¿Qué es lo que sucedió?

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¿Qué es lo que sucedió?

-¿Sabes por qué te traje?- Se volteó. Tenía un cuchillo en la mano. Se acercó a mí, pero yo no iba a dejar que me tocara ni un pelo. Me hice pequeña de nuevo y salí corriendo. Hice aparecer mi escoba y traté de escapar. El demonio, con expresión aburrida, chasqueó los dedos y yo volví a la normalidad. Nunca había conocido a nadie que pudiera contra mis poderes. Me agarró por el cuello y me dejó contra el piso.- Te hice una pregunta.- Hizo una pausa.- Tiempo. La respuesta es porque quiero el libro. Te me escapaste una vez, no lo vas a hacer de nuevo. Tengo algo especialmente planeado para tu angelito protector.

Como si lo hubiera hecho a propósito, Dan entró por una puerta que recién había visto. Una jaula cayó sobre él como por arte de magia. A pesar de que la jaula era bastante más grande que él y no le tocó ni un pelo, gritó y se arrojó al piso. Las barras de metal de las que estaba hecha la celda resplandecían con un rojo vivo. Mis ojos se llenaron de lágrimas con la simple imagen de verlo sufriendo. Retrocedí al día en el que había estado observando cómo el mismo demonio que me estaba agarrando del cuello, azotaba a Dan. Mis lágrimas amenazaban con salir, pero tenía que ser fuerte. Levanté la barbilla, las lágrimas habían cesado.

-Hagamos un trato,- Le dije.- Él se queda, yo me voy.- No puedo describir la sorpresa que se llevó el demonio cuando dije esto.

-¿Qué pasó con tus lágrimas?- Me preguntó con una sonrisa malévola.

-Recordaba la vez que lo vi…- Hice de cuenta que la voz se me quebró. Sacudí la cabeza y volví a levantar la barbilla.- terminamos. Entre nosotros no quedó nada, y lo agradezco.

-Pero si eran tan unidos.- Dijo con otra sonrisa.

-Te digo que terminamos.- Repetí yo con mi actuación.- ¡Lo único que tenemos en común es una parte ínfima del pasado! ¡Y así quiero que se quede!- Levanté la voz para sonar más convencible.- Pero no puedo quedarme acá, si lo hago, esa chiquita va a morir, y no lo puedo permitir.- Dije recordando a Jannie y los ojos volvieron a llenarse de lágrimas, pero las contuve.- No me importa si él se queda, pero quiero salir de acá.- El demonio dudó un segundo.

-No hay trato.

-¡¿POR QUÉ?!- Nunca antes había gritado tan fuerte (a excepción de cuando pasó lo de Jannie, nadie va a poder igualar ese grito jamás)

-Porque vos no estás en posición de negociar y yo quiero conseguir tu libro.- Dije con una sonrisa que me dio miedo. Estaba aterrada, pero no permitía que ninguna parte de mi cuerpo se lo hiciera saber.- En este momento, tres de los demonios más poderosos están tirando abajo el hechizo soso que le pusiste a tu pintoresca casita.- Mi casa… el sueño… iba a escapar de ahí… eso me dio tantas esperanzas que no solo sonreí, me reí. El demonio no entendía nada.- ¿Por qué estás tan contenta?- Preguntó.- Dije que voy a tirar abajo tu casa. Asústate. Témeme. No te rías.- Pero yo no podía parar de hacerlo.

-¿Sabes la reputación que tenían los demonios según yo? Tan inteligentes que no los podías burlar, muy fuertes, a los que todos temían.- Dije, el demonio comenzó a enojarse.- Pero me doy cuenta de que no es así, que fui muy tonta.- El demonio retrocedió y levantó una mano, para golpearme, pero lo interrumpí.

-Ah, ah.- Dije en tono de reproche.- No, me necesitas viva si queres que abra el libro.- El demonio se detuvo. Aproveché la oportunidad para pegarle una patada. Lo arrojé al otro extremo de la sala y me tiré sobre él. Mientras estaba en el aire, me hice pequeña y me metí en su boca. Si quería volverme a la normalidad, tenía que sacarme de ahí, y eso le iba a costar mucho. Busqué a toda velocidad su lucecita escurridiza, y la acorralé contra su cuerpo. Tomé la lucecita y escuché la voz del demonio.

Peleas Por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora