Necesito Espacio Personal

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Necesito Espacio Personal

Le pregunté. Si me iba a quedar con ese vampiro podía aprovechar y dejarlo seco con mis preguntas. Eso era lo pensaba por un lado, pero por otro, sabía que era solo porque tenía interés en ese chico. Apoyé los codos sobre la mesa y me acerqué a él.

-No mucho. Te mudaste hace poco, sos una brujita, la hija de alguien muy importante, todos te quieren, lo que significa que yo también, solo me falta es saber dónde vivís.- Si algo me gustaba, era ser una chica de la que todos creían que tenía millones de secretos que nadie nunca los iba a poder saber. Me encantaba que nadie supiera de mi vida, ser como una fortaleza. Y me encantaba saber todo sobre todos.

-Sí, me mudé hace poco. No soy una brujita, no soy la hija de nadie importante, obviamente que todos me quieren.- Dije recostándome en el asiento y guiñándole un ojo.- Y no te voy a decir dónde vivo. Ya es suficiente con que me sigas acá.

-¿Y vos qué sabes de mí?- No le iba a decir lo que sabía de él. No era mucho, pero era una estrategia. Nunca le decía a la gente lo que sabía o pensaba de ella. Me gustaba que se quedaran con la duda, y eso significaba que si ese chico se quedaba con la duda, volvería por más respuestas. Además, yo tampoco sabía mucho de él, lo poco que sabía era que era un vampiro de primera generación, que me espiaba, que se insinuaba y que quería investigar sobre mí. Pero por su ropa, era alguien que no se privaba de nada, que salía mucho de noche y que iba a lugares donde la gente fumaba.

-No mucho. Ni siquiera sé tu nombre, ni tu edad.

-Soy Alexander, tengo veintiuno. ¿Y vos?

-¿Solo eso? ¿No te gusta nada? ¿No tenés hobbies? ¿Novia? ¿Hermanos, familia?- Lo dije para no tener que responder a sus preguntas. Alexander suspiró. Esta era la buena, ya me iba a enterar de todo lo que quería.

-Me gusta bailar, y salir a los bares. Juego a la Xbox y tengo dos hermanos y dos hermanas.

-¿Sus nombres?- Sabía que lo estaba cansando y que no quería dar esas respuestas.

-Joan de veinticuatro, Ian de veintiocho, Sam de veinticinco, Jannie de quince.

-Sos el segundo más pequeño.-Hice una pausa y él asintió.- ¿Tanto tenés para esconder?- Pregunté cambiando de tema. Se irguió en su asiento.

-¿Por qué?- Así que sí tenía cosas que esconder. Su cuerpo se tensó. Me levanté.

-Estoy cansada, me voy a casa.

-Debí suponer que te quedabas para conseguir respuestas.- Le sonreí.- Tu celular.

-¿Qué?- Le pregunté con una ceja levantada. Estaba loco si creía que le iba a dar mi celular.

-Pasamelo. Así seguimos en contacto.- Ja, que siguiera soñando, no le iba a pasar mi celular a un desconocido.

-Te lo vas a tener que ganar. Buenas noches.- Me sonrió inocentemente. Yo también.

A la noche, llegué a mi casa y tenía un mensaje.

Te veo mañana en el parque ;)- Alec.

El mensaje me dio risa. Parecía un niño de veras, la única vez que usaba caritas era con mis amigas más íntimas. Además la manera en la que decía “parque”, era como si quisiera jugar conmigo a la mancha, escondidas y a las hamacas.No sabía cómo había conseguido mi número, pero supongo que eso significaba que se lo había ganado. No me gustaba que la gente estuviera un paso por delante de mí, y tampoco me gustaba que supieran todo de mí mientras que yo no era capaz de averiguar nada. Pero eso iba a cambiar, mi nueva vida estaba empezando, una nueva reputación me vendría bien.

Peleas Por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora