Quería un perro, pero no me refería a esto

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Quería un perro, pero no me refería a esto

Otra vez sonó la voz del DJ en los altavoces pidiendo que se formaran parejas. Alec se me acercó y creí que sería él quién me sacara a bailar, pero solo me susurró algo al oído.

-¿Puedes pedirle disculpas? Por mí, no quiero quedar en el medio de nada.- Lo dijo tan rápido que tuve que detenerme un segundo a procesarlo.- Bueno,- Dijo en voz alta.- estoy cansado, sigan ustedes.

Joan me colocó las manos alrededor de la cintura y sentí nervios, aunque no estoy muy segura por qué. Sus manos producían en mí una calidez que nunca antes había sentido con nadie.

-Perdón.- Joan se sorprendió de escuchar eso.- No te traté bien en un principio. ¿Empezamos de cero?- Le sonreí, pero no fue una sonrisa falsa, como esperaba que fuera, sino una sonrisa de verdad, y fue así porque vi algo en sus ojos que me incitó a hacerlo.

-Soy Joan.- Sonreí más grande.

-Cecily.- Bailamos un rato hasta que Joan volvió a tomar la palabra. Estábamos demasiado cerca para mi gusto y, al mismo tiempo, demasiado lejos.

-Me contaron que sos nueva por acá.- Parecía un poco incómodo.

-Sí, parece que los rumores vuelan.- Él asintió.

-Nos enteramos de todo.- Acarició mi cabello y sentí otra vez esa oleada de calor por todo el cuerpo. Lo más disimulado que pude, recuperé mi mechón.- Tenías un papelito.- Noté que cada vez le costaba más hablar normal (y que hacía un gran esfuerzo para eso), como si le faltara la respiración o quisiera mantener el tono normal de su voz. Eso me dio valor para acercarme un poco a él, y eso era porque yo causaba una reacción en él.

-Gracias.- Le dije con una sonrisa. Él también me sonrió y su expresión se suavizó. Pero por algún motivo que desconozco, su cara volvió a ser dura e inescrutable. Me acerqué más a él. Mi mente decía que lo soltara y me alejara, mi corazón decía que esos labios tenían que ser míos.- ¿Qué pasa?- Lo dije con más suavidad y dulzura de lo que pretendía. Él me miró por un segundo, aflojó sus manos en mi cintura y miró para otro lado.

-No, no puedo.- Masculló con tristeza y se fue del lugar. Ni siquiera se quedó, salió por la puerta. Ese era un tipo raro, sin contar el hecho de que era un vampiro. No tardé en conseguir pareja cuando la música se aceleró un poco, pero ya se me habían ido las ganas de bailar.

-Creo que no le caigo para nada bien a tu hermano.- Le dije a Alec una vez que llegué a su lado.

-Es un gruñón, no te preocupes por él. Vamos a terminar bien la noche.- Tomó mi mano, pero yo me zafé.

-No quiero ser aguafiestas pero preferiría terminar la noche en un lugar más… tranquilo.- Lo que quería era irme de allá, el rechazo de Joan me había dejado hecha pedazos.

-Sí, vamos a un barcito, o al parque.

-La fuente en la que estábamos era linda.- Le sonreí para demostrar que me gustaba los lugares a los que me llevaba. Alec me sonrió y me llevó hasta aquella fuente.

Cuando llegamos, él se sentó en la orilla de la fuente, pero yo me senté en el pasto. Alec me observó durante un rato y sonrió. Cuando pretendía abrir la boca para decir algo, un cachorro me saltó encima y del susto casi grito. Era un Golden chiquito que estaba solo, y me dio pena.

-¿Te perdiste amigo?- El perro ladró.- A perdón, amiga. Sos una bonita perrita, ¿Quién es bonita?- La perrita me lamió la cara mientras yo la acariciaba. A mí me encantaban los animales y amaba todo ser vivo que pisara la tierra. Más tarde, caí en la cuenta de que no estaba sola. Así que tomé a la perrita en brazos y la acaricié, sin decirle ninguna cosa más.

Peleas Por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora