En el palacio no se había sentido tanta alegría desde el dia de mi boda, mi madre estallo en llanto, Katherine se sentía tan alegre que comenzó a llorar, pero yo no podía creer lo que el médico decía.
Era una extraña noticia, muchos sentimientos me invadieron y no supe que hacer o que decir. Las palabras se negaban a salir de mis labios, me parecio algo irreal, pero ese malestar, esas náuseas y el mareo, todo se debia a la presencia de un ser creciendo en mi vientre.
-Condesa-dije una vez que regrese del trance que me generó la noticia.
-¿Si Majestad?
-Necesito una pluma y papel, por favor- solicite con gran urgencia.
Queria sentirme feliz, dichosa por comenzar a formar una familia real a pesar de las circunstancias, pero desgraciadamente recordar que William no estaba ahi para compartir mi alegria. Debia comunicarselo enseguida.
La condesa regreso con lo que le había pedido y colocaron una pequeña mesa de apoyo para poder escribir mientras aun me encontraba recostada.
La pluma se movió conforme a las palabras que se me venían a la mente, tanto que decirle y tanto por escribir. Quería describirle como había pasado, como me habían dado la noticia de que seríamos padres, que un pequeño bebé ahora mismo estaba creciendo dentro de mi, se nutria de mi y siempre estaría unido a los dos.
Me imaginaba su rostro, la expresión que tendría al leer mi carta, la felicidad que tendría por la fabulosa noticia e incluso llegue a pensar en que podría volver al menos por un corto tiempo, mis deseos parecian una locura, pero quería creer en ello. Me motivaba la idea de volver a verlo, besarlo y abrazarlo, pero en esta ocasión no tendría el corazón para dejarlo ir, no ahora que sabia que estaba embarazada.
Envolví mi carta en un sobre, rocíe un poco de cera y coloque el sello real para sellar mi carta hasta que las manos de William leyeran su contenido.
Espere paciente, espere durante tres días para recibir la respuesta de William o mejor aún, verlo cabalgar hacia el palacio, pero nada, ninguna respuesta. No sabía que hacer.
Comence a preocuparme sobre la opinion de William respecto a mi embarazo, incluso tuve pesadillas pensando que tal vez ún hijo era lo que menos deseaba en estos momentos, ademas una desastrosa tormenta llegó a la capital de Athos para empeorar mis nervios.
Por sugerencia del consejero Burhant, la madre de William fue nombrada archiduqesa del reino, un titulo que le permitia cierta autoridad, se hico con el unico motivo de el estres lo afectara la formacion del hijo en mi vientre. La nueva archiduquesa, se mostró más amorosa y maternal, como nunca se había comportado conmigo debido a la noticia de su nuevo nieto o nieta, incluso ella sugirió que el mensajero pudo haberse detenido en algún punto del camino ya fuera por el enemigo o simples ladrones que se aprovechaban de la terrible situación por la que pasaba el reino y no necesariamente le hubiera ocurrido algo malo a su hijo, sólo debía ser paciente y esperar una carta, debía entender que no era fácil para un hombre ir y venir desde el campo de batalla donde su vida corría peligro y regresar al palacio, además aún debía transitar por muchos peligros durante su viaje, así que gracias a esas palabras pude soportar la espera.
La archiduquesa tomo el lugar de la condesa como mi asistente, me despertaba por la mañanas y me ayudaba a vestirme, en una ocasion mientras me ayudaba a retirar un vestido para ponerme una bata, me explico que una vez que mi vientre se ensanchara lo suficiente ya no podria usar esos vestidos tan molestos y que solo podria usar un vestido blanco ceñido para que las personas pudieran ver al futuro rey crecer porque todos aguardaban el nacimiento del heredero al trono.
Escucharla decir eso me perturbo, mi hijo aun no veia la luz del mundo y su vida ya ha sido planeada.
***
ESTÁS LEYENDO
Amor De Cristal
Historical FictionEn edición Helena Hamilton es una chica tierna e inteligente. Sin embargo odia la vida social a la que esta sujeta por ser hija de un conde. Aprender a tocar instrumentos musicales, hablar otros idiomas, asistir a bailes es la tortura de cada día...