Extraños conocidos

172 10 0
                                    

El chico que estaba parado frente a mí era de aquel lugar, y lo hubiera apostado. Ojos celestes, rubio y con un poco de músculos. Debía tener aproximadamente mi edad, vestía unos jeans, una camiseta azul lisa y estaba apoyado con el hombro en la pared y con las manos en los bolsillos.

-¿Y por qué no habría de hacerlo?- El chico se despegó de la pared y se me acercó. Mi corazón empezó a latir un poco más rápido.

-Ahí duerme todo el personal. Y lo está haciendo ahora. No son muy buenos si los despertas, y menos si te encuentras husmeando por ahí.- Mi corazón volvió a la normalidad.- Te puedo dar un recorrido por la casa, pero por el momento evitemos ese sector.- Me tomó por los hombros y me llevó hasta el Hall.Su tacto me sonó familiar. Había algo en ese chico que no me hizo ni sospechar de él, como lo hacía con todas las personas. Sabía que podía estar tranquila a su lado, confié en él desde el primer momento en el que lo vi.

-Veo que ya conociste a Stephen. Stephen, ella es Cecily Casley.- Michaela estaba tan contenta que dentro de poco se pondría a dar saltitos y aplaudir.- Bueno, Ceci, te vamos a hablar un poco de cómo son las cosas acá.- ¿"Ceci"? Esa chica solo me conocía hace tres segundos y ya me apodaba. Tomamos asiento en ese gran sillón. Yo estaba en el medio.- Cuando suena la campanita, es hora de comer. Necesitamos saber si sos alérgica a algo o comes cosas especiales. Si alguna vez no tenés apetito o no queres comer o estás afuera pero venís a comer, avisanos.- Asentí.

-No como nada raro, lo que me sirvan va a estar bien.- Michaela sonrió.

-Genial, me alegra saberlo. Hasta las cinco, siempre vas a tener lecciones.

-¿En vacaciones?- A mi lado, Stephen rio. Yo lo miré, ¿Qué tenía de gracioso eso?

-Sí, en vacaciones.- Qué linda era su risa, tenía cierta musicalidad. Y eso hizo que mi corazón volviera a latir rápido. Pero después se le pasó.- Vamos a enseñarte todo sobre nuestro mundo y cómo pelear.

Estaba tan cerca de Stephen que podía sentir lo que irradiaba, y estaba segura de que no era como yo. Pero no me importaba si era el diablo, mis sentimientos por él no cambiaban. Yo era una bruja, mi papá me lo había dicho poco antes de mandarme para acá. Tenía dieciocho años y yo creo que es un poco tarde para decirle a alguien la verdad sobre algo tan importante como eso. Me había enojado tanto que me encerré por tres días en mi habitación. Él creyó que iba a ser mejor si me mandaba acá, pero yo no opino lo mismo. Yo era la hija del segundo matrimonio de mi papá, única. Cuando tenía trece, mi mamá se fue porque se enteró de que compartía la cama con un fenómeno. Y desde entonces viví sola con él. Pero cuando me contó esto, dijo que había gente que lo estaba buscando y que no quería que yo estuviera ahí para cuando lo encontraran. Nunca me explicó a qué se refería, pero yo tampoco pregunté porque para ese entonces había salido de la habitación y me había encerrado en la mía.

-Está bien,- Dije.- Pero no quiero secretos sobre nada.- Bastante tenía ya con mi papá y sus jueguitos a salvarme del mundo. Sobre todo, lo decía porque había algo en ese chico que no era normal, eso que me hacía confiar en él.

-No te vamos a mentir en nada, lo prometemos.- Prometió Michaela.

-Bien, ¿Entonces qué son?- Michaela intercambió una mirada con Stephen. Dio un largo suspiro.

-Yo soy como vos, soy una bruja. Stephen es un ángel caído.- Creo que ninguno de los dos estaba esperando la reacción con la que afronté esto.

-Bueno, son las tres,- Dije mirando mi reloj.- entonces, ¿Cuándo empezamos?- Ambos levantaron las cejas y Michaela, además, sonrió.

-En cuanto te hayamos dicho algo muy importante.- Me quedé mirándolos con atención, lista para lo que me pudieran tirar.- Bueno, tu padre- Típico de Micha, hablando con palabras como "padre", más refinada que la misma reina.- te mandó acá porque allá estabas en peligro, y lo sabes. Los seres no son para nada tontos, y tan pronto como te vean van a tratar de darte caza. Quieren tu sangre, tus poderes, pero si no tenés magia en tu sangre, no les servís de nada.- me quedé mirando a Micha, tratando de entender qué me quería decir.

-Queremos que finjas que no tenés poderes,- Continuó Stephen. Todo sonaba más tranquilizador si él lo decía. Pero a mí los chicos no me van, no me engañan. Cuando las cosas me sorprenden o siento algo por alguien, no lo demuestro con lenguaje corporal. En realidad, no me gusta que sepan cómo soy.- que sos ajena a todo esto de los seres y la magia. Pero te vamos a enseñar a defenderte, tanto con magia como con el cuerpo y las armas.

-Está bien.- Dije yo. Lo tomé bastante bien a comparación de como creían que lo iba a tomar. Ambos soltaron un suspiro casi inaudible.- Nada de usar poderes con nadie ni dar a entender que pertenezco a este mundo.- Dije dando a entender que había entendido. Ambos asintieron.

No quería más mentiras sobre nada, quería una nueva vida acá, con una diferente reputación, nuevas amigas y una universidad que había elegido yo misma. Michaela se levantó y yo la seguí. Miré a Stephen.

-¿No vienes?- Le pregunté. Cuando lo veía sentía familiaridad y que algo perdido hacía mucho tiempo hacía "clic" dentro de mí.

-No, yo solo te ayudo a pelear, pero de teoría sé de más.- Dijo, se dio vuelta y desapareció por la puerta de entrada. Ese sí que era un chico reservado, esperaba que no siguiera así conmigo para cuando terminara el verano. Pero, por alguna razón, sabía que había algo más detrás de todo eso y que no iba a ser así conmigo durante el tiempo que tenía por delante.

Peleas Por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora