Por fin un poco de diversión

59 8 0
                                    

Por fin un poco de diversión

-Gracias.- Le dije con una rápida sonrisa.

Era bastante más alto que yo, de pelo negro y ojos verdes. Su sonrisa se dirigió a Will mientras yo me sentaba como correspondía en mi moto. Ayudó a Will a quitarse a las hadas de encima y se subió delante de mí (cosa rara) y aceleró con toda. Will me miró y formuló con los labios la misma pregunta que yo tenía en la mente “¿Quién es este?”. Me encogí de hombros, no tenía la respuesta. Lo miré al ángel caído, quien me sonrió y volvió su vista hacia la ruta. Solo esperaba que no fuera otro que me estuviera buscando.

-Vos no me vas a secuestrar, ¿No?- Por alguna razón ya sabía esa respuesta, y ese fue el motivo de que pregunté. El ángel se rio.

-No, preciosa, yo no. Me sos inútil.- ¿Qué? ¿Inútil?

-Gracias,- El ángel me miró con cara enojada y retrocedí con mis pensamientos.- por ayudarnos.

-Yo más bien diría que los salvé, pero como quieras, preciosa.- Por alguna razón, el uso de su apodo me molestaba, y creo que ese era su propósito.- Estás más buena de lo que me hicieron creer.- Comentó y me quedé helada ante su comentario.- ¿Y qué hacían acá?- Eso me recordó lo que le había querido decir a Will.

-No podíamos ir a casa, nos iban a descubrir.- Le dije. Entonces caí en la cuenta de mi posición y aflojé un poco mis brazos. Pero el ángel caído tenía otra idea, me tomó los brazos y los ajustó más todavía.

-Te vas a caer.- Me susurró y sonrió. Yo blanquee los ojos.

-Estás disfrutando con esto, ¿Verdad?- Le pregunté.

-Voy a disfrutar cuando te la cobre. Y más todavía en un rato cuando lleguemos a tu casa.- Me reí.

-Muy buena esa, como si fueras a entrar.- Él rio.

-Como si no.- Lo dijo tan seguro que realmente pensé que lo iba a hacer.

-Yo pensé lo mismo,- Dijo Will devolviéndome a la realidad. Tardé un poco en caer que me decía a mí y que hablaba sobre que hicimos bien en no ir directo a casa.- tenemos que irnos ahora. Son las diez.- El ángel caído aceleró tanto la moto que se levantó y quedó parada en una rueda. El viento en mi cara era un placer que cada vez me gustaba más.

Cuando llegamos, vimos a Stephen poniéndose su abrigo, apurado por salir a algún lugar. Y yo sabía a dónde. Corrí y lo abracé.

-Estamos bien, gracias.- Le dije, se notaba que estaba preocupado. Me abrazó.

-Estás bien, estás bien…- Se repetía.

-Y todo gracias a mí, me debe una.- La voz del ángel caído me hizo voltear.

Cuando Stephen lo vio, supe que ya lo conocía y que por eso el chico me había dicho que iba a entrar a mi casa. Stephen dio un paso adelante y se colocó delante de mí, como si quisiera protegerme. Will se dio cuenta de lo que estaba pasando y vino inmediatamente a colocarse en la misma posición que Stephen. El ángel caído rio.

-No hagamos líos. Ya nos conocemos así que no necesitamos formalidades.- Me apresuré a hablar y salí de mi escudo. Me puse erguida pero relajada, con todo el peso en una pierna, las manos en mis bolsillos traseros del pantalón y con una sonrisa inquisidora.

-No sabemos tu nombre.- El ángel sonrió.

-Tranquila muñequita, soy Agustín.- Raro nombre, nunca lo había escuchado, no debía de ser de por acá. Se acercó a mí y los chicos a mi lado se tensaron.

-Para vos no soy ni muñequita ni preciosa. Mi nombre es Charlotte.- El ángel sonrió.

-No te creas inteligente estando con alguien que vivió mucho más del doble que vos. Sé muy bien cómo te llamas, pero yo te digo como quiero. Y me gusta muñequita.- Se me acercó todavía más, yo le puse una mano en el pecho (me sorprendió la fuerza que tenía) y lo alejé un poco.

Peleas Por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora