Perdido, otra vez

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Perdido, otra vez

-¿No deberías ponerte un glamour?- Le pregunté. Él se encogió de hombros.

-No, o me reconocerían y quiero hacer un trato con ellos basado en lo que me conocen.- Asentí.

Estuvimos todo el día yendo y viniendo por todo Londres y siempre hacíamos lo mismo. Esperábamos a que nos dejaran entrar, saludábamos, nos presentábamos y explicábamos la situación. La explicación solía terminar con una demostración de mis poderes deshaciendo mi glamour y haciendo otras cosas más. Unas cuántas veces algunos quedaron muy impactados con lo que vieron.

-Así que te podes esconder de nosotros, genial.- Dijo un ángel caído aproximándose.- Interesante. ¿Cómo te llamabas?

-Preferiría darles más datos una vez que acepten el trato.- El ángel echó un vistazo a su camada, todos asintieron.- Genial.

-¿Qué tal si seguimos discutiendo esto en un lugar más privado?- Dijo él tomándome de la cintura. Yo me reí y traté de zafarme. Cuando lo hice (no fue para nada difícil) el ángel se rio.- Ágil, vas a necesitar esas habilidades cuando la guerra estalle.- Dan se adelantó y se interpuso entre el ángel y yo.

-Estamos acá solo por negocios.- Aclaró Dan.- Nos vamos a reunir dentro de unos días en un lugar mucho más privado.- Dan le explicó cómo llegar a nuestra casa lo bastante bajito como para que nadie más en esa habitación escuchara y le aclaró que solo se podía presentar él, siendo el jefe de toda aquella camada.

Terminamos enviándole un mensaje a Will para que viniera, yo no lo podía dejar fuera de esto y Dan ya se estaba cansando de repetir siempre lo mismo. Yo no estaba cansada, pero Dan me bromeó y dijo que yo tenía la parte más fácil, mostrar y que vieran, algo que, según dijo, me genera un gran autoestima. Yo solo me reí con ganas, no era exactamente lo que pasaba, yo lo tenía a él y con eso me bastaba.

Will no tardó casi anda en venir, le explicamos lo que estaba pasando y lo que tenía que hacer. Yo le expliqué en el auto, un poco más tranquilos sentados los dos en el asiento de atrás y bajito para que Dan no escuchara, lo que pasó con mis recuerdos y mi pasado. Él me comprendió completamente, y yo lo abracé y le dije que lo quería. Porque era verdad.

-Me decís muy seguido “te quiero”.- Había respondido él.

-A los seres queridos hay que recordárselo siempre, uno nunca sabe cuándo va a ser el último día que los vea. Y cuando pase, uno se va a haber arrepentido de no decirles todo mientras los tenía.- Había respondido yo.

Pasamos todo el día de acá para allá, y a pesar de que tardamos todo el día haciéndolo, todavía nos quedaban muchas más. Solo habíamos visitado siete u ocho, aunque parecieran muchísimas más. Will y Dan se turnaban, tanto para explicar la situación como para manejar. Me gustaba que se llevaran bien, pues sabía que a Will no le caía para nada bien Joan. Llegamos a casa, exhaustos y sin muchas ganas de hablar con nadie. Subí a mi cuarto y cuando quise cerrar la puerta, me di cuenta de que Dan me había seguido. Sorprendida, lo dejé pasar, me cambié en el baño y me metí en la cama. Cuando salí del baño, Dan ya se había cambiado. Tenía unos shorts y una camiseta blanca. Se sentó en la cama a mi lado. Otra vez volví en el tiempo y recordé cuando estaba asustada o triste, que Dan siempre se quedaba dormido sentado a mi lado en la cama. Él se quedaba mirándome o acariciándome, le fascinaba cuando yo dormía. O eso me había dicho que sentía. Y también decía que siempre que se quedaba conmigo le daba sueño y se quedaba dormido. No pasó nada diferente esa noche, simplemente dormimos en la misma cama, lo diferente fue lo que pasó al día siguiente. Me desperté a las once y media, entré corriendo al baño, me lavé los dientes y me preparé para bajar. Pero Dan seguía dormido. Sí que tiene el sueño pesado. Pensé con una sonrisa en mi cara.

Peleas Por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora