Capítulo 3.

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-Rob, ¿qué te parece si damos una sorpresa a mi abuela? La hará ilusión sabes que para ella eres como un nieto más.

-Muy buena idea... Tú conduces.

Sonrío cogiendo las llaves que me lanza una vez guardamos las maletas en el maletero del coche que habíamos alquilado y nos esperaba en el aparcamiento del aeropuerto, subiéndome al piloto a la par que Rob se sube al copiloto poniéndonos en marcha después.

-Dime, ¿qué reuniones hay previstas?

-Bueno tenemos varias reuniones con los accionistas, unas dos o tres depende de cómo vayan. Mañana la primera reunión que tenemos según me ha informado el gerente es con un empresario importante aquí, por lo que también estaremos, y activos.

-De acuerdo.

La conversación en esta ocasión concluyó en ese punto, por lo que estiré mi mano para encender la radio y buscar una emisora en la que sonase música, odio ir en silencio absoluto, al menos que suene algo de música.

Pasan alrededor de quince minutos cuando llegamos a la urbanización de casas en la que se localiza la de mi abuela. Mis labios automáticamente se curvan en una sonrisa al ver la casa en la que prácticamente me he criado, la de mi nonna.

Paro frente a la puerta de verja estirando mi mano para pulsar el timbre, esperando paciente y rezando porque estuviera en casa en ese momento. No tardó mucho cuando llegó a sus oídos la voz que tanto conocía.

-¿Quién es?

-Uhm... Soy una chica que viene a ver a su abuela favorita, ¿no sabrá usted quién es? La mujer más preciosa, cariñosa y elegante de toda Roma.

Sonrío en cuanto veo que las verjas comienzan a abrirse por lo que me adentro con el coche viendo cómo se abre la puerta principal de la casa saliendo por esta mi abuela con sus manos sobre su pecho. Escucho a Rob reír cuando nada más apagar el motor del coche me enredo con el cinturón cuando me quito éste por la urgencia que tengo de abrazarla de una vez.

Gruño mirando el cinturón consiguiendo deshacerme de este finalmente, sonriendo ampliamente en cuanto fijo mi vista en mi nonna y camino todo lo rápido que mis tacones me dejan para acercarme a ella con urgencia para rodearla con mis brazos al tiempo que ella lo hace con los suyos en mi cerrando los ojos y disfrutando del momento.

-Ahora sí, estoy en casa.

Susurro inundándome del inconfundible perfume de mi abuela para después llenar su mejilla de besos, escuchándola lloriquear y después reír.

-¡Oh, mi niña! Bentornato a casa, tesoro. Pero... ¿Cómo es que estás aquí? ¿Por qué no me has avisado antes? Podría haberos preparado las habitaciones con tiempo... Oh mírate estás más preciosa aún que hace tres meses. ¿Cuánto tiempo os quedáis? Pasad, pasad, vamos a desayunar.

-Abuela, respira. -No puedo evitar reír por la rapidez con la que habla.- Yo me enteré ayer, si quieres culpar a alguien, culpa a Rob -Señalo al susodicho el cual sonríe de manera cómplice mientras caminamos hacia el interior de la casa con uno de mis brazos aún alrededor de la cintura de mi abuela.- Hemos venido por viajes y abuela, no nos quedaremos aquí, no podemos, pero prometo que vendré todos los días en cuanto esté libre, y no te he avisado porque quería darte una sorpresa.

-Eso es Francesca, se lo dije ayer para que no pudiera escaparse del viaje, sabe usted qué si se lo digo a su nieta con antelación, esa cabecita suya es capaz de inventarse alguna excusa con tal de no venir. Por cierto, ¿cuál es su secreto? Está cada vez más hermosa.

Sonrío sin poder evitarlo al ver como mi abuela mira divertida a mi amigo, quien besa sus mejillas para saludarla.

-Un buen mago jamás revela sus trucos, caro. Y si me sigues diciendo esas cosas, finalmente tendré que proponerme el conquistarte ya que veo que mi nieta no lo hace y tú eres muy apuesto.

Lazos de sangre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora