Capítulo 26 : El sabor del amor

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Dios mío

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Dios mío. Mi corazón, mi alma, mi compostura, todo mi ser está tirado
y desparramado a mis pies. Me siento helado, luego siento calor, luego el frio vuelve a mi cuerpo y me deja tieso en cada fibra de él. Se me ha retorcido el estómago, quiero vomitar. Y me quedo sin aire, no
puedo respirar.

Por unos segundos, o minutos, ¡¿Y quién sabe cuántos?! El mundo y
el tiempo parecen detenerse. Todo a mis pies se bambolea y me siento perdido. Es como si mis miedos, mis pensamientos y la realidad se mezclaran en un campo visual muy difuso, apenas veo el rostro de mis padres, apenas soy consciente de donde estamos, apenas logro asimilar la situación… cuando alguien presiona mi mano, es un apretón fuerte y caliente. Me da fuerzas. Es Hyukjae, está a mi lado. Y entonces el mundo vuelve a girar, el tiempo sigue su curso y yo vuelvo a la realidad.

Dios…

¡Mis padres!

Mamá tiene sus pequeños ojos exageradamente abiertos tras sus
anteojos. Está con la boca abierta y su mirada puesta en mí, luego la baja lentamente hasta la unión de nuestras manos. Se me pone la piel de gallina. Hyukjae me presiona con más fuerza. Y finalmente los ojos  de mi madre vuelven a los míos. Están llenos de lágrimas. ¡Oh Dios!

Dios, sí, ¡Y mi padre!

Mi padre parece sereno, y conociéndolo sé que eso no es bueno.
Tiene los labios presionados en una línea recta y firme, la mandíbula
tensa, los puños cerrados y los ojos entornados. Está furioso. Está
decepcionado, y a mí se me cierra la garganta. No, papá, mamá. Oh,
Hyukjae.

Estoy temblando.

Me duele la cabeza, es como una presión que me marea. Sí no fuese
porque Hyukjae me está agarrando de la mano caería desmayado, estoy seguro.

-Donghae- la voz de mi padre resuena en el pasillo, y las bolsas que traigo en una de las manos caen al piso. Oigo como la comida del gatito se desparrama. Los granos quedan dispersos junto a mis pies.
Se me llenan los ojos de lágrimas.

Abro mis labios, pero las palabras no salen. No sé qué decir. ¿”Lo
siento”? ¡Dios, pero no lo siento!

Mi cerebro me plantea, en un segundo, una serie de posibilidades y
opciones. De entre ellas destacan dos: Fingir, mentir e intentar convencer a mis padres de que Hyukjae no es más que un amigo. O aceptarlo.

Mi conciencia está parada a unos pasos tras mis padres y me observa
seria, expectante, luego desvía sus ojos y me doy cuenta que está
mirando a Hyukjae. Él me está mirando a mí. Los dos nos estamos
viendo. Sus ojos negros se reflejan en los míos y veo mi mundo en ellos. Recuerdo la conversación en la cama sobre vivir juntos, la serie de imágenes que vi, una vida juntos; luego nos recuerdo a nosotros
mismos riendo en el restaurante, cuando me dijo que me amaba,
anoche cuando hicimos el amor…, trago saliva.

No, no voy a negarlo, no voy a mentir. Y, como si Hyukjae supiera
exactamente lo que estoy pensando, sonríe, una sonrisa pequeña y casi invisible, pero es ella quien me da valor para volver la mirada hacia delante y mirar a mis padres, presionar la mano de Hyukjae y
dar un paso hacia ellos.

Café con sabor a Miel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora