Cartas a ningún lado (Parte I)

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Prometí doble capítulo para Navidad y vengo, como en cada capítulo al subir, a disculparme por no cumplir lo que había dicho... pero vamos, que cuando vean lo largo de este, seguro me disculpan.

No obstante, esta es una primera parte, seguro la segunda viene entre domingo y lunes, para compensar el asunto de que me tardé en publicar...

Feliz año a los que leen, gracias por estar y permanecer, a los que comentan, muchas gracias; ojalá el año que empieza les traiga muchas bendiciones y ojalá que comenten más, lean más y disfruten más...

Este es Demasiado y dedico el capítulo a quienes siguen creyendo que Pansy y Hermione no funciona... veremos, veremos.

Cartas a ningún lado (Parte I)

There's no complication there's no explanation.

—Mundungus Fletcher. —Potter miraba la fotografía que habían traído de aquel sujeto y la sostenía frente a su rostro, donde le obstruyera la visión del cuerpo carbonizado sobre la mesa, pero su nariz era más reveladora que la imagen y traía por añadidura el dolor de la culpa; el perfumillo ácido de carne chamuscada le penetraba casi hasta la frente, donde tenía la sensación de un limón apretado contra el espacio entre sus ojos, ácido, rasposo y duro.

—Así es, señor Potter, lo confirmamos por la dentadura y el rastro mágico de los restos de varita que le encontramos en la mano. —Harry dio unos pasos entorno a la mesa de metal en que estaba depositado el cuerpo, todos ahí dentro se movían con sumo cuidado, porque el viento más mínimo hacia que se desmoronaran las muchas aristas que había provocado el fuego en el cuerpo sobre la plancha. —Si me permite hacer el comentario, creo que intentaba entrar a esa bóveda y alguien lo atrapó en ello.

—Eso significaría que a diferencia de lo que habíamos sospechado al inicio, él no fue asesinado como una advertencia, sino que alguien más intentó resguardar lo que había en la bóveda de los Lestrange. —El sanador asintió mientras anotaba algo más en el trozo de pergamino enrollado frente a su cara, Harry se ajustó las gafas mientras se acuclillaba junto al cadáver para mirar mejor una parte de la mano que parecía sobresalir, la mesa estaba baja, donde permitiera al grupo de personas ahí hacer anotaciones cómodamente y verle en totalidad. —¿Quién es el nuevo dueño de la bóveda? —Tras Harry, un joven de regordetas manos tomaba notas también, era su asistente, un chico recién egresado de la academia que lo perseguía para todos lados haciendo mandados y tomando recados con una actitud silenciosa y de respeto, elegante y poco a dado a sobresalir; el chico era hijo de un alto funcionario con años dentro del Ministerio, no tenía buen desempeño, a veces era torpe y lejano, Harry lo acosaba constantemente para que le entregara sus informes, en general era callado y tan inútil que a veces le quitaba más tiempo del que le ayudaba.

—Aquí dice que el único familiar con vida de los dueños de la bóveda es Draco Lucius Malfoy. —Aquello hizo que Harry arrugara la nariz haciendo que las gafas se le deslizaran hasta la punta, lo que menos necesitaba era tener que buscar al rubio desabrido para interrogarle, aunque según parecía eso tendría que hacer y pronto.

—Cerciórate de hacerme una cita con el señor Malfoy cuanto antes... es necesario que le haga unas preguntas. —El muchacho asintió mientras anotaba más rápido en su cuadernillo, Potter acercó el rostro a aquella mano ennegrecida por el fuego y al hacerlo, descubrió algo que llamó poderosamente su atención. —¿De aquí fue de donde retiraron los fragmentos de varita? —El sanador a su espalda asintió volviendo su rostro hacia él con creciente atención, Harry frunció el ceño mirando aquello. —¿Qué es eso que quedó entre los dedos? —El hombre de bata blanca dio dos pasos hacia él, inclinó también su cuerpo hacia la mano o lo que quedaba de ella y frunciendo el ceño negó con la cabeza como intentando decir que no lo sabía, otro de los sanadores que se dedicaba a tomar medidas con una cinta que volaba autónoma por el lugar, también se inclinó intrigado, se encogió de hombros cuando la mirada del primer sanador lo escrutó.

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