Traduttore Traditore (o de la semana que no debió ser) PARTE V

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Febrero de 2021, desde entonces no actualizo nada de este mi hijo predilecto, desde entonces no puedo traerles algo más de él; debo ofrecerles una disculpa por tanta demora, de hecho, puedo decir con algo de pena y preocupación, que no me sorprendería si ya nadie viene a leer a este pequeño mío. Sin embargo, espero que aún haya por ahí alguien interesado en saber hacia dónde va esto, qué ocurrió, cómo se va desarrollando lo que me gustaría decir, es el clímax de la historia; Demasiado no se ha terminado todavía, ni lo he abandonado, aquí estoy de regreso...

Quédense un rato más conmigo. Habrá capítulo nuevo muy pronto... por la garrita que intentaré no tardar tanto en volver a publicar, créanme, espero que antes de cerrar el año, tengamos mínimo cuatro capítulos más; por cierto, gracias a mi pobre martirizada Beta: Setsuna_Zazu, la única que tolera mis ausencias y las sufre quizá más que ustedes, porque le toca releer continuamente nada más para recordar cómo va el hilo... Sux, te quiero, gracias por tenerme paciencia...

Gracias por seguir acá

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Bad enough

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Domingo 8 de noviembre

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Sentada mirando al jardín, Ginny Weasley se daba a la tarea de contestar el correo que tenía rezagado desde que comenzó su padecimiento de hinchazón, días enteros sin tener ganas ni ánimos de revisar las cartas se desvanecían un poco con una buena taza de café a un lado; llevaba no menos de dos horas ahí sentada, y seguía el montón de sobres igual que al inicio, pero la bebida se había rellenado por lo menos tres veces ya; la realidad es que le preocupaba avanzar muy rápido y empezar a encontrarse las cartas que contenían el relato de la posible traición de Ron, los cuestionamientos sobre la ausencia de su hermano... los cuestionamientos sobre ella misma. Ginevra Weasley había corrido a ayudar en San Mungo porque Harry así se lo había pedido, aún débil para pelear (según su preocupón novio y su aún más posesiva y alterada madre), había encontrado en los pasillos del sanatorio mágico la oportunidad de ser útil, pero no había sido suficiente y aún tenía en las pupilas las filas de cadáveres grabadas; cerraba los ojos para ver aquello llenándose la boca del fuerte sabor del café sin azúcar.

Atormentada, volvió los ojos del jardín verde y fresco donde su madre desgnomizaba con entereza hacia la mesa con las cartas, y entre los muchos sobres uno atrapó su atención: un sobre oscuro, con un elegante listón que atrajo sobremanera su mirada; extendió la mano para sujetarlo, cuando la chimenea chisporroteó fuerte, un par de tizones dieron un salto y fueron a manchar de hollín la alfombra, se volvió, era Percy con las gafas en la punta de la nariz.

—¿Ginny y mamá? —La pregunta sonó un poco apurada, el chillante silbido de fondo lo acentuaba, además estaba ansiosa y preocupada.

—En el jardín, ¿pasa algo? —Se acercó rápidamente a la fuente de la voz, Percy pareció dudar un poco de decirle lo que le estaba perturbando, pero luego de fruncir el ceño y apretar los labios como a veces hacía su padre en un momento de embarazo, habló con la voz más ronca, tensa.

—Quisiera comentarle algo... ¿puedes decirle que sería bueno que viniera a casa? —Ginny sintió como que no quería confiarle algo importante, quiso decir algo y quizá berrear porque la estaba obviando a ella, pero al final lo dejó pasar; entendía que, por muy hermana que fuera de todos aquellos armatostes necios, pelirrojos y pecosos, ella, Ginny, no era su madre.

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