Las Peleas son Eternas

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Las Peleas son Eternas

-¿Dónde están los demás?- La voz del hermano de Ceci me sacó de mis pensamientos.

-No sé, deberíamos buscarlos. No quiero que les pase nada.- Respondió Alex.

Ceci era la única que le decía “Alec” y no entiendo por qué. Supongo que es otra manera de demostrar que con mi hermano tiene más afinidad.

-Jannie.- Susurró Ceci más para ella misma que para otro. Salió corriendo escaleras abajo y seguía murmurando Jannie, Jannie. ¿Qué había pasado? Alec y Will ya la estaban siguiendo mientras le advertían sobre los hombres lobo que estaban en nuestra puerta.

¿Por qué me lo ponía tan fácil quererla? La odiaba por hacerme sentir cosas cuando estaba cerca de ella. Salí corriendo tras ellos. No podía pensar claro y mi corazón se aceleraba. Y a veces, si la veía a los ojos me entraban ganas de besar esos labios, de hacerlos míos para siempre. Ceci se detuvo en una puerta que llevaba al sótano y extendió una mano para abrirla, un poco dudosa. Cuando entró su hermano le puso una mano en el brazo y se colocó por delante de ella.

Yo los miraba desde atrás. Ceci era perfecta, cintura pequeña y bien marcada, piernas largas y no eran patas de pollo, labios carnosos y atractivos, unos ojos marrones infinitos, su pelo con onditas delicadas de un marrón que te invitaba a tocarlo… era simplemente perfecta, y todavía no entendía por qué desperdiciaba esa perfección con hechizos.

Cecily PDV

Sabía exactamente dónde estaban los demás, y lo sabía porque no podían desaparecer tan rápido. Cuando Will dijo lo de buscar a los demás, Jannie era la respuesta. Siempre salía del mismo lugar y uno nunc la veía legar. Tenía que ser una puerta escondida cerca de la entrada. Tenía un poco de miedo y agradecí cuando Will se puso delante de mí. Escuchamos susurros.

-Tranquilos, somos nosotros.- Dije.

-Ceci.- Alguien se me tiró encima y estaba segura de que era Jannie.

-Podemos salir de acá. Hay pasadizos. Me alegra que lo hayan adivinado, chicos.- Joan y Alec, detrás de mí, compartieron una mirada.

-No fuimos nosotros.- Dijo Alec.- Fue Cecily.

Sonreí en la oscuridad, orgullosa de mi descubrimiento.

-No es necesario que me hagan una fiesta ahora, la dejamos para después. Tenemos que salir.- Escuché la risa de Ian. Caminamos por esos pasillos oscuros siguiendo a Ian. Detrás de él venía Sam, Jannie, Will, después yo, atrás de mí venía Alec y por último Joan. Escuchamos ruidos arriba y la puerta de la entrada haciéndose añicos.

-Entraron.- Dijo Sam.

-¿En serio? No me había dado cuenta.- Masculló Joan. Me reí.

-No tenemos tiempo para bromas, Joan, corran.- Todos apuramos el paso. En la oscuridad no se veía nada.

-Will, la chaqueta, trajimos linternas.- Le dije. No habíamos traído linternas, pero hice aparecer una allí dentro, la tomé y la encendí. Will hizo lo mismo.

-Lo más prudente sería que uno vaya al principio y otro al final.- Sugirió Ian.

-Es verdad.- Dijo Will. Y le entregó la linterna a él.- Pero no me van a separar de ella, dale la linterna a Joan.- Hice lo que Will me dijo y después se puso detrás de mí. Micha había tenido razón, qué gran hermano, me protege, lo quiero como a un amigo y es lo mejor que tengo. Le sonreí en la oscuridad, él me pasó un brazo por el hombro y me apretujó contra sí unos segundos para poder seguir corriendo.

-Sos el mejor.- Le dije con apenas aire. Él simplemente me guiñó un ojo.

Esos pasillos nos llevaron al otro lado de la ciudad. Nuestras motos estaban muy, muy lejos. Pero con eso no había problemas. Traté de hacer un hechizo y, para eso, cerré los ojos. Will me abrazó y escondí la cara en su pecho para que nadie me viera haciendo aquel hechizo. Quería saber qué estaban haciendo los lobos. Solo dos habían quedado afuera, vigilando la puerta. Lo primero que hice fue hacer desaparecer la puerta por la que habíamos venido y reemplazarla con cemento, pintado del mismo color que la pared. Después traje las motos a una cuadra de donde estábamos y, por último, encerré a todos los lobos y quemé el lugar.

Peleas Por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora