Capítulo 33

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—Por favor, siéntate—expreso señalando el lugar a su lado

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—Por favor, siéntate—expreso señalando el lugar a su lado. Tome asiento, pero al mirarlo note una extraña mirada y de ella logre percibir una sensación de angustia y dolor.

—¿Qué ocurre William?—pregunte intranquila.

—Helena, imagino que ya debes saber que tuve una relación con Ileana hace mucho tiempo, pero debo aclarar que no hay nada hoy en día que vuelva avivar el amor que sentí por ella—acepto soltando un suspiro—la razón es porque sacrifique todo para estar a su lado y lo que recibí a cambio fue una daga en el corazón.

Dirigí la vista hacia los pliegues de mi vestido, no me agradaba el tono de amargura de su voz, me pareció que estaba al borde del llanto.

—Hace diez años—continuo—viaje con mi padre a Cromenia después de terminar mi preparación militar, en ese entonces yo era un joven impaciente, lleno de sueños e ilusiones de forjar mi propio camino lejos de lo que la corona ofrecía. Mi padre lo sabia y por ello me llevo con él para olvidar todo lo que aquí me agobiaba, sin embargo, en mi estadía conocí a Ileana, era una joven alegre y al igual que yo conocía el sinsabor de pertenecer a una familia real, los deberes y las obligaciones. Nos entendimos al instante, yo creí que había sido amor.

Se quedó en silencio, solo podía escucharse el viento en el exterior, eso y nuestras respiraciones.

—Hubo muchas risas y recuerdos que, en su momento atesore como lo más hermoso que alguna vez me paso, pero mientras más tiempo pasaba con ella más comencé a creer que no podría regresar al reino sin sentirme vacío—derramo una lágrima, pero su expresión era el de alguien que sentía rabia al tener que hacer memoria de esos momentos—el último día de nuestra visita, durante un baile que se realizó por nuestra partida, ella me tomo de la mano y me llevo por los pasillos de su palacio a un lugar privado para que estuviéramos solos sin que nadie nos interrumpiera. La hice mía, sin saber que ese acto no era más que un engaño para que fuese el títere enamorado de Ileana y su familia.

Sin darme cuenta yo también había comenzado a derramar lágrimas, en parte porque sentí pena por él y por otro lado porque cada palabra que salía de sus labios me advertía que no había ninguna esperanza para que él correspondiera a mi amor.

—Le pedí que se casara conmigo y ella aceptó, creí que sentía lo mismo que yo y que nuestro amor podría afrontar cualquier obstáculo que se nos pusiera enfrente— guardo silencio, le escuche ahogar un gemido en su garganta—el primero de ellos fue mi padre, después de algunas semanas decidí expresarle de mi deseo de estar con ella, pero él se negó a nuestra unión porque no confió en la sinceridad de Ileana, ahora que lo pienso quizás él vio en ella algo que el amor no me dejo ver, por supuesto yo actúe como un imbécil y le dije que no me rendiría y si para estar con ella tendría que renunciar a mi derecho al trono entonces lo haría. Esa noche partí de nuevo a Cromenia para estar con Ileana y al llegar le pedí que huyera conmigo y si lo hacía yo sería su incondicional esclavo, pero ella solo me dirigió una mirada fría que expresaba cuan molesta y ofendida se sentía por mi absurda petición. Ella me dijo que era una princesa y que alguien como ella solo merecía vivir entre las riquezas que un rey podía ofrecer. Me dio una caja y me pidió que me fuera y volviera a mi reino, que una vez allí abriera la caja y que si estaba dispuesto a cualquier cosa por su amor entendería que hacer con el contenido de la caja, pero si no estaba dispuesto a seguir me dijo que jamás volviera a buscarla. ¿Puedes imaginar que había en la caja?

Amor De CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora