La piedra en el zapato

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Ha pasado mucho tiempo, más que con ningún otro capítulo. Ofrezco por ello una disculpa, sobre todo a aquellas que se hayan pasado por mi perfil y hayan encontrado que estaba actualizando otras cosas, mil perdones, estaba metida en un concurso y quería y necesitaba participar.

No ha sido desvío, ha sido un momento de respiro mientras algunas de las ideas para este capítulo fermentaban; este es un capítulo algo menos largo que el anterior, creo, pero igual es muy extenso, así que creo que no les defraudará.

Quiero agradecer enormemente a dos personas, mis betas: ldgarcía y a Setsuna Zazu, que han tenido que soportar el envío de numerosos borradores, correcciones y sí, mi insistencia a preguntas como: ¿qué te parece?, ¿se mantiene el tono?, ¿me he excedido?, incluso en horarios de descanso. La dedicatoria va hoy para ldgarcía, que logró despertarme la idea de la increíble escena DxP de la que estoy francamente orgullosa y que espero, no haga rabiar a nadie, porque era necesaria.

Así un capítulo más de mi hijo predilecto, Demasiado, que empezó como un proyecto personal para obligarme a volver a escribir y hoy es, uno de los motores para que me levante en las mañanas.

Por cierto, Demasiado está en su recta final, a lo mucho seis o siete capítulos más, así que esto se pondrá bueno, para Navidades habrá doble capítulo y el plan es que antes de febrero, esto llegue a su fin.

Quizá no sea un final alentador, porque cuando se trata de las Cosas del amor, no todo son finales felices.

Gracias.

/o/o/o/

La piedra en el zapato

Yes my dear you know he soothes me

Llevó su mano por aquella espalda mientras concentraba toda su atención en deslizar sus labios por aquel seno, suave, tibio, turgente; el pezón estaba endurecido y la piel tenía aquel aspecto granuloso que siempre le volaba la cabeza, llevó su lengua por el sendero que le marcaba la sombra del amanecer al filtrarse por la ventana, inclinando su cuerpo sobre el de ella, sin dejar de guiar su lengua por aquella inmensidad aterciopelada, la forma insinuada de la clavícula le tentó y se dejó caer en ella mientras acoplaba su pelvis contra la suya. Aquello le arrancó un suspiro y no pudo evitar gruñir, era un gruñido de complacencia, de emoción, un gruñido penetrante y fuerte, con los dientes se dedicó a rozar aquel cuello y la sintió temblar, porque introdujo entre sus piernas la suya y llevó su mano por aquel muslo directo a su entrepierna; dejó a sus dedos abrirse paso y detenerse hasta que encontraron humedad y aquel abdomen tuvo un espasmo de aceptación.

Volvió ahora a usar los dientes, pero esta vez mordió el cuello, la barbilla, la forma de los pómulos, su mano acariciaba aquella segunda boca con tiento y fiereza, concentrada por completo en preparar el territorio...

Una luz penetrante se filtró por la ventana, quemándole las pupilas que aún reposaban en la oscuridad de la madrugada, por un momento lo relacionó con las luces de un auto, pero la luz volvió a resplandecer, fuerte, incómoda y supo que no eran los faros de ningún vehículo, era otra cosa; quiso moverse más rápido y acabar lo iniciado, pero ya también ella miraba, la cabeza por completo echada atrás sobre la almohada, el cuello estirado como el de una garza. Ambos miraban la luz y tras un segundo largo y callado la reconocieron: era un patronus.

Se incorporó en la cama tras besarla ruidosamente en el cuello y sacarle una risa forzada y temblorosa, mientras se echaba encima la bata y ella se cubría con la sábana, fue andando hasta la ventana y tras pasarse la mano por el cabello revuelto en un intento por lucir mejor, la luz volvió a parpadear ahora iluminando toda la habitación; entonces sujetó sus gafas de la mesa, se las puso y abrió, el patronus tenía forma de felino, uno grande con alargadas orejas terminadas en puntas que despedían poderosos destellos, pocos había visto que lograran tal nivel de corporeidad para que incluso las manchas del rostro y rasgos del hocico fueran visibles.

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