Con SU majestad

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Con SU majestad

-Gracias.- Dijo Will para acabar con la conversación.- Ahí vas a dormir.- Señaló una habitación grande que había hecho aparecer.- Tiene baño y todo. Que disfrute su estadía.- Dijo con sarcasmo.

-¿Este es tu hermano?- Preguntó Cirius con una sonrisa socarrona.- Me cae bien. Cree que es superior a mí, me gusta.- Le guiñó un ojo.

-Y a mí me gustan las chicas.- Le advirtió mi hermano. Miré para otro lado, tratando de ocultar mi risa. Will tenía una sonrisa en el rostro, los brazos cruzados y un hombro contra el marco de la puerta.

-Hey, tranquilos.- Dije todavía sonriendo.- Nos olvidamos de que hay vampiros en peligro.- Me levanté y salí de ahí con un glamour.

Estaba esperando a que los dos chicos que estaban en mi departamento salieran tras de mí, pero tardaron más de lo que me hubiera gustado. Me subí a mi moto y Will se sorprendió de verme como un chico. Le sonreí.

-Ah, ya entendí.- Dijo. Se subió a su moto y salimos para casa. Recogimos todas las armas necesarias después de explicar velozmente la situación. Dan nos guio hasta el lago y nos sumergimos en la cueva. Pero cuando pasé la entrada, los demás no lo pudieron hacer. Calo, solo si estás invitado. Pensé. Traté de decirles como pude que no iba a asarme nada y que se fueran. Lo hicieron a regañadientes, pues no había otra opción. Seguí nadando hasta que atravesé el portal y aparecí en un castillo de cristal. Dos hadas estaban al lado mío. Debían de estar esperándome. Tan pronto como me metí en esa cueva me quité el glamour.

Me guiaron a la reina, quien estaba sentada en un enorme trono, parecido más a una cama que a una silla. Su vestido era del mismo color que el castillo y era uno de esos vestidos que se inflan y te hacen parecer un arbolito de navidad. Esa era la mejor manera de describirla, porque además estaba adornado con frutos silvestres por todos lados. Hice una reverencia ante ella, tratando de no pensar que estaba frente a un pino decorado.

-Me agradas, chica. Tienes modales.- Uf, otra reina refinadita.- Y me parece muy correcto que te entregues por tus amigos.- Me erguí.

-Gracias. Pero si me voy a quedar, hagamos un trato.- Podía escuchar la voz de Cirius tratando de evitar que haga tratos con las hadas.- Una vez que los libere no se va a volverá meter con ellos nunca más, a menos que se lo pida. No va a tener que ver con ningún sufrimiento que pudieran llegar a tener. Ni usted ni nadie que trabaje, haga favores o tenga alguna relación con usted.- Trataba de aclarar cualquier hueco que pudiera haber.- Si lo hace. Me quedo, sencillo.- La reina se quedó pensando y después rio. Todas las hadas rieron con ella, y cuando paró, todos lo hicieron.

-La chica es inteligente. Está bien, acepto. Pero yo también tengo condiciones. Vas a colaborar con todo lo que te pidan. Y queremos el libro.- La reina se paró y su presencia acaparaba toda la atención. Cada hada tenía un vaso con líquidos de diferentes colores. Los que estaban alrededor de la reina bebían líquido naranja. Sus guardias verde, y más lejos, cruzando unas puertas (también de cristal) había hadas moviéndose como locas con líquidos azules. Sus súbditos están drogados. Pensé. Tomé nota mental de no beber nada de lo que me ofrecieran.

-Perdón, su señoría. Pero no sé dónde está el libro.- Era verdad. La última vez que lo había visto estaba alejándome de Windcalls.- En eso no la puedo ayudar.

-Pero debe tener una idea.- Negué con la cabeza.- Está bien. Algo se nos ocurrirá.- Hice una reverencia con la cabeza. Hay que aprender a regular nuestras actitudes según la situación en la que te encuentres.

-Ahora deje ir a los vampiros.- La reina habló en un idioma que no entendí para nada. Dos guardias salieron de la nada. Detrás de ellos venían todos mis amigos vampiros. A lo último, dos guardias más. Cada hada en esa corte llevaba frasquitos con líquidos de diferentes colores colgados  en collares, cinturones, vestidos, uniformes.

Peleas Por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora