Capítulo 25

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La forma en como había expresado esas palabras, el misterio y la seducción que habia empleado casi me hacieron perder la cabeza, pero mi orgullo femenino me hizo permanecer en silencio, no debia perder el control

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La forma en como había expresado esas palabras, el misterio y la seducción que habia empleado casi me hacieron perder la cabeza, pero mi orgullo femenino me hizo permanecer en silencio, no debia perder el control.

-¿Qué piensas al respecto?

-Es bien sabido que cualquier monarca que así lo desee, puede tomar en su lecho a cuantas mujeres desee, siempre y cuando no degrade u ofendan a la reina. Así que no encuentro ningún inconveniente.

-Sabia respuesta-murmuro esta vez cambiando el tono seductor de su voz por un tono enigmático. Lo que me hizo preguntarme si nuevamente estaba probándome. ¿Cuántas veces estaría bajo la sombra de su aprensión? ¿O más bien, cuando confiaría en mi completamente-ya puedes retirarte.

Su agarre perdió fuerza y entonces sus manos se alejaron de mi cuerpo, al sentirme libre, camine sin mirar atrás, sentí que si lo hubiese hecho hubiera perdido mi dignidad como la reina que se suponía que era. Abrí una de las puertas y enseguida vi a la Condesa de Yuhles. Hizo una reverencia cansada, seguramente sus pies y su espalda ya no resistirían mucho tiempo los tacones que llevaba puestos por lo que hice caso omiso de su fatiga. Durante el trayecto, no deje de pensar en lo que habia escuchado, en el zar de Cromenia y en su hermana la cual, aparentemente sería la primera consorte de William.

De alguna forma, la idea me incomodaba, solo que no sabía si era por el hecho de ser desplazada en mi primer día como reina o si realmente sentía algo por él, la segunda opción la descarte enseguida, mi respiración se paralizaba cada vez que veía su profunda mirada azul, pero debía ser por causa del miedo, si, eso debía ser, miedo. Después de seguir a la condesa por varios pasillos, los cuales no lograba reconocer, finalmente llegue a mis aposentos. La habitación era extraordinaria, sí, pero algo fría y hasta cierto punto melancólica, podía percibir tristeza en el aire.

-Majestad, se me ha informado que su madre ha marchado de vuelta a su hogar-menciono después de un par de segundos en silencio-pero volverá pronto una vez que terminen las reparaciones de su nuevo hogar en sacris.

-¿Mi madre vivirá en sacris?- mire en su dirección.

-Así es, majestad.

Descubrir que al menos ella disfrutaría de los frutos de mi sacrificio me dio consuelo, pero saber que mi vida estaba siendo controlada me frustraba.

-Condesa, me siento indispuesta para bajar a cenar, por favor informe de mi malestar para que puedan servir la cena aquí-solicite tratando de aparentar calma, aunque no habia rastros de ese sentimiento en mí.

-Pero majestad, no debe faltar a la primera cena en familia- explico tratando de convencerme de ceder para cumplir mis obligaciones como reina. Deje escapar un sonoro suspiro para que ella entendiera que no quería ser contrariada, al menos no en ese momento.

-No bajare, así que no insista-respondí en un tono de voz algo irritado- y por favor, cualquier acontecimiento que tenga que ver con mi vida o la de mis allegados, hágamelo saber antes que nadie.

Amor De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora