Trémula

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Trémula

But something's coming over me to make me wonder

Tlac tlac tlac tlac tlac

La suela fina del zapato contra el concreto empapado, el agua chisporroteando por todos lados, a veces mojaba lo que había a su alrededor, otras veces mojaba sus pantorrillas y la sentía escurrir hasta que se le perdía por los calcetines empapados que le ceñían los tobillos; tuvo que sujetarse de la barandilla del edificio para poder dar la vuelta cerrada a que la carrera le condenaba, nada más poner el pie en el batiente de la entrada, la respiración pareció volverle al cuerpo con el ritmo de quien corre una maratón a contra reloj. El pórtico estaba oscuro y pudo con tranquilidad recargarse en la puerta cerrada y llevar sus manos a las rodillas, respirando y respirando, pensando y pensando; ¿le habría visto alguien?, esperaba que no, aun así sentía como si alguien lo supiera, como si alguien pudiera sospecharlo, pero se sacudió esas ideas a fuerza de volver a respirar.

Se volvió a la puerta y metió la llave en la cerradura, dar vuelta para abrir le tomó más tiempo del acostumbrado porque tenía las manos ateridas de esfuerzo, de frío y además mojadas; cuando logró abrir y entrar en la casa, sintió una tranquilidad que podría haberlo hecho desfallecer, paso a paso rumbo a su habitación y mientras se iba despojando de la ropa mojada, pensaba más y más en todo lo ocurrido. La túnica estaba empapada y dejaba rastros de lluvia por el suelo de madera, el saco tenía manchones borrosos en las mangas, ahí donde la túnica no había logrado resguardarle la manga, al quitárselo encontró los bordes de las mangas de su camisa rojizos.

Pansy.

Ojalá que la encontraran a tiempo, ojalá que alguien le ayudara... lo que le había dado a beber serviría apenas para mitigar el daño de todo lo que había pasado, y más valía que alguien la atendiera pronto y como debía ser; se sentó a la orilla de su cama y se dispuso a sacarse los zapatos y los calcetines, descalzo mirándose los dedos de los pies, arrugados por la humedad, se concentró en pensar y pensar en todo lo que había ocurrido, no se movió de ahí un centímetro y con el paso de las horas la camisa se le fue secando adherida al cuerpo, los pantalones perdieron peso y sus dedos recuperaron su forma natural.

Ojalá que los muertos no fueran muchos y que si lo eran hubiera valido la pena. Ojalá que Pansy estuviera bien, a salvo y protegida. Se levantó y miró el reloj, había estado ahí clavado más de un par de horas y el cuerpo se le había quedado empapado ya no en agua sino en dolencia; mientras se desnudaba por completo para entrar en la regadera, se convenció a sí mismo, que quizá la única razón por la que él había ido a dar a esa batalla era para estar ahí con Pansy y hacer la diferencia. Lo malo era que a veces Pansy no era precisamente la persona en la cual depositar esperanzas desesperadas o golpes de suerte.

/o/o/o/

— ¿Qué sabemos? —La voz era imponente y agresiva, un gruñido en medio del alboroto que los rodeaba.

—Poco. —Tuvo que reconocer mientras seguía observando cómo sacaban más y más escombro.

—Esto es una afrenta... tan grande, Harry... —El Ministro ni siquiera podía decir lo que sentía, tenía el rostro pálido bajo la capa de polvo producto del derrumbe, tanto que parecía como si llevara encima una máscara densa y blanca, Potter por su lado, llevaba el cabello poblado de aquel talquillo en que se había transformado el polvo a su alrededor.

—Señor Ministro...

—¡Señor!

—Señor Ministro...

DemasiadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora