Todo paso en una milésima de segundo. Apenas hemos sido conscientes de que Marco se había levantado como un rayo y había cogido a Massimo de las solapas de la chaqueta de su traje que siempre llevaba para trabajar y lo había empotrado contra la pared. Sus ojos echaban fuego y los nudillos de sus manos estaban blancos por la fuerzan con la que agarraba la tela del traje.
—¿¡Es eso cierto!?
—¡Oh vamos por supuesto que no! Marco, suelta a Massimo, todo son inventos de tu hermana, como siempre. Tu prima no sería capaz de algo así.
Las palabras de mi padre habían provocado que Luca, que intentaba separar a Marco de Massimo le taladrase con su mirada. Mi madre observaba con espanto toda la escena, nonna no se había separado de mí en ningún momento y Massimo se había limitado a no resistirse contra Marco.
—Cállese padre, basta ya. —Gruñe un malhumorado Marco que todavía no ha soltado a su mejor amigo y su cabreo iba en aumento por la falta de explicaciones.— ¡Habla ya, Massimo! Luca suéltame, no quiero hacerte daño.
—No te voy a soltar Marco, déjale hablar pero suéltale, por dio.
Marco no apartaba su mirada del que había sido su mejor amigo desde hacía muchísimo tiempo hasta que segundos después fue aflojando sus manos hasta soltarle dando dos pasos hacia atrás.
—Habla, ya.
En cuanto lo había soltado Massimo respiro profundamente separándose de la pared cauteloso, para finalmente hablar mirando hacia mi.
—No sé cuánto te contó Giovanna...
—Ella no me contó nada, yo os escuché a cada uno, fue en la fiesta de los señores Sartori. Giovanna estaba con su amiga Dinna en una sala y tú con Christian fuera de la casa, en el lado contrario a la fiesta. Pero díselo tú a ellos, diles que no me estoy inventando nada.
Su rostro parecía palidecer por momentos, incluso cerró sus ojos, imagino que para inundarse de valor.
—Es... es cierto. Yo empecé a salir con Alessa... O Atenea, como prefieras, por una apuesta con su prima, Giovanna...
Parecía que Massimo iba a seguir hablando sin embargo no le dio tiempo, en ese instante el puño de Marco se había estrellado contra su mentón haciendo que de nuevo estuviera contra la pared. Esas palabras habían formado una revolución en el salón de mi antigua casa, mi madre se había tenido que sentar y mi abuela esta vez se había acercado hasta ella, pues se había llevado su mano hacia el pecho y de todos era sabido que mi madre sufre de corazón desde hace años, al igual que mi difunto abuelo, su padre.
El mío se había quedado estático al escuchar las palabras de Massimo y Luca volvía a intentar separar a Marco de Massimo, al cual le estaba llamando de todo acompañado de un nuevo puñetazo que esta vez fue a parar al ojo del italiano. Y yo... yo simplemente me había limitado a rodear mi cintura con mis propios brazos abrazándome de esa manera. Escuchar esas palabras provenientes de la boca de Massimo aunque no quisiera había hecho mella en mi y luchaba por no mostrar ninguna emoción aunque mis ojos se habían aguado ligeramente.
—Por favor Marco, déjame explicarme... —Un Marco con la mano en su mandíbula donde había recibido el golpe exactamente intentaba alejarse de mi hermano el cual estaba enfurecido con el.— Al principio si fue una apuesta, y estuvo fatal, lo reconozco, pero te juro que me acabé enamorando Marco. Que al principio actúe y no hay cosa más ruin es cierto, pero te juro que luego no fue mentira. —Su mirada de desvió buscándome a mí en la sala a lo que yo solo pude rehuir mi mirada.- Alessa... Mírame, por favor.
—No mientas más, por favor... yo sé perfectamente lo que escuche. No hace falta que sigas mintiendo para mantener tu puesto en la empresa, el reconocido señor Belloti seguirá dándote trabajo en sus oficinas... porque eres su querido Massimo, ¿verdad, papá?
Sonrío irónica mirándole una última vez antes de mirar a mis hermanos.
—No merece la pena, no sigáis...
Niego con suavidad antes de acercarme a ellos tras coger mi bolso y dejar un beso en cada uno en sus mejillas acercándome después a la nonna para darle otro.
—Me voy abuela, mañana te llamo.
Doy una última mirada a los que me dieron la vida, y otra al hombre que fue mi primer amor antes de salir de allí pidiendo al chofer de la casa que me llevase a mi hotel, había sido suficiente por hoy.
¡Buenas tardes a todos! O días, o noches... Depende de cuando lo leáis jajaja. Sé que he estado ausente durante tres meses pero vuelvo a la carga de nuevo, esta vez con dos capítulos. Sé que este segundo es más corto pero al menos han sido dos capítulos y espero que os gusten, dejadme en comentarios si os gusta, si cambiaríais algo o si hay algo que no os guste.
Un saludo, Vero.
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Lazos de sangre.
RomanceAtenea Alessandra Belloti Giacometti se fue de su casa con 17 años con el único apoyo de su abuela materna, abandonó Roma para irse a Nueva York. Ocho años después vuelve a la tierra que la vio nacer convertida en una mujer totalmente diferente a a...