Capítulo 19: Los placeres del hombre.

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KyuHyun y yo bajamos las escaleras de piedra de la universidad

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KyuHyun y yo bajamos las escaleras de piedra de la universidad. Es lunes y son las cinco de la tarde. Mi estómago se revuelve con solo pensar que tendré mi primer día de trabajo, con mi nuevo jefe. Mi nuevo jefe que se ha acostado con HyukJae que es mi nuevo… nuevo algo, pero algo importante.
KyuHyun me mira inquieto mientras bajamos, ha estado así desde temprano. Sé que quiere preguntarme, incluso me sorprende que no lo haya hecho ya. Que no me haya preguntado por Jessica, y que de ello derivara casi de forma automática en HyukJae. Siempre es así.

–Aquí me despido –le digo a KyuHyun quedando frente a él. KyuHyun levanta una ceja, prácticamente exigiéndome con la mirada una explicación. Yo me muerdo el labio cuando las ganas de gritar, chillar y saltar como estúpido a su alrededor me invaden.
–. Tengo trabajo –dejo salir con una sonrisa.

KyuHyun alza sus cejas y por un momento leo en su expresión que esto no es lo que esperaba que dijera, pero luego aquel desconcierto queda extinto cuando sonrisa bonita se asoma justamente por sus bonitos labios.

–¿Entonces he de ahí la sonrisa que has tenido todo el día? –Se lo escucha aliviado y me pregunto por qué. Luego lo olvido por completo al darme cuenta que, si he tenido una sonrisa estúpida todo el día no es por el trabajo, es por HyukJae claramente. El solo hecho de pensar en él me produce un estremeciendo placenteramente familiar y que me recorre de pies a cabeza.

–Ha sido eso –le digo desviando la mirada, quizás temiendo que KyuHyun pueda leer el nombre de mi rubio arquitecto en ella.
–Bueno, tengo que irme justamente ahora. Debo estar allí en quince minutos.

–Buena suerte con ello. Mañana me cuentas de qué se trata y como te ha ido.

La pequeña tienda de libros usados es tal y como la recordaba, parece un sueño

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La pequeña tienda de libros usados es tal y como la recordaba, parece un sueño. Bueno, parece más bien sacada de uno de mis sueños, porque dudo siquiera que alguien más sueñe con pequeñas librerías llenas de ejemplares de húmedos y viejos libros de antaño.
El estómago, una vez más, se me retuerce cuando tomo de la puerta y empujo. Luego el dulce tintineo parece, ahora mismo y debido a mis nervios, un taladro en mi cabeza. Estoy emocionado, ansioso, y por sobre todo aquello aterrado, y es que debo admitir (con demasiada vergüenza) que será esta la primera vez que he trabajado. Jamás en mi vida me he ganado la vida realmente, quizás podría contar como un empleo aquellos escritos sencillos que hacía para papá en su estudio, pero él ni siquiera me pagaba por ello. Bueno, me daba dinero pero no por los escritos justamente. Pienso al instante que aún no le he dicho a mis padres sobre el trabajo, luego recuerdo la razón: ¡Van a reírse! Claro que van a reírse, si mi padre jamás ha puesto un pie fuera de su elegante estudio, tampoco mi madre, y no me cabe dudas de que mi hermano tendrá el suyo muy pronto. Entonces, lógicamente, les parecerá ridículo que el pequeño DongHae, que de por sí no será abogado, trabaje y se gane la vida de una forma tan poco elegante, pero especial y mágica para mí.
El aroma que aquellas hojas viejas despiden me invade y de una forma diferente a cualquier aroma, me encanta. Me encanta, pero tanto como el aroma de HyukJae. Siento una pequeña punzada en el pecho al pensar en él. Lo he visto en la mañana y sin embargo ya lo extraño.
JongWoon está tras el mostrador con una caja delante, y cuando me siente llegar levanta la mirada. Aunque sospecho que ya sabía que estaba aquí, la campanilla es algo que él no puede ignorar.

Café con sabor a Miel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora