- ¿Eres virgen? - Me pregunta, mirándome fijamente, aún con ambos brazos recargados. Comienzo a ponerme roja e incomoda a su lado.
- Te... quiero, _____. - Dice Thomas antes de caer en un sueño profundo a mi lado.
- Es que... ¡No se como decirle! ¡N...
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_____'s POV
Mis párpados me pesan cada vez más, los dedos de Thomas acarician mi cuero cabelludo de una manera taan... relajante. Mis músculos relajados sobre el sofá, mi cabeza aún sobre su pecho, mi mano izquierda descansa sobre su regazo. Poco a poco mis ojos se cierran dándome a entender que pronto caeré dormida sobre Thomas.
— Thomas, no... — Digo, mi voz ronca por el sueño.
— ¿No qué? — Pregunta riendo levemente.
— Ya, basta... no me acaricies la cabeza. Tengo que... que bañarme antes de dormir, estoy... muy sucia. — Respondo con los ojos cerrados.
— Está bien. Me detengo — Dice quitando su mano de mi cabeza —. Parece que no te puedes ni pararte de lo exhausta que estás. ¿Quieres que te lleve a tu habitación? — Solo asiento.
Thomas se levanta del sofá y mi cabeza choca contra este. Poco después unos delgados pero fuertes brazos pasan por debajo de mis rodillas y mis hombros. Comienza a moverse y luego a subir las escaleras, me deja sobre mi cama y luego sale de la habitación.
Me quedo así un par de minutos, hasta que me llega la fuerza de voluntad para levantar mi cuerpo del suave colchón. Parece que la cama me llama, porque mi cuerpo me pide a gritos que regrese y me acueste; pero no puedo hacerlo, al menos, no ahora, después de bañarme tendré todo el tiempo del mundo para acostarme.
Me quito mi blusa, la doblo y la coloco sobre el montón de ropa sucia. Seguidamente intento desabrochar mi sostén, mis manos atrás batallan con el maldito broche.
<< ¡Ahg! ¿Por qué hay veces donde es más fácil o más difícil quitarte el brassiere? >> — Pienso sin dejar de batallar.
— ¿Necesitas mi ayuda? — Preguntan detrás de mi, no necesitas ser muy listo para saber que es Thomas.
El esta recargado en el marco de la puerta, con sus brazos cruzados y una sonrisa burlona, que me da a entender que le parece graciosa la situación desesperante que estoy pasando.
— Si... por favor. — Pido de manera tímida.
El deja caer sus brazos a los lados de su cuerpo y se acerca a mi. Le doy la espalda, él, de manera delicada retira el cabello de mi espalda para que sea más visible el broche. En un movimiento rápido lo desabrocha.
— No era tan difícil. — Dice, riendo. Yo me giro sobre mis talones para míralo a la cara.
Mi brassiere aún está puesto, no lo he retirado de mi cuerpo, este cuelga dejando ver la mitad de mis pechos.
— Ya lo había aflojado. — Me defiendo.
— Mejor acepta que no podías. — Dice acercándose a mi rostro.
