El reloj me dice exactamente que son las 03:17 y yo aún sigo sin poder dormir.
Las palabras de Massimo retumban en mi cabeza; "Creo que deberíamos hablar." "Todos merecemos una oportunidad de explicarnos." ¿En serio, me estás jodiendo?
Paso mis manos por mi rostro mientras me incorporo en la cama hasta quedar sentada en ésta, he asumido que no puedo dormir y estar tendida en la cama intentándolo hace que mis nervios se crispen.
Me levanto y camino hacia la pequeña terraza que posee la habitación con la intención de que la brisa de la noche consiguiese relajarme y ayudarme a dormir más tranquila. Me siento en el pequeño sofá que hace esquina en la misma terraza doblando mis rodillas hacia el pecho paseando mi vista por las calles de la ciudad que se veían desde aquí.
Estoy contenta de haber venido a Roma, aunque dijera que no realmente si extrañaba mi ciudad... Pero hay momentos en los que me arrepiento de haber venido, como cuando Massimo se hace presente aunque sea un segundo.
Cada vez que le veo, aunque me dan ganas de decirle muchas cosas me obligo a callar y guardarme mis pensamientos para mi, pero mi cabeza reproduce la fiesta en la que estábamos aquella noche en la que escuché todo lo que deseaba no haberlo hecho.
Flashback
-Mamá, ¿has visto a Massimo?
Mi madre desvia su mirada de la de su amiga para mirarme a mi sonriendo levemente pero de esa manera cálida que sólo ella sabe.
-No hija, debe estar dentro de la casa, o quizá en los jardines delanteros, ¿has probado a buscarle por ahí?
-No... Creo que iré a ver si está por ahí.
Asiento una vez más y me giro sonriendo para dirigirme esta vez al interior de la casa. Es la primera vez que me atrevo a ponerme un vestido corto, aunque solo unos tres dedos por encima de la rodilla. Mamá me ha ayudado a maquillarme, sólo me he puesto máscara de pestañas y un poco de rubor, no me gusta ser tan blanca.
Quiero caminar despacio para que nadie note la urgencia en mi, pero creo que se nota en mi mirada que estoy ansiosa por encontrar a Massimo para ver su reacción, pues cada elección que he hecho respecto a hoy ha sido pensando en él.
Me adentro en la casa caminando por las áreas que habían habilitado para que cualquier persona pudiera acceder, aunque unos murmullos me llaman la atención y mirando antes a mi alrededor para comprobar que nadie me está viendo, me acero a la puerta inclinándome ligeramente.
-Oye, ya falta poco para que se cumpla el plazo de la apuesta, ¿no?
Enseguida reconozco esa voz, se trata de Dinna, una de las amigas de mi prima Giovanna.
-Si, tres semanas. En tres semanas Massimo se podrá deshacer de la pesada de mi prima Alessa y nosotros podremos estar juntos tranquilamente.
Y ahí estaba ella, Giovanna. Aquellas palabras fueron como un dardo en mi pecho, aunque no me lo quiero creer y por eso aunque mis ojos escuecen debido a las lágrimas que se empiezan a formar en mis ojos, suspiro profundamente varias veces para calmarme. Seguro Giovanna sabía que estaba aquí escuchando y había hecho esas palabras solo para querer hacerme daño.
Me giro para seguir con mi búsqueda, le diría a Massimo sobre ello y él me lo desmentiría, él me quiere de verdad.
Sonrío para infundirme ánimos saliendo por la puerta contraria a la que había entrado para dirigirme al otro jardín. Giro la esquina de la casa y al alzar la mirada lo primero que veo es la espalda de Massimo a apenas unos cuantos metros de mi, y aún así desde aquí puedo oler su espectacular perfume, podría distinguirle a cientos de metros de distancia.
Camino hacia él con una sonrisa en mis labios mientras Massimo y otra persona que no logro ver dialogan.
-¿Como piensas para esto?
-No lo se, Christian. Sólo se que quiero acabar de una vez por todas. Estoy cansado de esta situación, de tener que esconderme muchas veces y de hacer otras cosas prácticamente obligado, estoy harto de ella. Menos mal que solo quedan tres semanas.
Mis piernas se congelan en ese instante, ¿tres semanas? ¿Había oído bien? Giovanna había dicho que faltaban solo tres semanas para que acabase el tiempo de esa supuesta apuesta, y Massimo ahora mismo estaba diciendo que solo quedaban tres semanas. Entonces... Lo que ella decía era verdad... De nuevo mis ojos están anegados en lágrimas y estos me escuecen al resistirme a dejarlas caer, aunque de mis labios se escapa involuntariamente un sollozo que hace que Massimo y Christian miren en mi dirección.
Por un segundo creo ver preocupación en los ojos de Massimo, aunque ya no me engaño más y se que lo único que siente es rabia porque los haya descubierto hablando de mi.
-¿Nea? ¿Qué te ocurre, cara?
Mi mirada va de hito en hito sobre ellos, aunque al escuchar su voz miro hacia Massimo quien está comenzando a acercarse a mi.
-¡No te acerques! ¡No se te ocurra acercarte a mi ni un sólo centímetro más! Lo se todo, lo de la apuesta. Escuché a Giovanna, no tienes que decir nada más. No tienes que esperar más, ya eres libre.
Las últimas palabras han sido apenas un susurro mientras dejo algunas lágrimas correr por mi rostro, agradezco a mamá el haberme aconsejado una máscara de pestañas resistente al agua.
Después de aquellas palabras me giro con rapidez saliendo de allí igual sintiendo más lágrimas caer cada vez, ni siquiera aviso a mi madre en un primer momento de que me marchaba, simplemente me acerco a nuestro chófer pidiéndole que me llevase de regreso a casa, ya veré que excusa me invento para el día siguiente.
Nota de la autora.
¡Buenas tardes!
Espero que os haya gustado el capítulo, aquí explico lo que pasó con Massimo y Atenea, como para que Atenea no quiera ni escucharlo siquiera. Si tenéis alguna duda, ponédmelo aquí y os lo explico, sin ningún problema :)
También he cambiado la portada, la que tenía no me convencía del todo, espero que os guste.
¡Hasta la próxima!
ESTÁS LEYENDO
Lazos de sangre.
Roman d'amourAtenea Alessandra Belloti Giacometti se fue de su casa con 17 años con el único apoyo de su abuela materna, abandonó Roma para irse a Nueva York. Ocho años después vuelve a la tierra que la vio nacer convertida en una mujer totalmente diferente a a...