Capítulo 22

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—Atenea por favor... dame unos minutos de tu tiempo...

Me cuesta entenderle hablar y no precisamente por el volumen de sus palabras, que es elevado, si no por la facilidad con la que se traba al hablar debido al alcohol.

—Shhhh... ¡No hace falta elevar el tono! —Llevo mi mano a su boca para hacerle guardar silencio al ver como una señora se había asomado a la puerta de su habitación debido al ruido, por lo que la dedico una sonrisa de disculpa.— Perdone, no volverá a molestar.

Tras ver cómo la señora aún murmurando algunas palabras por lo bajo se mete nuevamente en su habitación respiro más tranquila haciéndome entonces a un lado de la puerta.

—Pasa, no quiero que molestes a todo el hotel... Pero tienes 5 minutos Massimo.

Haciendo una señal militar con su mano sobre su frente, gesto que me hace rodar los ojos, Massimo ingresa en mi habitación por lo que cierro la puerta de este tras de mi observándolo caminar de espaldas a mi hasta que se sienta en el borde de la cama y yo me posiciono frente a él de brazos cruzados.

—¿Y bien? ¿Que quieres hablar?

Procuro mantenerme seria en todo momento con el mentón alzado mostrando seguridad, aunque esta mengua en el momento que siento su mirada recorrer mi cuerpo, por un momento se me había olvidado el hecho de que le había vuelto la puerta apenas envuelta en él albornoz tras el baño.

—Mi dolce Alessa... ¿debajo de ese albornoz no llevas nada...? —Sus cejas se alzan de una manera pícara a la par que interrogativa que a mí me hace fruncir el ceño comenzando a enfadarme realmente, por lo que en cuanto doy un paso hacia él señalándolo con uno de mis dedos sus palabras se precipitan de sus labios alzando sus manos en señal de paz.— De acuerdo, de acuerdo...

Cojo la silla que hay cerca de la mesa que hay en la habitación y la posiciono frente a él a unos tres metros de distancia sentándome en esta con cuidado de que no se abriese el albornoz cruzando mis piernas a la par que mis brazos bajo mi pecho.

—Massimo... Es tarde y me quiero ir a dormir así que por favor di lo que quieras decir y después márchate.

Evito mirarle a los ojos, pues se que si lo hago mis fuerzas van a ser menores, ellos siempre han tenido un poder indescriptible sobre mi por lo que me hace rehusar de mirarle en estos momentos.

—Atenea yo... No sabía que habías escuchado aquellas palabras, pero tampoco viniste a pedirme explicaciones...

—¿Y de qué hubiera servido el preguntarte Massimo? Ambos con vuestras palabras de uno y otro corroborasteis que me mentíais, ¿cual era tu cometido, humillarme más? Ya no se podía más de lo que hicisteis...    

Veo como no sin esfuerzo, al no tenerse muy bien en pie por el alcohol, logra levantarse caminando hacia mi y coge mis manos entre las suyas poniéndose de rodillas frente a mi.

—Por favor, sólo te pido cinco minutos, cinco... Per favore, dolcezza.

Un escalofrío recorre mi columna cuando sus manos tocan las mías y en ese momento me atrevo a fijar mis ojos en los suyos queriendo escrutar estos durante unos segundos hasta que finalmente mis labios se separan para hablar en un susurro apenas audible si no es porque está tan cerca de mi.

—Habla antes de que cambie de opinión.

—No se que escuchaste decir exactamente a tu prima así que contaré todo, y así lo aclaro todo de una  — Carraspea aclarándose la voz comenzando seguidamente a acariciar mis manos con sus pulgares en movimientos circulares que, sin motivo aparente, es un gesto que me hace relajarme en el instante. — Es cierto que al principio fui totalmente un imbécil... Al principio si fue de verdad un juego, empecé a salir contigo por una tonta apuesta que hice con tu prima. Los primeros días fingí, y está mal, yo lo sé... No debería haberlo hecho, pero con los días sin darme cuenta me empezaste a gustar, de verdad, no por una maldita apuesta.

>>Me gustaba la manera inocente que tenías de sonreír, la manera en la que tocabas tu pelo cuando te ponías nerviosa o como batías tus pestañas cuando querías expresar algo y no sabías por donde empezar o de qué manera hacerlo. El sonrojo de tus mejillas cada vez que te cogía la mano te acariciaba o te rozaba los labios. Lo que inició siendo una apuesta para mi dejó de serlo dolcezza... Quedaba contigo porque de verdad quería, al igual que cada vez que te besaba o te abrazaba, o cualquier cosa que hiciese contigo. Y tu prima se dio cuenta de eso, se dio cuenta de cuándo me empezaste a gustar de verdad, de cuándo empecé a enamorarme de ti.

>>Me dijo que lo sabía, y que si no quería que te dijera nada debía salir con ella. Me entró un miedo horrible de saber que si ella te decía algo te alejases de mi... Me prometió que si salía con ella durante un par de veces ella no te diría nada, y cuando se cumpliese el tiempo en el que cumplía la apuesta ella no te diría nada, nos dejaría tranquilos, aunque se que es igual de cobarde el callarlo... La creí y accedí, pero ella se pensaba que me iba a olvidar de ti y me iba a interesar en ella. 

>>Yo te juro que iba a decírtelo cuando pasasen los seis meses, me di cuenta de que lo que había hecho había sido horroroso, que nadie se merecía que le engañasen de aquella manera y menos tú. Aquel día en la fiesta cuando te vi... Dios, estabas tan bella... Y me di cuenta de cuantas cosas mal estaba haciendo, finalmente decidí que te diría todo antes, que no quería seguir mintiéndote pero después... Después ya no te vi más, cuando pregunté a tus padres por ti me dijeron que habías avisado de que te encontrabas indispuesta y te habías ido, me dije que del próximo día no pasaría pero... No te vi más. Desapareciste de todas partes, parecía que te había tragado la tierra.

A medida que iba hablando una de sus manos abandonó las mías y la elevó acariciando una de mis mejillas fijando al terminar sus ojos del color del océano en los míos.

—Te prometo Atenea que lo que sentía, y siento aun, era y es totalmente verdadero... De hecho no he estado con nadie más después de ti. He besado a otras mujeres... Pero no eran tú, no eran tus labios, no tenían tu dulzura, tu timidez... Dejé de ser un superficial gracias a ti, porque me enseñaste sin darte cuenta a adorar tu cuerpo, porque eras perfecta... Y no has salido de mi cabeza en ningún momento, amore.




Bueeeno y hasta aquí por hoy, de nuevo siento la tardanza y espero que os guste, y por favor, me gustaría que me dejaseis en comentarios que os está pareciendo, sea bueno o malo, o cualquier cosa que os apetezca. :)

¡Mil gracias a tod@s por leerme!   

Lazos de sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora