—¡Su majestad imperial, el Zar Dimitri Adrik Sidorov Isaev!—anuncio el vocero real. Se abrieron las puertas para permitirle el paso al gobernante del reino vecino. Tan pronto como se pronunciaron aquellas palabras, se adentró un hombre con porte elegante, en su mirada color miel pude ver lo que William me había advertido, arrogancia y sed de poder.Su aspecto era refinado, vestía un traje color rojo granate con detalles oscuros sobre los botones, botas y cinturón, sobre sus hombros se extendía una capa dorada que brillaba con cada rayo de luz que le tocaba. A pesar de la ostentosidad, la belleza de su rostro era escasa, la expresión que sostenía era severa, como la de un hombre amargado, aunque no parecía tener más de cuarenta años. Su cuerpo se notaba corpulento y robusto de los hombros, tal vez sus brazos estaban igual de labrados, pero sin lugar a dudas no me inspiraba confianza.
—¡Su alteza real, la princesa Ileana Arinka Sidorov Isaev!
Mi vista se posicionó en la joven que caminaba a un lado del Zar, llevaba cubierto el rostro con una especie de velo blanco, su vestido cubierto de plumas blancas y doradas ondeaba a cada paso que daba, su porte era elegante y delicado, era como mirar un cisne aproximándose, ahora entendía el porqué William se había enamorado de ella.
Mantuve la calma, aunque por dentro estaba intranquila, no obstante, era la reina y no debía demostrarlo, aparente serenidad y firmeza absoluta para tratar de encontrarla en mi misma la confianza que necesitaba en ese momento.
—¡Majestades!—exclamo el zar en cierto tono elegante aunque exagerado—Es un honor y un placer estar en su presencia.
Alcé la vista hacia William y lo encontré dedicándome una mirada afligida, pero aun así volvió a darle un beso al dorso de mi mano para después soltarme y aproximarse al zar de cromenia.
—Dimitri—pronuncio alegremente. Observe la escena confundida, no parecía ser el recibimiento que esperaba que ocurriera, sobre todo por la gravedad con la que William me había hablado de aquel hombre.
Ambos se dieron un abrazo fraterno, supuse que al final de cuentas eran antiguos amigos así que tal vez olvidarían sus rencillas y malos entendidos solo por esta ocasión.
—Mi querido amigo, estoy feliz de verte—expuso el zar dándole palmadas sobre la espalda, pero súbitamente su mirada se elevó hacia donde yo me encontraba—¿Y casado?
Inevitablemente William miro hacia mí, lo vi suspira y luego dedicarme una sonrisa. Al igual que yo todos los presentes prestaban atención a cada movimiento y palabra que ambos gobernantes compartían entre sí.
—Felizmente casado—asevero.
—Escuche hablar sobre la belleza de la reina y al parecer los rumores eran reales, es majestuosamente bella, yo tampoco hubiese dudado en hacerla mía—bromeo o eso creí.— quizás mi obsequio no sea en nada en comparación a tu reina, pero en celebración por tu matrimonio y con el fin de reforzar la amistad entre nuestras naciones, mi reino te ofrece la mano de su única princesa, mi hermana.
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Amor De Cristal
Historical FictionEn edición Helena Hamilton es una chica tierna e inteligente. Sin embargo odia la vida social a la que esta sujeta por ser hija de un conde. Aprender a tocar instrumentos musicales, hablar otros idiomas, asistir a bailes es la tortura de cada día...