Capítulo 13

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—¡Helena!— expresó en tono angustiado

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—¡Helena!— expresó en tono angustiado. La escena era algo inaudito, me negué a creer que lo que estaba viendo era verdad, pero la verdad era que el hombre que solo había visto una vez en mi vida y con el cual contraería matrimonio muy pronto, estaba aquí—¿Te encuentras bien?

—Si—logre decir, la perplejidad no me dejo pensar claramente.

Sin previo aviso se arrodillo e inmediatamente coloco mis manos alrededor de su cuello y como si se tratara de una pluma, tomo mis piernas para levantarme de aquella situación deplorable. Mis mejillas comenzaron a enrojecerse al sentir el calor de su cuerpo tan cerca del mío y su respiración tan cerca de mi rostro. Le negué a mi propio instinto el ver su rostro, me domine para evitar cruzar mirada con él, pues estaba segura de que algo terrible ocurriría de esta situación.

—¿Te duele?—musito. Supuse que Lady Florence informo inmediatamente lo que había ocurrido a la primera persona que se cruzó en su camino y seguramente ella había llegado en el momento menos indicado.

—Solo un poco—admití en voz baja. Después de eso solo hubo silencio mientras caminaba ágilmente por el fango, sus pisadas eran largas y firmes, era evidente que nada podía tumbar a una persona como él ni con mi peso en sus brazos y en cuestión de un minuto llegamos a la casa.

Lo primero que vi fue a una gobernanta Elise muy angustiada, a mi madre consumida en la inquietud y a mi padre manteniéndose sereno, pero quizás en cierto punto enfadado, se lo atribuí a la presencia del hombre que estaba por quitarme mi libertad. El rey me llevo al saloncito de té donde mi madre le indico, dejo mi cuerpo con delicadeza sobre el sofá más grande y fue entonces que sus ojos se cruzaron con los míos, aunque no dejo de mirarme con firmeza se alejó de mí.

—¿Estas segura que te encuentras bien?— insistió examinándome con la vista para confirmar por su cuenta mi anterior respuesta— estás completamente helada.

—Lo estoy, no se angustie, no es nada que el calor de la chimenea no solucione—expresé lo primero que se me vino a la mente, pero él no pareció estar convencido.

—Gobernanta Elise—su voz sonó severa. ¿Acaso estaba por reprenderla por mi culpa?

La señora Elise se acercó haciendo una reverencia magnifica y agacho la cabeza ante el hombre frente a ella, pero descubrí que tenía miedo al ver como oprimía los pliegues de su vestido, no creí que una mujer como ella tan fuerte y decidida pudiera quebrarse de esa manera ante él.

¿Por qué le temía?

—¿Puede explicar esta situación?—prosiguió— ¿Por qué mi prometida estaba afuera con este clima? ¿Acaso se atrevió a abandonarla?

Giro en su dirección mostrándose irritado, la miro con desdén y desprecio como si ella no fuera lo suficientemente digna para servirle.

—No majestad, no me atrevería abandonar a su alteza—su respuesta fue clara, pero algo me advertía que estaba atemorizada.

Amor De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora