Vino tinto y pan con ajo (Parte I)

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Ha pasado buen tiempo y quiero disculparme por ello, pasaron dos cosas importantes que detuvieron el flujo creativo del fic, más que la publicación misma; por un lado debo admitir que me siento profundamente agotada en los últimos días, el exceso de trabajo tanto en la oficina, como en la oficina y en casa, han mermado mis energías y con ello mi concentración. Aunque el estado de salud de mi mamá es bueno, el post operatorio sí nos ha tenido en jaque y es eso en gran medida lo que me tiene bloqueada; si le suman a eso que mi cabeza no está bien últimamente y que me he sentido más bien abrumada, creo que podría comprenderse que no pueda escribir con la fluidez de siempre.

Procuraré contestar mensajes en cuanto pueda y escribir más también.

Gracias por esperar, por ansiar, por leer.

El presente capítulo originalmente es más largo, tomé la decisión de dividirlo para que no sea tan pesado, no obstante, aunque en dos partes, procuraré publicarlos lo más juntos posible, así que no tendrán que esperar a un hipotético lunes que seguro me llegará tarde.

El capítulo va, como los anteriores sin beteo y espero que esto no les cause mayor problema; acepto pues observaciones y correcciones a granel y las agradeceré infinitamente, porque me ayudan a crecer y a mejorar.

Sin más, bienvenidas luego de demasiada espera, de regreso a Demasiado.

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... or left to linger...

-¿Cómo es que empezaste preso en Azkaban y acabaste en Estocolmo? -Tenía un vaso con hielo y whisky en las manos, lo giraba lento mientras hablaban, Harry le dio un sorbo al suyo y se sonrió, se tiró de la pierna izquierda del pantalón y tras el gusto del licor empezó a narrar.

Llegó a La Madriguera unas horas después de su visita a Hermione, luego de pasar por el Ministerio a firmar algunos reportes de su ausencia y a ver el avance de los procesos judiciales sobre la gente a la que había seguido en las últimas semanas; La Madriguera tenía la apariencia de siempre, con todos esos cuartos pegados al azar, con ese jardín medio descuidado y unos pequeños nuevos huertos de tomates, cebollines, fresas y otras cositas que Arthur insistía en cultivar a usanza muggle, con alguna que otra orientación de Harry y otras más de Hermione. Encontró ruido y emoción por toda la casa, mucho gusto por verlo de nuevo y mucha preocupación por la castaña; Ginny no se andaba por las ramas, estaba disgustadísima con Ron por lo que le había dicho a Hermione (cosas que él desconocía porque el pelirrojo sabía muy bien qué contar y qué no), preocupadísima porque Hermione estuviera sola en casa -peor aún, ¡con Pansy!- y muy, muy asustada porque su amiga de siempre había sugerido la posibilidad de acabar con Ron.

Harry se había quedado en un profundo estado de meditación, sentado en un banco al lado de aquella cama que más podía haber pasado por hamaca que por tal, pues Ginny, enorme, redonda, sudorosa y de un color rosa pastel brillante, le hizo recordar cierto lejano suceso con una hermana de su tío Vernon, hace parecía una vida; mientras pensaba en lo que estaba pasando a su alrededor, recordó con mayor acaloramiento el estado en que había encontrado a Pansy y a Hermione, y se convenció a sí mismo, de que aunque pudiera leer a Hermione como leía a Ginny, no debía creerse todo lo que su cabeza le decía.

Pidió saber dónde estaba Ron y cuando le dijeron que se había ido a sentar del otro lado del patio con una botella de whisky, los ojos de Molly fueron más reveladores que el estado en que encontró a su amigo; ahí, sentados en unos troncos, el uno frente al otro, bebiendo, sentía como una angustia nerviosa por lo que el pelirrojo traía en mente.

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