan distraída mirando los escaparates que no se en que momento mi cabeza desconecta totalmente del motivo por el que estoy paseando por estas calles. No puedo evitar pensar en los últimos dos días y como nada ha salido como pensaba.
Si es cierto que ver de nuevo a sus hermanos ha sido genial, ver a la abuela y su sonrisa al verme junto a Luca fue muy emocional... En mi cabeza se reproduce la imagen en la que ambos junto con Marco estamos con ella y no puedo evitar que una sonrisa tonta escape de mis labios.
Por otro lado, está Alessandro. Aún no sabría decir que fue lo que vi exactamente en su mirada, no fui capaz de descifrarla. Que estaba enfadado se veía a simple vista... Aunque para ser justos ni él se lo esperaba ni yo tampoco, de haberlo sabido antes hubiera hecho todo lo posible por posponer la reunión lo más posible.
Y por último lugar, Massimo. ¿Qué santo demonio hace ese hombre trabajando en el despacho de abogados de la familia Belloti? Y para colmo de males, quería hablar con ella.
Gruño con suavidad antes de golpear suavemente mi frente con la palma de mi mano. Se me ha pasado totalmente decirle a Miranda que ignorase la reunión que el señor Di Angelo pidiera y de seguro ya le había dado cita.
Gimoteo sacudiendo mi cabeza y parpadeando un par de veces, y es entonces que me doy cuenta que me he desviado totalmente de mi destino por lo que doy la vuelta y acelero el paso para llegar a las boutiques antes de que se me hiciera demasiado tarde para probarme vestidos a gusto.
Llevo una hora en una de las tiendas y aunque me he probado al menos seis vestidos ninguno me convence, y cuando estoy a punto de irme veo como la chica me mira como si alguna bombilla se hubiera encendido.
-Espere un momento señorita, creo que sé que vestido le quedaría genial.
Sus palabras me hacen sonreír, y así como mi sonrisa se dibuja en mis labios en los de ella también y se va en busca de dicho vestido.
No es que los que me he probado no sean bonitos, que lo son, si no que no terminan de convencerme.
Mientras me estoy quitando el vestido que llevo en este instante, el último que me he probado, escucho un suave toque de nudillos en la puerta por lo que entreabro ésta asomando mi cabeza para ver de nuevo a la chica que fue por el vestido que según ella sería el indicado.
Estiro mi brazo con una suave sonrisa para coger la percha que me tiende con el vestido y lo cuelgo delante de mí observándolo. A decir verdad, es muy bonito... Es de color verde esmeralda, lleva escote en v y la espalda totalmente abierta, la falda cae lisa pero con gracia hasta el suelo.
Sonrío y enseguida me lo pongo ajustándomelo bien antes de mirarme al espejo observándome en este girando hacia un lado y al otro para verme mejor. Abro la puerta del probador y salgo para ponerme frente a la dependienta que me ha atendido sonriendo encantada y guiándole un ojo divertida.
-Es el vestido perfecto.
Si Massimo va a esa fiesta, se le caería la mandíbula al suelo.
Nota de la autora
Perdonadme, primero estuve de fiestas, y luego me he cogido un catarrazo del quince y estoy hecha un trapo. Siento mucho no haber podido actualizar antes, pero realmente me encontraba fatal... Bueno sigo encontrándome mal, pero me he encontrado con algo de ganas para subir capítulo... Siento mucho la espera y voy a procurar subir pronto el próximo capítulo en el que voy a intentar que sea bastante interesante. ¡¡Muchas gracias a todos!!
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Lazos de sangre.
RomanceAtenea Alessandra Belloti Giacometti se fue de su casa con 17 años con el único apoyo de su abuela materna, abandonó Roma para irse a Nueva York. Ocho años después vuelve a la tierra que la vio nacer convertida en una mujer totalmente diferente a a...