Capítulo 23

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A pesar del mal sabor del desayuno no tuve tiempo para sentir rencor por la duquesa Sofia, puesto que tenía un itinerario que debía cumplir como la nueva reina, como visitar el hospital que había sido acogido bajo el cuidado de la monarquía, así c...

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A pesar del mal sabor del desayuno no tuve tiempo para sentir rencor por la duquesa Sofia, puesto que tenía un itinerario que debía cumplir como la nueva reina, como visitar el hospital que había sido acogido bajo el cuidado de la monarquía, así como un orfanato donde vivían niños desamparados que habían quedado huérfanos por causa del levantamiento de armas en Norland. Fue conmovedor y al mismo tiempo melancólico recibir una calurosa bienvenida de su parte, de quienes habían perdido la esperanza de vivir o incluso de quienes ya no tenía a nadie por quien vivir.

Sentí la necesidad de darles el mismo amor o incluso más, un ocasional beso, sonrisas y un abrazo a quien lo necesitara, por supuesto mis gestos de afecto sorprendieron a mis seguidoras, pero se limitaron al silencio, aunque debía tener en cuenta que mi comportamiento, seria juzgado no solo por ellas sino por la duquesa Sofia cuando la noticia llegara a sus oídos, sin embargo, no podía ignorar esa necesidad de consolar, sobre todo porque mi vida y mi suerte habían cambiado

La melancolía no se hizo esperar a la hora de irme, en parte porque algo de mi se habia quedado con los ancianos enfermos y niños que estaban completamente solos y porque ahora la idea de vivir en un palacio me pareció frívolo.

—Majestad. ¿Se encuentra bien?— dijo la condesa tocando mi mano con la suya. Gire un instante, parecía estar preocupada, pero debía desengañarme de su actitud complaciente, ella solo se preocupaba por mi porque era su reina.

—Si, es solo que mi corazón se encuentra afligido—expuse dándole a entender cómo me sentía después de esas visitas. Quizás y todo eso habia sido planeado por la duquesa Sofia solo para darme una lección, para que agradeciera su intervención en mi vida y que por ella podía llamar al palacio mi hogar. Eso fue lo que pensé.

—Lamento que su luna de miel fuese postergada por lo ocurrido en Capria, majestad—respondió inclinando un poco la cabeza. Aparte la vista del panorama en el exterior para girar a verla, sus palabras me habia sorprendido y confundido al mismo tiempo.

"Luna de miel" repetí para mis adentros preguntándome a mí misma porque no habia sido informada sobre ese asunto, ni aun siendo la reina parecía tener el control de mi propia vida.

—En realidad no importa—expresé un tanto molesta.

Al llegar al palacio, mi tarde tampoco fue específicamente grata, no descanse ni un segundo y durante ese tiempo no vi ni una sola vez al rey, incluso llegue a pensar que trataba de evitarme puesto que comí sola a pesar de que su reunión habia terminado horas atrás, mi único consuelo fue el no tener que ver la cara de la duquesa ni escuchar otra amenaza de su parte.

—Majestad, disculpe que le interrumpa, pero el rey desea verla—anuncio haciendo una reverencia.

Deje la copa de vino que me habían servido, aquel brebaje era mucho mas dulce que los que solía beber ocasionalmente cuando lo permitía mi padre, pero por su dulzura era mucho mas embriagador. Al levantarme sentí un pequeño mareo, no lo suficiente para hacerme caer, pero si para dudar de mi voluntad para estar en presencia del rey.

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